¿Están los tratados comerciales internacionales al servicio de la hegemonia estadounidense?
Un nuevo orden comercial mundial se está gestando y no parece que los medios informativos, salvo los muy especializados, le estén dedicando la atención debida, denuncia este experto.
Se dice que el libre comercio no es una garantía de la paz , pero sí uno de sus más leales aliados. Pues bien, un nuevo orden comercial mundial se está gestando y no parece que los medios informativos, salvo los muy especializados, le estén dedicando la atención debida dada su trascendencia para la vida de todos. Son dos los procesos que van avanzando de forma paralela, aunque con dificultades.
Por un lado, la negociación del Transpacific Partnership (TPP) entre 11 países de la ribera del Pacífico, (Estados Unidos, Canadá, México, Perú, Chile, Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam),esto es, el 30% del PIB mundial, que acordaron poner en marcha una amplia zona de libre comercio bajo la batuta de los Estados Unidos. Beneficios esperados de este acuerdo: más crecimiento, más empleos. También, se dice, crear un instrumento al servicio de un proyecto político estadounidense más ambicioso: tejer lazos comerciales con países del Pacífico políticamente afines como Chile, Perú, México, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y en América Latina contener a países como Brasil, Argentina o los del Alba ( Bolivia, Cuba, Venezuela ) que proclaman su voluntad de independencia.
Por otro lado, en el mes de julio pasado se han abierto en Washington las negociaciones oficiales para el Acuerdo Trasatlántico sobre Comercio e Inversión (TITP, en inglés) entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Los dos bloques representan aún el 40% del PIB mundial y un tercio del comercio total de bienes y servicios del mercado internacional. El mismo objetivo declarado: promover el crecimiento económico, crear más empleo, pasando de una dinámica de competencia a otra de cooperación.
Objetivo
Ambas acciones tienen un objetivo global mayor: preparar una contraofensiva geopolítica frente a la pérdida de influencia de Estados Unidos y Occidente en el mundo, desplazados en beneficio de China y las nuevas economías emergentes como los BRICS (Brasil,Rusia,India,China,Sudáfrica). De hecho, según la OCDE de aquí al 2015 el 90% del crecimiento mundial se generará fuera de Europa, y un tercio sólo en China. Según Javier Solana,” Europa y Estados Unidos se necesitan mutuamente y la cooperación entre ambos lados del Atlantico es clave”. El discurso oficial proclama que no es un acuerdo contra nadie y, es cierto que , del lado de la UE, el mayor socio comercial de China, existe un mandato para negociar su propio acuerdo de libre comercio con el gigante asiático, aunque ello sólo se vislumbre en el medio o largo plazo.
Contenido
En el ámbito del TTTP se busca eliminar los obstáculos arancelarios y no arancelarios, que son el resultado de diferencias en materia de normativa y legislación y que obstaculizan el libre comercio.
Se calcula que el coste derivado de la burocracia innecesaria puede añadir al precio de las mercancias el equivalente a unos aranceles de entre el 10 % y el 20%, un gasto extra que tiene que soportar el consumidor. Ejemplos prácticos se encuentran en el sector del automóvil, sometido a normas de seguridad distintas que, en virtud del acuerdo, serían reconocidas por ambas partes, pudiendo venderse a ambos lados del Atlántico sin necesidad de nuevos controles o adaptaciones. Idéntica situación se da en el sector farmacéutico, sometido a reglas comunes OCDE pero con normas de inspección distintas en EEUU y la UE, y con respecto a la legislación fitosanitaria.
La eliminación de aranceles aportaría ventajas competitivas a sectores europeos como por ejemplo, el textil, calzados, cerámica, productos alimenticios de calidad (jamón, chocolate, quesos, manzanas, vino, cerveza, etc.). Por su lado, los EE UU están interesados en aumentar la venta de sus productos agrícolas, como el trigo y la soja.
La apertura en el mercado americano de la contratación pública podría permitir a las empresas de construcción europeas competir en los proyectos de infraestructuras en ese país.
En materia de comercio de servicios, se contemplan los servicios financieros, para asegurarse que los reguladores cooperen en la ejecución de las normas en los mercados domésticos,y la liberalización del transporte aéreo y marítimo, para impulsar las inversiones.Asimismo,se incluye un mecanismo de resolución de litigios entre los inversores y el Estado.
Actores
En política comercial, es la Comisión quien negocia en nombre de la UE y sus Estados Miembros. Tiene informados de la evolución de las negociaciones a los Estados miembros, en el Consejo y al Parlamento Europeo. Una vez que los negociadores hayan alcanzado un acuerdo, el Consejo, junto con el Parlamento Europeo, aprobará o rechazará el acuerdo final.
Por parte de los Estados Unidos es el Congreso quien aprueba o rechaza el acuerdo. Al parecer, por el momento no hay mandato expreso del Congreso para seguir las actuaciones.
En general, se considera que en un par de años, o sea en 2015, podría alcanzarse un acuerdo, aunque lo más importante es que el resultado esté a la altura de las ambiciones.
Transparencia
El reciente escándalo del espionaje masivo de los Estados Unidos y las reacciones en Europa, están poniendo en cuestión las negociaciones del TIPP. No obstante, es significativo que la industria alemana haya mostrado su preocupación y exigido al Gobierno que dé los pasos necesarios para proteger a las empresas, pero sin poner en peligro el futuro tratado de libre comercio.
Si bien es cierto que las negociaciones comerciales requieren un cierto grado de cofidencialidad y un clima de confianza entre los negociadores, se trata de encontrar un equilibrio con las exigencias de transparencia cara a los Estados miembros y al Parlamento Europeo. Pero sobre todo, para evitar malas percepciones en la opinión pública, que está preocupada por estos acuerdos que tendrán fuerte impacto en cuestiones de medio ambiente, organismos transgénicos, amenazas a la sanidad pública, de libertades públicas, de control de Internet y de limitaciones de los derechos sociales y, en definitiva, que las negociaciones del TTIP sirvan para romper los niveles de protección conquistados en su día y mantenidos por las movilizaciones sociales.