Madrid, Cataluña, País Vasco y sus áreas de influencia sostienen el crecimiento

Engranajes industriales. / Pixabay
Engranajes industriales. / Pixabay

España, a tres velocidades. La tensión constante entre la política macro de la autonomía y las políticas micro de las ciudades ha derivado en ineficiencia. En general, los alcaldes se afanan en proyectos ligados al bienestar, no al crecimiento.

Madrid, Cataluña, País Vasco y sus áreas de influencia sostienen el crecimiento

Con los datos del PIB y de población se dibuja un mapa de España más claro que con el mosaico de las comunidades autónomas. Con tres colores se puede visualizar donde estamos y hacia donde avanzamos. De un lado están las comunidades que crecen por encima de la media, sólo siete, que representan un tercio de la población, agrupadas en tres polos. Madrid, cuya área de influencia llega ya a ciudades de otras comunidades, como Guadalajara, Segovia o Toledo. Cataluña más Zaragoza, País Vasco, Navarra y La Rioja y finalmente Baleares, si bien ésta es  dependiente del monocultivo turístico.

En segundo lugar están las comunidades en declive, con crecimiento hasta un 10% por debajo de la media estatal. Son cinco y representan la cuarta parte de la población. Se agrupan en dos polos, el Noroeste, con Galicia, Castilla-León, Asturias y Cantabria, más la Comunidad Valenciana. Finalmente está la España claramente retrasada, en la que vive el 40% de la población pero cuyo crecimiento es muy inferior. Se corresponde con el Sur: Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía, Murcia y Canarias.

Obviamente se trata de generalizaciones. Así, dentro de Galicia el crecimiento se debe a la franja atlántica en detrimento del interior. En Castilla-León, se debe a Valladolid en detrimento de la franja occidental. De igual forma Zaragoza explica todo el crecimiento de su comunidad. Lo que importa es señalar que las grandes áreas citadas superan los límites de la división político-administrativa del territorio y deberían de obligar a políticas de consenso entre los distintos Gobiernos territoriales y locales, si desean invertir la situación. 

Solo Madrid y Barcelona, ambas con sólido tejido económico y beneficiarias del efecto concentración, mantienen dinámicas de crecimiento relativamente independientes de las Administraciones. En otros territorios el crecimiento se basa, además de otros motivos, en políticas bien definidas, consensuadas y sostenidas en el tiempo. Así ha ocurrido en el País Vasco, con líneas de actuación que implican a todas las administraciones y que cubren desde la innovación hasta la Formación Profesional. O en Zaragoza que ha extraído valor logístico de su ubicación geográfica.

En los demás territorios la tensión constante entre la política macro de la sutonomía y las políticas micro de las ciudades ha derivado en ineficiencia. Tomemos el ejemplo de Galicia, cuya economía gravita en torno a dos gigantes, Inditex en el Norte y Citroën en el Sur. Los pocos proyectos que sobre el papel deberían de tener efecto movilizador, se encuentran en la realidad sometidos a la burocracia, como el puerto exterior en el Norte o la Plisan en el Sur. Por el contrario, en el único caso de cooperación exitosa, la promoción turística de Santiago, la conjunción de esfuerzos locales y autonómicos ha logrado un éxito impensable hasta hace pocos años.

Mientras, los alcaldes se afanan en proyectos ligados al bienestar, no al crecimiento y la Xunta de Galicia mantiene una dispersión de líneas y ayudas que apenas surte efectos en la economía real. Por no existir ni existen foros de encuentro entre unas y otras administraciones y de todas ellas con las empresas. Es la cultura del minifundio agrario llevada al siglo XXI. Los efectos están a la vista, declive económico, emigración selectiva, nula captación de inversión foránea, futuro desesperanzador.

El crecimiento, la clave

La política rehúye el debate sobre el crecimiento y fía todo su impulso al bienestar como si éste fuese infinito y no dependiese de la base económica que lo haga sustentable. Es una forma de huida de la realidad. Periódicamente, estadísticas e indicadores nos devuelven a nuestro lugar real y, para quien quiera leerlas, dibujan las perspectivas para las próximas generaciones. Es hora de salir de la comodidad de los despachos y de las declaraciones de prensa fáciles,  para ir al encuentro de la realidad, poniendo la capacidad de actuación de la Administración, que es mucha, al servicio de la competitividad y del crecimiento. @mundiario

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