Michel Temer busca un respiro de paz e impulsa medidas para la clase media

Michel Temer. / Facebook
Michel Temer. / Facebook

El presidente de Brasil sabe bien que cerrará el presente año con níveles de aprobación que lo dejan en ridículo y envuelto en varios escándalos por corrupción.

Michel Temer busca un respiro de paz e impulsa medidas para la clase media

Michel Temer ha anunciado un "paquete de bondades" en los días previos a Navidad y en los últimos de un año en el que, según voces autorizadas de Brasilia, su Gobierno no ha sido capaz de contrarrestar la crisis económica debido a sus constantes escándalos por corrupción. Estas medidas inesperadas del jefe de Estado llegan en un momento en que Brasil sigue hundido en una fuerte crisis económica y la población ha aumentado su presión hacia los administradores públicos.

Temer llegó al poder cuando tomó el relevo de Dilma Rousseff, víctima de un proceso de destitución al que ella calificó como golpe de Estado. Al asumir, su figura se asomó como el salvador de un Gobierno azotado por la corrupción y salvavidas de una economía que estaba como barco a la deriva. Tras cuatro meses en el puesto, la economía sigue en el mismo lugar en el que Temer la encontró y su única movida respetable fue imponer un techo de gastos públicos durante las próximas dos décadas, lo cual le ha valido serias protestas callejeras. En su gabinete han renunciado hasta seis ministros afectados por diversos casos de corrupción. El mismo presidente ha sido acusado por varios exdirectivos de la constructora Odebrecht, quienes han confesado con lujo de detalles el sistema de sobornos con el que compraban leyes favorables a sus intereses. Su de por sí miserable popularidad cayó hasta un 8%, luego de que ya previamente estuviera en un 14%. El jueves, aprovechando los últimos días de este fatídico año para su país, que espera con ansias su renuncia, Temer anunció una inesperada serie de medidas.
 
Temer las bautizó como paquete de bondades y se tratan de una serie de medidas dirigidas a la endeble clase media de Brasil. Una medida promete disminuir abruptamente los intereses de las tarjetas de crédito. Otra pone a disposición de 10 millones de personas los Fondos de garantía de Tiempo de Servicio, dinero que una empresa otorga al Gobierno por cada trabajador. Hasta ahora, los trabajadores podían acceder a él, pero con la condición de justificar una serie de necesidades muy estrictas -jubilación, problemas serios de salud, compra de inmuebles, etc.-: a partir de ahora se podrá acceder libremente al dinero correspondiente a los empleos de hasta diciembre del año pasado. "El 86% de las cuentas no supera el salario mínimo, pero podrá inyectar 30.000 millones de reales (9.100 millones de dólares) a la economía", aseguró el presidente. Estas medidas serán válidas a partir de febrero del año entrante.

El máximo líder del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) también avisó que tiene un "regalo de Navidad" para los trabajadores. El obsequio es una propuesta de reforma laboral que ya ha sido remitida al Congreso. Dentro de las ideas del presidente se encuentra que una semana laboral no sea solo de 220 horas, con la intención de regular a los trabajadores cuyas jornadas se extienden de las ocho horas diarias, como pasa con los vigilantes. La nueva reforma también da luz verde a negociaciones como el trabajo remoto, el pago por productividad y no por horarios o ampliar los contratos de trabajo temporal de 90 a 120 días. "Si nosotros hemos conseguido juntar a trabajadores y empresarios, ¿por qué no decir que a partir de estas Navidades logramos reunir a todos los brasileños?", dijo Temer con una sonrisa.

Previo a su comparecencia en la televisión, Temer tuvo que dar respuestas sobre su estremecedora situación política en un desayuno con los medios en la capital. Allí fue preguntado sobre su renuncia al cargo, el tema central de las conversaciones en todo Brasil. El jefe de Estado dijo que no tenía ninguna intención de dimitir. Al mismo tiempo se le preguntó por las formas en las que las fuerzas políticas del país planean en conjunto su caída: la oposición ya ha pedido el impeachment -golpe de Estado, en palabras de su antecesora-, algo que es ya recurrente en Brasil para acelerar el desgaste de las administraciones, y el Tribunal Supremo analiza una demanda por la cual su presidencia está invalidad pues él ocupa su despacho sólo por ser el vicepresidente de Rousseff: su gobierno debió caer junto con el de ella. Temer se limitó a sonreír. "No he pensado sobre eso", dijo acompañado de la mueca. @hmorales_gt

 

 

 
 
 

 

 
 

 

Comentarios