¿Qué fue de las obras sociales con la desaparición de las cajas de ahorros?

Entrega de instrumentos en un centro patrocinado por Abanca. / Mundiario
Entrega de instrumentos en un centro patrocinado por Afundación, de Abanca. / Mundiario

Aunque el concepto de “banca ética” pueda parecer un oxímoron, los bancos se esfuerzan en demostrar que no es así y que ambos conceptos pueden ir perfectamente de la mano.

¿Qué fue de las obras sociales con la desaparición de las cajas de ahorros?

Aunque en ocasiones el concepto de “banca ética” pueda parecer un oxímoron –figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto–, las entidades bancarias se esfuerzan en demostrar que no es así y que ambos conceptos pueden ir perfectamente de la mano.

Tal vez la paradoja resulta menos sorprendente si en lugar de bancos se hace mención a sus “hermanas”, las cajas de ahorro, cuya peculiaridad es, en teoría, que las abandera su vocación solidaria y social. Como distinción, estas entidades de ahorro manifiestan una especial preocupación por los ciudadanos y el entorno en el que desarrollan su actividad, algo que se traduce en la reinversión de una parte de sus beneficios a fines sociales de variada naturaleza.

Sin embargo, actualmente poco queda en España de estas tradicionales cajas de ahorro, algunas de las cuales desempeñaban su labor desde hacía más de 80 años. Si antes de que estallara la crisis convivían unas 45 cajas en todo el país, hoy en día solamente resisten dos, como explican los expertos del comparador financiero HelpMyCash.com.

La valenciana Caixa Ontinyent y la mallorquina Caixa Pollença son las únicas supervivientes que en 2017 siguen combinando la labor social con el negocio de gestionar las cuentas de sus vecinos más cercanos. Una proximidad que, lejos de ser en sentido figurado, está establecida por la última Ley 26/2013, que regula la actuación de las cajas de ahorro limitando geográficamente su campo de actuación a la comunidad autónoma de origen. También restringe sus activos, cuyo valor no puede superar los 10.000 millones de euros anuales.

Un nuevo concepto de solidaridad

Tras la desaparición de casi todas las cajas de ahorro durante la crisis y su posterior transformación en bancos, todo apuntaba a que los más perjudicados serían los ciudadanos que tradicionalmente se beneficiaban de estas ayudas (pasando por alto los escándalos de corrupción política que en los últimos años acabaron enterrando a las mencionadas cajas).

Lo cierto es que el descenso de fondos destinados a obras sociales se ha visto notoriamente mermado: las cifras como los más de 2.058 millones de euros que en 2008 se destinaron bajo el concepto de “obra social” no se han vuelto a ver. Y solo siete años más tarde, en 2015, la suma ya había descendido a 625 millones de euros.

No obstante, las entidades bancarias constantemente se encargan de mostrar una buena cara y de apostar por acciones que impacten positivamente en el medio ambiente y la sociedad en general, aunque con fórmulas innovadoras respecto a las antiguas cajas de ahorro.

En este sentido, desde ya hace tiempo existen en España entidades como Triodos Bank, un banco que con su operativa permite financiar proyectos de organizaciones que apuestan por el medio ambiente, así como iniciativas sociales y culturales.

También cabe señalar que la mayor parte de los bancos que operan en España cuentan con una faceta solidaria. Es el caso, por ejemplo, de Mediolanum, cuyo proyecto denominado ‘Mediolanum Aproxima’ trabaja codo con codo con numerosas ONG de diverso calibre, en muchos casos apadrinadas por sus propios Family Bankers.

Los principales grupos bancarios y los fines sociales

Si se busca una relación entre los beneficios de los bancos y su colaboración para con la sociedad hay que fijar el punto de vista en los tres grupos bancarios más importantes de España: CaixaBank, Santander y BBVA. Es precisamente ese el orden que siguen teniendo en cuanto a las cifras que invierten en fines sociales.

Sin embargo, es necesario distinguir que CaixaBank o, mejor dicho, la Fundación La Caixa, es la organización privada que más fondos destina de todo el país a la acción social. Concretamente, para el 2017 el presupuesto reservado a estos fines es de 510 millones de euros, un número que la sitúa muy por encima de sus competidores.

Por su parte, según datos de 2016, la Fundación Santander destinó 7.122.318 euros repartidos en diversos campos de ámbito nacional, mientras que la Fundación BBVA, cuyos últimos datos publicados pertenecen al ejercicio de 2015, otorgó una cifra aproximada de 6 millones de euros, principalmente dedicados a sus conocidos Premios Fronteras del Conocimiento. 

 

El caso de Abanca y Afundación
Redacción
En Afundación, la obra social de Abanca, buscan la realización de una acción educativa, social y cultural que contribuya a "mejorar la sociedad gallega dentro y fuera de Galicia", posibilitando "el desarrollo integral de las personas".
"Desarrollamos programas que completan la oferta del resto de instituciones gallegas públicas y privadas, en el ámbito de la educación superior, mediante la implementación de un modelo innovador y de calidad orientado al mundo de la empresa; el envejecimiento activo, y el fomento de la formación y el desarrollo de las personas a través de la cultura", asegura Miguel Ángel Escotet Álvarez, presidente de Afundación.
Además de ser "el principal promotor de la mejora social en Galicia", Afundación es "el principal agente de responsabilidad social corporativa de la primera entidad financiera gallega", Abanca, que nació con "un marcado carácter socialmente responsable2 y que es su "motor y mecenas único".

 

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