Banca comercial, empresas y autónomos: diferencias inexplicables en la captación de clientes

Oficinas bancarias./ Pixabay
Oficinas bancarias./ Pixabay

¿Hasta dónde vamos a permitir que lleguen estos negocios a competir con pequeñas empresas y autónomos, cuya única dedicación es precisamente la venta o distribución de productos, que hoy en día llevan ellos en cartera? 

Banca comercial, empresas y autónomos: diferencias inexplicables en la captación de clientes

Es curioso que en este mare magnum de leyes nacionales, autonómicas, locales, protección de datos y demás, los negocios están sometidos y regulados con la captación de clientes y haya diferencias todavía inexplicables como ocurre con las entidades bancarias.

Estas entidades, desde luego, han salido muy tocadas en su imagen, con la anterior crisis, su consiguiente rescate, los recortes de personal, cierres de oficinas y servicios, que están influyendo en la población de una manera muy negativa. Pero continúan con cierto tipo de prácticas que los propios usuarios critican, aunque no llegan a más: ya nos hemos acostumbrado a que los pocos empleados que van quedando de las bancarias sigan utilizando las cuentas de los clientes como fuente de información, para saber qué tipo de vehículo tienen, qué tipo de seguro, qué tipo de servicio, con quién pagan la luz, el teléfono y estén utilizando estas bases de datos para su propio beneficio y consiguiente comisión en las ventas realizadas.

Ya es más que sabido que tienen objetivos en ventas, por sucursales, mayores que los antiguos objetivos financieros de crédito, sean hipotecas, cuentas de particulares o empresas, inversiones y en definitiva los productos financieros que en teoría deberían de trabajar en exclusiva, este tipo de entidades.

Pero paradójicamente nadie está regulando estas prácticas, convirtiéndose dentro de poco en supermercados, ya que lo mismo puede comprar una bicicleta, llevarse un coche, un seguro, un colchón, una vajilla, un local, piso o terreno y haciendo crecer los balances y beneficios de los bancos, quiénes a su vez van necesitando, a través de las tecnologías y fusiones, menor número de personal.

¿Hasta dónde vamos a permitir que lleguen estos negocios? ¿A competir con pequeñas empresas y autónomos, cuya única dedicación es precisamente la venta o distribución de productos, que hoy en día llevan ellos en cartera? ¿Cuándo los propios clientes van a darse cuenta de todo esto? Porque si es cierto que hay un prototipo de cliente, que cede a de este tipo de presiones y es el típico varón mayor de 50 años.

uso de datos en favor de la banca 

Esto es algo común según las últimas conversaciones con asociaciones y cursos, donde hemos coincidido diferente tipo de empresarios, con una misma problemática, precisamente ese uso de datos de particulares y empresas en favor de la banca.

Cierto es que las empresas y autónomos normalmente realizan un trabajo mucho más personal ante el cliente, siendo más especializados y todavía con diferencias de precios ante la banca y continuarán siéndolo, puesto que el factor humano, principal para personalizar, está decayendo en el sector financiero. Aunque el malestar es común ante las sucursales.

Las diferencias entre bancos se van acentuando, buscando un perfil de cliente diferente, aunque la percepción aún no es clara.

Por el momento hay un mercado que ya se les está escapando y cada vez con mayor facturación y es el de las criptomonedas, que, de forma paralela, se está moviendo en perjuicio de otro tipo de inversiones. @mundiario 

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