Lagarde no prevé una recuperación cercana y alerta de una caída de -8% del PIB europeo

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La presidenta del BCE, Christine Lagarde / El Mundo.
La crisis del coronavirus ha empujado a Europa a su mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. La recesión provocará una pérdida mínima de 144.000 millones de euros.
Lagarde no prevé una recuperación cercana y alerta de una caída de -8% del PIB europeo

No hay pronóstico que no indique que la región pionera del paradigma occidental del desarrollo humano; la Unión Europea, no entrará en recesión, si no es que ya se encuentra en la fase inicial de ese proceso de involución que ha modificado para siempre el delicado equilibrio de la economía de la eurozona. Por un lado, es robusta y sólida en los diversos circuitos de generación de capitales que la componen, mientras que, en otro plano, es altamente susceptible a los shocks externos de los mercados que demandan producción industrial europea, en especial la de origen alemán y francés. Lagarde es la encargada de la administración financiera de una crisis que ha puesto en riesgo, como nunca antes en la historia, la estabilidad del proyecto europeo.

Y es que cada semana que pasa, el panorama se ensombrece un poco más y los números se pintan de roja para salpicar los índices macroeconómicos de una zona euro que prácticamente apenas está saliendo del confinamiento al reactivar progresivamente sus sectores económicos esenciales. Hace menos de un mes, el Banco Central Europeo (BCE) anticipaba para este año una contracción de la economía en la eurozona de entre el 5% y el 12%. Ahora el contexto muta progresivamente hacia una espiral mucho más acelerada de lo que parece ser un pozo sin fondo. 


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La veterana economista francesa Christine Lagarde, presidenta del BCE, acaba de descartar los escenarios más optimistas —dentro de lo que cabe— y apunta ya a que la caída del PIB (producto interno bruto) de la UE superará el 8%, hasta el 12%. “Creo que el escenario suave de una caída del 5% ya está anticuado”, dijo en un acto en el que respondía a preguntas lanzadas por jóvenes europeos.

Esta declaración implica que las perspectivas de recuperación son inevitablemente negativas a pesar de la acelerada inyección de capitales que los Gobiernos de la eurozona ejecutan para mantener estimuladas, activas, movilizadas y dinamizadas sus economías. Tal es el ejemplo de Alemania, que ha otorgado créditos ilimitados a sus empresas, aunque ese sea un lujo que no todos los Estados miembros de la UE pueden permitirse. Aun así, desde el más poderoso hasta el más modesto, no habrá país europeo que no se salve de la deflación que experimentará la economía al final de 2020, y no en cuanto a los precios, sino en los ingresos, inversiones, consumo, demanda y activos, es decir, todos los órdenes económicos-financieros a nivel general en Europa.

Sin duda, la crisis del coronavirus ha empujado a Europa a su mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. La recesión asestará un duro golpe que supondrá una pérdida de entre 144.000 millones (-8%) y 216.000 millones de euros (-12%). El BCE actualizará sus previsiones de crecimiento en la reunión del Consejo de Gobierno que tendrá lugar la próxima semana.

Europa ha entrado en una fase de descomposición de su estabilidad económica por el efecto perjudicial que ha tenido el confinamiento trasladándose a la desaparición casi absoluta de la demanda, y sin demanda, no hay mercado. De ahí proviene el estancamiento de los sectores que más capitales aportan al PIB global europeo: turismo, industrias, entretenimiento, aerolíneas, entre otros.

“Tendremos una idea más ajustada en unos pocos días, cuando publiquemos nuestros números. Pero es probable que nos encontremos entre el escenario medio y el más severo”, dijo Lagarde.

Esa previsión aleja la posibilidad de que llegue un escenario en el cual la curva de la recesión de la economía europea tenga un comportamiento en forma de V, pues los hechos parecen indicar que será una U muy ancha a medida que ahora el mayor problema de la UE ya no es la pandemia, pues la tiene relativamente controlada y expulsó su epicentro (se trasladó a Estados Unidos), sino vertiginoso desplome de los mercados laborales, la rentabilidad de las empresas, el empleo, los ingresos fiscales de los Estados y la actividad comercial que mantenga estable el tan ávido consumo que había en la región hasta hace unos tres meses antes de que estallara la crisis sanitaria.

El escenario intermedio del organismo —con una caída del PIB este año del 8% y una recuperación del 5% el próximo— se basaba en la previsión de un confinamiento estricto que acabara en mayo, y con medidas de contención durante un periodo de tiempo superior. No obstante, el confinamiento no ha cesado en su totalidad en todos los países de la UE, lo que podría representar una prolongación de la ralentización en los flujos de rentas que captan las empresas y comercios a medida que el consumo se mueve con lentitud por el miedo al contagio, la retracción social y los estados de alarma que aún se mantienen vigentes en varios países de la zona euro.

El más pesimista —que pronosticaba una contracción de la economía del 12% en 2020 y un repunte del 4% en 2021— incluía un confinamiento que se alargaba hasta junio al que le seguirían medidas estrictas de contención. Por ahora, estos pronósticos tan pesimistas no se han cumplido, pero si llegan a convertirse en una realidad, esas contracciones podrían reflejarse en pérdidas de 216.000 millones de euros al final de año y una tan ansiada recuperación de 720.000 millones de euros lastrados por la pandemia para el primer semestre de 2021 en la ahora golpeada Europa. @mundiario

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