Las infinitas reivindicaciones territoriales deberán encajar en la cifra de recursos disponibles

Billetes de euros. / 123rf.com
Billetes de euros. / 123rf.com

Una vez constituido el Gobierno de Cataluña, que puede demorarse meses, con la previsible aprobación de los Presupuestos Generales del Estado gracias al apoyo del PNV, solo restará la financiación autonómica como problema relevante de esta legislatura.

Las infinitas reivindicaciones territoriales deberán encajar en la cifra de recursos disponibles

El presidente del Gobierno Vasco, Iñigo Urkullu, prudente y templado habitualmente, ha abierto esta semana la caja de los truenos. A través de un artículo publicado en El País, se ha defendido de las críticas a la reciente aprobación de la nueva ley del Cupo.  No ha sido una defensa sobrada de argumentos racionales, pero el final del artículo, proponiendo ese modelo como una de las posibilidades para abordar la financiación autonómica, ha encrespado el debate con rápidas críticas de la presidenta andaluza y de Albert Rivera. También el presidente gallego Feijóo, días pasados ha sido critico. Del lado opuesto, el socialista catalán Miquel Iceta se ha mostrado favorable a considerarlo.

Pasar de la política victimista del agravio o de las esencias mancilladas al duro debate de las cifras, es positivo siempre y es la forma de encauzar los problemas hacia la solución. Recordemos que cuando se inició el debate formal para aprobar el nuevo sistema de financiación autonómica, a través de una comisión de expertos nombrado por el Gobierno central y los autonómicos, la Generalitat rehusó participar.

El debate formal, donde las infinitas reivindicaciones territoriales tienen que encajar en la cifra de recursos disponibles, es un ejercicio de realismo. Y cuanto más se avance en la vía de implicar a las comunidades en la recaudación responsable de sus recursos, tanto más avanzaremos. Un debate que, huelga decirlo, no exige la reforma de la Constitución.

Para las comunidades ricas el objetivo será pagar menos o recibir más. Para las menos ricas, mayores transferencias. En medio, el Estado, que solo puede arbitrar si tiene mayoría parlamentaria suficiente.

Una vez constituido el Gobierno de Cataluña, que puede demorarse meses, con la previsible aprobación de los Presupuestos estatales gracias al apoyo del PNV, solo restará la financiación autonómica como problema relevante de esta legislatura. El relativo optimismo derivado de la recuperación económica ayudará a temperar las posiciones iniciales.

El éxito del debate dependerá de las posturas del PSOE y de Ciudadanos, pues Podemos se está excluyendo de la política realista para encerrarse en el gesto testimonial

El éxito del debate dependerá de las posturas del PSOE y de Ciudadanos, pues Podemos se está excluyendo de la política realista para encerrarse en el gesto testimonial. Si unos y otros asumen que la legislatura no concluirá de inmediato, podría resolverse el problema para un largo tiempo.

Naturalmente que en el debate debe iniciarse la solución del problema financiero de Cataluña que lo es también de otras comunidades como la valenciana. No se agotará ahí, pues se trata de un problema con varias dimensiones, pero estamos ante el escollo fundamental. La propuesta de Iceta, condonación de la deuda de la autonomía con el Fondo de Liquidez de Hacienda, no es la solución, pues exigiría condonar o compensar en forma proporcional a todas las demás comunidades, una forma de incorporar esos recursos al sistema de financiación.

Ante los problemas complejos la mejor técnica de abordaje suele ser descomponerlos en sus elementos y tratarlos por separado sin perjuicio de que se puedan simultanear soluciones. La mesa de negociación es más efectiva que la calle, aunque se necesitan interlocutores con poder de compromiso y flexibilidad negociadora, características de las que hasta ahora ha carecido el nacionalismo catalán, al menos desde la época de Jordi Pujol.

Casi todas las encuestas pronostican una nueva mayoría relativa de los nacionalistas que con el apoyo de Podemos y Comunes (Ada Colau), podrían gobernar cómodamente en Cataluña. Las lecciones de los últimos meses deberían de introducir dosis de moderación suficientes en el nuevo Ejecutivo para evitar tanto la repetición de errores pasados como la confrontación social y política improductiva. @mundiario

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