La estrategia del “América Primero" no beneficiará a los trabajadores estadounidenses

Buscar el predominio de EEUU sobre sus vecinos norteamericanos no beneficia a nadie. / RRSS
Buscar el predominio de EEUU sobre sus vecinos norteamericanos no beneficia a nadie. / RRSS

Los objetivos de la administración para las negociaciones del TLCAN con Canadá y México ayudarán poco a los trabajadores estadounidenses.

La estrategia del “América Primero" no beneficiará a los trabajadores estadounidenses

La administración Trump está avanzando en los planes de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México, y las conversaciones para el mismo comenzarán el 16 de agosto.

Desafortunadamente, la renegociación del TLCAN, especialmente según lo planeado por el equipo comercial de Trump, traerá pocos beneficios significativos a los trabajadores estadounidenses, y tampoco creará prosperidad para los demás firmantes. Aunque las estimaciones plausibles de las pérdidas de empleos causadas por el comercio de los Estados Unidos con México oscilan hasta cerca de 700.000, los ajustes al TLCAN propuesto por el Representante de Comercio de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, no traerían la mayoría de esos empleos de vuelta.

Lighthizer dijo que el objetivo principal de la administración es reducir los déficits comerciales de Estados Unidos con Canadá y México. El verdadero objetivo, sin embargo, no debe ser mejorar las balanzas comerciales bilaterales por sí mismas, sino más bien fomentar una estructura industrial integrada en Norteamérica que pueda proporcionar empleos y salarios más altos para los trabajadores en los tres países.

La propuesta también incluye varios elementos que los canadienses y los mexicanos seguramente rechazarán o demandarán para sí mismos también. Uno de esos objetivos es el derecho a perseguir las políticas de "Comprar en América". Lighthizer también quiere fortalecer la capacidad de los Estados Unidos para imponer restricciones comerciales como aranceles y derechos antidumping a los otros dos miembros del TLCAN.

En lugar de castigar a los demás miembros del TLCAN, sería mucho más sensato que las tres partes se concentraran en una mejor coordinación de sus políticas para contrarrestar las prácticas comerciales desleales de fuera del continente, como las importaciones de acero procedentes de China.

Además, los cambios propuestos al TLCAN ni siquiera empezarían a abordar el mayor problema que afecta a la mayoría de los trabajadores estadounidenses, y que es la creciente brecha entre el aumento de la productividad laboral y el estancamiento de los salarios ajustados a la inflación.

De hecho, esta brecha está aumentando también en México, lo que sugiere que los trabajadores mexicanos tampoco se han beneficiado de la estrategia comercial del TLC de su gobierno. Ninguno de los cambios propuestos por la administración cambiaría el hecho de que los costos laborales de la manufactura en México representan sólo un 16% de los niveles de los Estados Unidos, una brecha que continuará atrayendo a muchas industrias al sur de la frontera sin importar las revisiones al TLCAN.

Una de las mejores maneras de mejorar el acuerdo sería que los tres países se comprometan a invertir más en sus recursos públicos, tales como infraestructura, educación, y tecnología. Aunque Trump prometió un plan "masivo" de infraestructura durante la campaña, se ha retractado de hacer una importante inversión federal, y su presupuesto propone grandes recortes a la ciencia, la investigación, y el desarrollo.

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