Los que se llevaron 15,2 millones costaron en realidad miles de millones

Rodrigo Rato.
Rodrigo Rato.

El rescate de Bankia ha costado a los contribuyentes más de 24.000 millones hasta ahora. Pero poco o nada se sabe de cuáles son las responsabilidades de los gestores que llevaron a la institución a la quiebra.

Los que se llevaron 15,2 millones costaron en realidad miles de millones

El rescate de Bankia ha costado a los contribuyentes más de 24.000 millones hasta ahora. Pero poco o nada se sabe de cuáles son las responsabilidades de los gestores que llevaron a la institución a la quiebra.

Qué quieren que les diga: no me sorprende particularmente el saqueo sistemático de 15,2 millones de euros durante 13 años por los directivos de Caja Madrid en forma de tarjetas de crédito discrecionales. Es más: me parece el chocolate del loro.

Estamos hablando de unos años —1999 a 2012— en que las cajas de ahorro duplicaban sus beneficios cada tres años y que, en vez de repercutirlos en impositores y contribuyentes, en general, lo hacían en su propio provecho: unos 176.000 euros por persona de sobresueldo.

La práctica, lamentablemente, era moneda corriente entre los que manejaban dinero público, es decir, fondos de todos, que venía a ser como si no fuesen de nadie más de quienes los usaban.

Lo que a mí más me escandaliza es, precisamente, el sistema en sí: los citados cargos de alta dirección se los repartían políticos, sindicalistas y otros paniaguados sin calificación alguna. Ahora, al haber sido interrogado alguno de ellos en plena crisis, ha respondido: “Es que yo no sabía nada del mundo financiero; me hallaba allí por simple representación política”.

O sea, que estaba en un puesto para el que no tenía preparación alguna, llevándose un pastón. Pues gracias a su nefasta gestión él y sus colegas nos han costando a los ciudadanos decenas de miles de millones de euros y, que se sepa, no han devuelto ni un duro.

Porque  eso, para mí, es lo más grave de todo: no haber restituido lo robado. Conozco el caso de políticos devenidos en consejeros que no tenían un centavo y que gracias a la información privilegiada de su nuevo puesto y al préstamo sin interés de sus compañeros para comprarse las acciones que iban a subir, ahora son ricos de solemnidad.

Eso no solamente es inmoral, sino que constituye un delito. Por eso, el día en que las cárceles estén llenas de ex consejeros de cajas de ahorros habrá empezado a hacerse un  mínimo de justicia. A lo mejor, allí, todos juntos de nuevo, sí tendrán tiempo para darse cuenta de lo que han hecho.

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