Hacienda reforma el Impuesto de Sociedades perjudicando a las pymes y al crecimiento

Emprendedores.
Emprendedores.

La reforma del impuesto de sociedades ha eliminado la escasa progresividad que teóricamente favorecía a las pymes. El tipo único, además de injusto, perjudica el cambio a un modelo económico que favorezca el crecimiento.

Hacienda reforma el Impuesto de Sociedades perjudicando a las pymes y al crecimiento

Según el artículo 31.1 de la Constitución española “los ciudadanos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. Si ya en el impuesto de la renta es discutible su cumplimiento por lo que respecta a los rendimientos del capital mobiliario y a las plusvalías, en el caso del impuesto sobre sociedades se incumple completamente, equiparándose su aplicación a la de los impuestos indirectos con la última reforma del impuesto.

Las empresas que componen el IBEX-35 ganaron más de 32.000 millones en 2014, un 41,4% más que en el ejercicio anterior.  Es sabido que esas empresas son de las pocas que pueden beneficiarse del amplio catálogo de deducciones que prevé la normativa del impuesto y que su ámbito internacional les facilita beneficiarse de las ventajas de estar implantados en países de baja tributación, como es el caso de Irlanda, a donde algunas procuran desviar sus beneficios. Por el contrario, la recaudación total del impuesto sobre sociedades se redujo en un 6,20% hasta los 18.713 millones, pese al aumento del 12,70% en los beneficios empresariales. La base imponible fue de 90.571 millones de euros, de lo que se deduce un tipo medio impositivo del 20,66%, muy inferior al tipo general del 30% o a los reducidos del 20/25% vigentes en ese año, lo que, con certeza, debe imputarse a menores cuotas de las grandes empresas. El mundo al revés.

Las consecuencias de la reforma para 2016

Sabemos que a 31 de diciembre de 2014 tan solo 3.839 empresas españolas tenían 250 o más empleados, por lo que son las pymes las que generan el 66% del empleo, porcentaje prácticamente coincidente con la media europea. Pero en 2016, como refleja la tabla que encabeza este artículo, la tributación por impuesto de sociedades será al tipo único del 25%, al margen del tamaño de la empresa. Las microempresas, que conforman algo más del 80% del total de sociedades, ya no podrán beneficiarse del tipo de gravamen reducido por mantenimiento o creación de empleo que era del 20%, ni el tipo de tributación reducido en cinco puntos por debajo del general. Sin embargo las grandes ven reducida su tributación al 25% desde el 30% que se aplicaba en 2014, igualándose con las pymes.

Esta medida del ministro Montoro ha eliminado la mínima progresividad que, en principio, beneficiaba a las pymes y en la práctica implica que empresas con beneficios multimillonarios, como Telefónica, tributen a tipos inferiores a los del taller de reparación de vehículos de la esquina. España solo logra recaudar en impuesto de sociedades un porcentaje que representa el 2,2% de su PIB, frente a la media europea que sube al 2,5%. Quizás la explicación es que, según el propio ministro, el tipo real efectivo al que tributan los grandes contribuyentes solo sea de un 4% gracias a las deducciones que se aplican o, lo que es lo mismo, que el esfuerzo recae sobre el tejido empresarial más débil.

Otras dificultad para el cambio de modelo económico

La crisis económica consecuencia de un modelo de crecimiento concentrado en la construcción y la promoción inmobiliaria pareció generar un consenso en torno a la necesidad de reorientar el crecimiento hacia una diversificación de la actividad económica, potenciando la industria de mayor valor añadido. Sin embargo no apreciamos que así sea, es más, decisiones como esta nos llevan a pensar o que se desconoce la realidad de las pymes o que en realidad se trata de una estrategia para cargar la recaudación sobre los segmentos más débiles del tejido empresarial, favoreciendo a las grandes corporaciones y al entramado oligopolístico de la banca, la energía, las telecomunicaciones y la construcción.

Más Paul Krugman que aconseja reducir impuestos para expandir la economía en recesión y más Thomas Piketty que alerta de la desigualdad en la distribución de la renta. Algunos deben creer que en las pymes anidan las grandes fortunas y el gran fraude, pues de otra forma no podemos explicarnos la inanidad en la materia de las principales formaciones políticas que concurrieron a las últimas elecciones generales, ni tampoco que las asociaciones empresariales de las pymes no se hayan manifestado al respecto. Se aprecia una carencia de ideas impropia de un país europeo a la hora de apoyarlas en sus principales retos, como son las dificultades de financiación y las obligaciones fiscales que las atenazan al equiparlas a las grandes.

No es necesario copiar modelos lejanos. Hace escasos meses el Banco Mundial ha publicado que es Dinamarca el país donde más fácil resulta el emprendimiento gracias a su elevada flexibilidad, la seguridad jurídica y las pocas horas necesarias para abrir un negocio. Y todo ello se conjuga con la fiscalidad más elevada de Europa y un 32% del total del empleo en el sector público.

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