El gran peso de Madrid y Barcelona ilustra la debilidad de la economía española

Sede de Caixabank en Barcelona. / Mundiario
Sede de Caixabank en Barcelona.

Al contrario de lo que sucede en potencias como EEUU, Alemania y Reino Unido, en España la economía se concentra en Madrid y Barcelona, impidiendo la movilidad laboral.

El gran peso de Madrid y Barcelona ilustra la debilidad de la economía española

Al contrario de lo que sucede en potencias como EEUU, Alemania y Reino Unido, en España la economía se concentra en Madrid y Barcelona, impidiendo la movilidad laboral.

 

Reading, ciudad de Reino Unido de poco más de 150.000 habitantes. Stuttgart (Alemania), cerca de 600.000 habitantes. Atlanta (EEUU), 450.000 habitantes. Todas ellas son ciudades de un tamaño medio y pequeño si las comparamos con grandes urbes como Londres, Berlín o Nueva York, pero tienen en común una cosa: su tamaño geográfico y demográfico más reducido no les ha impedido convertirse en grandes polos económicos de sus respectivos países e incluso ser “ciudades-alfa” de categoría mundial, como es el caso de Atlanta, sede de gigantes corporaciones como Coca-Cola, Delta Airlines y AT&T.

Es cierto que estas urbes han conformado un área metropolitana mucho mayor –a excepción de Reading-, pero, eso sí, en un área que también sobrepasa los límites de una ciudad y llega a alcanzar la extensión de una provincia o comunidad autónoma españolas. Por tanto, se puede decir que estas ciudades medias han logrado capitanear un crecimiento económico que parecía reservado casi de forma exclusiva a las grandes metrópolis.

Son, por decirlo de alguna manera, el ejemplo evidente de que la economía no es solo cantidad, sino que hay algo más valioso que hace despegar una región y un país: las ideas y la diversificación geográfica.

Entre las ideas no solo cabe la innovación disruptiva que hace de algunas regiones pioneras en un nuevo sector o nicho de mercado que se propaga rápidamente por el mundo, gracias a la globalización y la internacionalización de la economía a través del idioma universal de los negocios, el inglés. Por ejemplo, en este escenario, noruegos, suecos y fineses han logrado convertir sus economías en potencias intermedias con apenas cinco millones de habitantes o diez en el caso de Suecia. Es decir, el tamaño de una comunidad autónoma española… En el caso de Noruega, el petróleo ha ayudado en las últimas tres décadas, pero su economía está tan diversificada que a día de hoy el oro negro apenas supone el 20% del PIB. El resto de economías nórdicas y el ejemplo de las ciudades alemanas no dependen, para nada, del petróleo o de recursos naturales ingentes, sino de ideas y una economía industrial y exportadora.

Alemania, ejemplo de ciudades pequeñas y ricas

Por otro lado, está la diversificación geográfica. A priori puede parecer un concepto extraño si lo asociamos al crecimiento de una economía, pero en las grandes economías ha funcionado hasta ahora y sigue haciéndolo, excepto en España, porque no existe esa diversidad geográfica ligada a la economía y al establecimiento de grandes compañías. Y voy con ejemplos.

Si alguien busca la sede de las empresas con mayores ingresos de Alemania se sorprenderá al comprobar que Berlín, la capital, no tiene relevancia como centro empresarial, cediendo este protagonismo a urbes mucho más pequeñas o aparentemente menos importantes, como Wolfsburgo (ciudad de 120.000 habitantes, primera en el ranking por ser la sede de Volkswagen), Düsseldorf, Stuttgart, Ludwigshafen, Neckarsulm y Bonn.

En Alemania, primera potencia europea, no hay una ciudad que tenga una primacía económica clara y aplastante sobre las demás, sino que la riqueza está mucho más repartida en distintas regiones. Esto ha contribuido a la movilidad laboral que también impera en Estados Unidos, donde Nueva York sobresale, pero no con una ventaja abismal sobre Chicago, Los Ángeles, Philadelphia, Houston o Atlanta. Y en política no es nada sin Washington.

España, cosa de dos

¿Y cómo está España? Pues bien en cuanto a ideas, pero mal en relación a la diversificación geográfica. Las áreas periféricas (Catalunya, Euskadi, Galicia y Valencia) han sido tradicionalmente más emprendedoras que la meseta y centro peninsular, cuya economía ha estado siempre subordinada al poder político de la Corte ­(y hoy en día al Boletín Oficial del Estado).

Según el Registro Mercantil, el 55% de la facturación del medio millón de compañías más importantes del país se concentra en las provincias de Madrid y Barcelona, las dos ciudades más pobladas. Es un peso muy importante que supera con creces su cuota demográfica. Esto deja en una situación delicada al resto de territorios, si bien hay provincias que destacan entre las demás, aunque a años luz de las dos primeras, como son Valencia, Bizkaia, A Coruña y Sevilla (con más del 2% de la facturación total de España).

¿Hay alguien pensando...?
En España podemos seguir concentrando la economía en dos ciudades o provincias, pero eso significa poner la mayor parte de los huevos en la misma cesta y pésimo atractivo del país en su conjunto para compañías foráneas, además de perjudicar la tan ansiada y necesitada movilidad laboral, que será la gran baza para tener un mercado de trabajo saludable en nuestro país. Sin ciudades de peso aparte de Madrid y Barcelona, nuestro país está abocado a un comportamiento bipolar demasiado arriesgado y con pocas oportunidades para el futuro, sobre todo teniendo en cuenta la situación límite de recursos hídricos en que se encuentra la capital española, que ya depende de la construcción de nuevas presas en las autonomías circundantes (que no son precisamente abundantes en este recurso) para mantener su crecimiento.
La industria, gran eje de crecimiento, no puede hoy en día estar alejada de las grandes rutas marítimas, pero la fachada atlántica y cantábrica está desaprovechada, además de que la inversión en infraestructuras prefiere llevar Cercanías o Metro a barrios todavía despoblados de Madrid, mientras que los puertos con industria y comercio todavía esperan una conexión ferroviaria en condiciones. ¿Hay alguien pensando en qué economía y qué territorio queremos para el medio y largo plazo? Y no podemos hablar mucho de futuro, porque el tiempo se agota.

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