Los mercados parecen ignorar las actuales oportunidades de crecimiento

Wall Street.
Wall Street.

En el desplome de los mercados bursátiles mundiales prevalece el miedo a un parón económico por encima de las indudables oportunidades existentes para el crecimiento.

Los mercados parecen ignorar las actuales oportunidades de crecimiento

En los 27 días que llevamos de año, 18 hábiles a efectos bursátiles, las principales bolsas del mundo han caído en torno al 8%. Así le ha pasado al Dow Jones, por ejemplo, o al Ibex, mientras que el Eurostoxx se dejó un 7%. Y eso a pesar de las subidas de los últimos días: el 20 de enero, el Ibex perdía un 13% tras apenas 13 sesiones, una caída media del 1% diario.

Lo que se esconde detrás de esta luctuosa evolución es miedo, ni más ni menos, un sentimiento que, como el más pegadizo de los virus, resulta contagioso. Hay miedo a una nueva recesión en regiones trascendentes para la economía mundial y miedo al estancamiento de la actividad en el planeta. Los efectos de la última crisis no se han restringido a las magnitudes macroeconómicas, ni siquiera a las realidades personales de millones de seres humanos, sino que han alcanzado el subconsciente de los agentes que, para bien o para mal, gobiernan el universo del dinero. Por si habían olvidado aquellos tremendos días de 2008 en los que “todo comenzó”, les propongo que acudan a su cine más cercano a ver La gran apuesta (mejor en VO, entiendan o no entiendan inglés). 

Razones de tan brusca caída

El miedo es siempre libre y más con tantos fantasmas acechando. El precio del petróleo nos ha metido el susto en el cuerpo durante estas semanas. No resulta fácil de explicar esa estrecha correlación entre cotización del crudo y los índices bursátiles, sobre todo teniendo en cuenta que la caída del precio del petróleo se debe principalmente a un exceso de oferta y no tanto a un déficit de demanda. Sin embargo, ahí lo tienen rigiendo los destinos de los parquets del mundo.

En diciembre, ningún analista pronosticaba esta caída de los índices para principios del ejercicio

En diciembre, ningún analista, al menos de forma pública, pronosticaba esta caída de los índices para principios del ejercicio. Cierto que con unos mercados en los que la globalización es ya una característica esencial, cualquier desequilibrio que se juzgue trascendente, puede incidir en el conjunto de las cotizaciones de manera drástica. Es ahora el petróleo, y las previsiones chinas, y el cambio de política monetaria de la Fed, pero mañana puede ser la demanda interior en Europa, nuevas tensiones financieras en Grecia o Italia, el referéndum para la permanencia en la UE del Reino Unido, el empeoramiento de la balanza comercial rusa, el deterioro de las cuentas en Brasil o Argentina, etc. etc. La principal amenaza radica en lo imprevisible de los riesgos, del momento y el lugar en los que éstos se pondrán de manifiesto.

Oportunidades de crecimiento

El estancamiento se impone como síntesis del conjunto de temores identificados, La evolución de los mercados parece ignorar las oportunidades de crecimiento que existen en el mundo. Semeja como si se hubiese extendido la creencia de que hayamos alcanzado una especie de cénit de la actividad y del consumo que a partir de ahora será complicado superar. Sin embargo, las opciones de desarrollo son todavía inmensas. La primera, sin duda, la necesidad de transformación del modelo energético de cara a combatir el cambio climático. Se trata de una cuestión crítica y urgente.

Las empresas del mundo tienen que realizar cambios relevantes en sus instalaciones y sus procesos para reducir sus emisiones. Los hogares del mundo deben efectuar las rehabilitaciones necesarias para mejorar su eficiencia energética; en España, el 84% de las viviendas presentan una calificación D o inferior, es decir, son inaceptablemente ineficientes. Las ciudades del mundo deben replantear su funcionamiento general para adaptarse a los compromisos climáticos. Los medios de transporte del mundo deben avanzar con diligencia para cambiar drásticamente su relación con el medioambiente. El proyecto es brutal e imprescindible. Se calcula que si los afectados (o sea, todos nosotros) lo tomamos en serio, el PIB del planeta aumentará más del 1% como consecuencia de la dinámica que se crearía.

Vinculado al punto anterior, continúa siendo igualmente imprescindible ahondar en la investigación e implantación de fuentes de energía renovable: el impulso de la generación de energía desde instalaciones eólicas, solares, marinas o geotérmicas, así como a partir de la llamada bioenergía, sin menoscabo de alternativas por descubrir, representan otro vector de incuestionable proyección económica.  

La recuperación de los ecosistemas, cultivos, paisajes y especies naturales se constituyen en otro de los pilares del desarrollo sostenible. Por poner un caso próximo: Galicia compendia las necesidades de inversión del proceso: la erradicación o supresión significativa de especies alóctonas (eucalipto principalmente) en beneficio del bosque autóctono y de terrenos de cultivo, la liberación de espacios (rías, golfos, zonas Red Natura…) contaminadas o amenazadas por la ubicación irresponsable de factorías, el estancamiento de corrientes fluviales por el despliegue abusivo de centrales hidroeléctricas, la necesaria recuperación de especies marítimas desaparecidas o en peligro de extinción en el litoral así como de cultivos abandonados en un pasado aciago para el sector agrario, este conjunto de acciones conformarían un gran proyecto medioambiental con enorme potencial de generación de riqueza.

La correlación entre inversión en I+D y niveles de renta resulta inmediata. El I+D propicia innovación, la innovación valor añadido y con ello ganancias en competitividad

Incluir las actividades de investigación y desarrollo en este breve repaso de las fuerzas motrices que pueden generar riqueza económica parece una obviedad. La correlación entre inversión en I+D y niveles de renta resulta inmediata. El I+D propicia innovación, la innovación valor añadido y con ello ganancias en competitividad, así pues mayor riqueza, mayores rentas, mayor consumo; se trata de uno de los ciclos virtuosos que tantas veces se desprecia. Especial atención a tecnologías disruptivas, como la que vendrá de la mano de materiales como el grafeno que replanteará la propia concepción de la mayoría de productos.  

Por último, mencionaremos la desigualdad cuya corrección provocará nuevos incentivos para el crecimiento. La corrección de la desigualdad territorial, concentrando inversiones en los países subdesarrollados, la recuperación del poder adquisitivo de las clases medias en países supuestamente desarrollados y la continuidad del progreso, aun con sus etapas de reposo, en los países en vías de desarrollo implican una dinámica de crecimiento con una inmensa capacidad  de impulso económico.

Hay más, siempre hay más, canales conocidos y por conocer. Falta la decisión de dirigir y potenciar las inversiones en esa línea. Eso y de donde obtener la financiación, a lo cual dedicaremos el artículo próximo.

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