La evasión fiscal es un mal endémico en economías en desarrollo y tiene múltiples causas

Vistas del centro de San José, en Costa Rica.
Vista del centro de San José, en Costa Rica.

Costa Rica carece de una estructura tributaria, sobre todo en el impuesto de ventas, que favorezca la recaudación, existiendo múltiples fugas y espacios para evadir legalmente el pago de impuestos.

La evasión fiscal es un mal endémico en economías en desarrollo y tiene múltiples causas

Costa Rica carece de una estructura tributaria, sobre todo en el impuesto de ventas, que favorezca la recaudación, existiendo múltiples fugas y espacios para evadir legalmente el pago de impuestos.

El actual gobierno de Costa Rica ha dicho que no tocará un solo impuesto para resolver el problema fiscal hasta finalizar el segundo año de mandato, lo que implica que la solución fiscal vendrá o por disminuir el gasto público y/o mejorar la recaudación fiscal vía una disminución sustantiva de la evasión de los impuestos existentes. Este tema, el de la evasión fiscal, es un mal endémico en economías en desarrollo y tiene múltiples causas y motivadores. Una de las principales causas de la evasión es la debilidad institucional asociada con la gestión de la información y de un adecuado control y seguimiento de los procesos económicos que van desde la importación, producción y consumo de los bienes y servicios en el territorio nacional. Un segundo tema, no menor en importancia, es la estructura tributaria, la cuál, puede favorecer o entorpecer el adecuado control y seguimiento de la huella tributaria. Empero, el tema central del entorno de subdesarrollo, se asocia con una escasa cultura tributaria de la ciudadanía, que hace muy difícil el autocontrol y el manejo adecuado de los premios y castigos al evasor.

Si bien en Costa Rica se tiene un proceso largo de fortalecimiento institucional en aduanas y en tributación directa, aún se carece de una sólida unidad de gestión de la inteligencia tributaria. con frecuencia se dan portillos y oportunidades para salir inmunes ante actos tributarios ilegítimos que derrumban el autocastigo y reducen la prima de riesgo del evasor tributario. De igual forma, el país carece de una estructura tributaria, sobre todo en el impuesto de ventas, que favorezca la recaudación, existiendo múltiples fugas y espacios para evadir legalmente el pago de impuestos. Finalmente, el tema tributario no es adecuadamente gestionado con una cultura de hacienda pública que permita al ciudadano un premio moral de convertirse en un actor de autocontrol tributario ciudadano. Todo lo anterior, termina minando la recaudación de impuestos, cuya evasión puede llegar a representar hasta la mitad o más de lo que se recauda.

No quisiera sonar aguafiestas sobre los esperados resultados de las posibles medidas y gestiones del actual gobierno, pero me parece iluso y poco práctico asumir que un programa de combate a la evasión pueda resolver en forma sustantiva y sostenible la difícil situación fiscal que tiene el país. Si bien es necesario, las medidas contradictorias que se han tomado en estas primeras semanas del gobierno, están creando mayor incertidumbre y un mayor premio al evasor, al dejar inmune delitos tributarios en proceso. Una moratoria tributaria o la negociación con evasores es el peor mensaje de un gobierno que pretenda hacer del combate a la evasión su caballo de batalla. El programa contra la evasión anunciado es ambiguo y lleno de vacíos sobre sus posibles resultados, así de esa forma, será poco probable que tenga éxito.

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