O Europa le echa una mano a España o el ajuste hará historia

Nadia Calviño. / Twitter
Nadia Calviño, ministra de Economía y Empresa de España. / Twitter
El hundimiento del PIB, muy superior en España a la media de la eurozona, anticipa lo que viene de camino: menos ingresos públicos, más déficit y más deuda.
O Europa le echa una mano a España o el ajuste hará historia

Tres nuevos datos constatan la gravedad de la situación económica: 1) en España, el coronavirus hundió la economía un 5,2%, el peor dato en casi un siglo; 2) la economía de la zona euro se desplomó un 3,8% por la pandemia, y 3) el BCE prevé que la economía de la zona euro se contraiga entre el 5% y el 12% en 2020.

España tiene una situación muy complicada, debido a la crisis del coronavirus. Tanto por la dimensión de la crisis sanitaria como de la crisis económica. Lo fácil en estos casos es echar balones fuera e imaginar que desde Europa van a resolver los problemas de España. Puede ser que en parte sea cierto –a crédito–¬, pero no lo es menos que la Unión Europea no es un estado, sino una asociación de estados, donde cada uno se busca la vida como mejor puede.

Alemania controla todo el tinglado europeo por el peso de su PIB en la UE y el apoyo que recibe de sus países de su entorno. Juntos deciden. España –agobiada económicamente– ha tratado de plantarles cara, aliada con Italia y en cierto modo con Francia. Del mismo modo que Holanda hace de poli malo de Alemania, España hace de poli malo de Francia. Es una manera de que los dos grandes no se peleen en público, lo cual es una buena noticia, ya que todos recordamos qué suele pasar en Europa cuando Alemania y Francia no se llevan bien.

Francia es, de hecho, la gran esperanza de España en el tablero de juego de la UE. Su situación económica también es muy delicada, tanto en términos de déficit público –superior (3%) incluso al de España (2,8%) en 2019– como de deuda pública, con un 95,8%, no muy lejos del 98,1% de España, pero con el hándicap de que el nivel de gasto público sobre PIB en Francia es mucho más alto que en España, ya que su aparato del Estado es mayor, el más grande de toda Europa, por delante incluso de la poderosa Alemania.

Debido a la crisis sanitaria, países como Italia, España o Francia necesitan recursos de los que carecen para afrontar la situación. Por eso piden apoyo en el marco europeo, lo que supone pedírselo a Alemania y a sus socios, todos ellos sin tantos problemas y, además, con mejor situación de partida, ya que ellos sí hicieron los deberes en los últimos años, mediante el ajuste de su déficit público y la consiguiente contención de su nivel de deuda.

Alemania, que es un país exportador y vive también de lo que vende en Francia, Italia y España, sabe que algo debe hacer, no tanto por solidaridad como por su propio interés. Si Francia, Italia y España se hunden –léase dejan de consumir–, a Alemania también le irá mal. De entrada, Berlín ofrece dinero europeo a crédito, el que sea –lo que haga falta–, pero los países en dificultades quieren dinero que no sea preciso devolver o que al menos se cubra entre todos. Y, desde luego, sin condiciones. La historia se repite. España pide ahora lo que exigía Grecia en 2015, en ambos casos de la mano de gobiernos de izquierdas, más de izquierdas de lo que suele ser habitual en Europa. En Grecia ya sabemos como acabó el cuento: mal, muy mal. Tuvieron que hacer severos ajustes que forzaron la caída del ministro Yanis Varoufakis, al tiempo que la mayoría de gobierno se rompía y 25 diputados de Syriza protagonizaban una escisión.

¿Se repetirá la historia con España? Seguramente a Angela Merkel no le disgustaría, por eso jalea a su poli malo holandés, tan macarra que tuvo que disculparse. Si el Yanis Varoufakis español fuese Pablo Iglesias y los escindidos, los de Podemos, en Berlín –y en la CEOE– estarían más tranquilos. Pero tal vez no sea necesario llegar tan lejos, ya que el apaño que hay que hacer con Francia terminará por beneficiar a España. Para salir de dudas habrá que aguardar al 6 de mayo. Falta poco. @J_L_Gomez

Un escenario con menos ingresos y más gastos

Sin ayuda europea, a España le resultará difícil soportar su deuda. Incluso refinanciarla. Es tanta –supone la principal partida de gasto del Estado– que sale cara, muy cara. Por encima de los 30.000 millones, más que las políticas sociales y más que lo que cobran todos los funcionarios. Una barbaridad. Ahora necesita emitir unos 300.000 millones, 200.000 millones para afrontar los vencimientos y 100.000 millones más para cubrir el déficit. O Europa echa una mano o el ajuste hará historia.  

La recesión económica traerá consigo en España una fuerte caída de los ingresos públicos, ya que se recaudarán menos impuestos y menos cuotas de la Seguridad Social, que en el fondo constituyen otro impuesto. Por el contrario, los gastos irán en aumento para seguir atendiendo a los pensionistas, los desempleados y los trabajadores sujetos a ERTEs, sin perder de vista los 75.000 millones de la sanidad –o más–, los 50.000 millones de la educación y los 30.000 millones de políticas sociales. @mundiario

––––––––– PROTAGONISTAS –––––––––

> Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.- Cedió en los eurobonos y ahora medita hasta qué punto cederá en las condiciones financieras que van a aplicarle a España por prestarle dinero. No lo tiene fácil pero, además, su política y sus compañeros de viaje no le ayudan a defender sus tesis. 

> Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno.- Su falta de liderazgo político denota que el presidente del Gobierno no se lo concede. O bien para no contrariar a sus socios o bien porque prefiere asumir todo el peso de la negociación en Europa sin nadie que le haga la más mínima sombra. 

> Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno.- Su idea de ofrecer lo que no tiene está a punto de chocar con la realidad. España no tiene margen para acometer sus políticas de gasto. Le queda asumir el ajuste que viene o irse, como Yanis Varoufakis en Grecia, y decir que él no está para eso. 

> Angela Merkel, canciller de Alemania.- Del mismo modo que Sánchez deberá pensar hasta dónde cede, Merkel debe calibrar hasta dónde aprieta. Ambos tienen ya los días contados para llegar a un acuerdo en el Consejo Europeo. A ver si ninguno de los dos se pasa, como en las siete y media. @mundiario

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