España, un país con múltiples ejemplos de reglas poco inteligentes que afectan al bienestar

Coronavirus en el mundo. / Mundiario
Coronavirus en el mundo. / Mundiario
Basta mirar alrededor: con iguales impactos, muchos de los vecinos de España comienzan a mirar adelante, pero los españoles no. En tiempos de crisis con virus sanitarios o sociales, las reglas de otros países han sido más inteligentes y útiles a su bienestar.
España, un país con múltiples ejemplos de reglas poco inteligentes que afectan al bienestar

Muchas veces lo que es obvio no se ve. Conviene abstraerse del día a día  y ver la costa a cierta distancia para apreciar mejor los accidentes del paisaje. Si bien este ejercicio no debe ser muy recurrente so pena de convertirnos en estatuas de sal. 

H. Geoffrey Brennan y James Buchanan ponen de manifiesto en su libro El Poder Fiscal, ideas de la máxima actualidad. Ambos comparten la idea de Montesquieu de que, quien tiene el poder lo ejercerá mediante el abuso hasta encontrar los limites. Los limites están el las reglas y estas buscan su origen en la Constitución y la Ordenación del Estado, solo así, los individuos nos podemos defender del abuso de las corporaciones y del abuso del gobierno. Solo con reglas que limiten su poder. 

Reglas electorales, económicas, y en cualquier caso enfocadas  a la unanimidad y al consenso. Caso contrario nos encontraremos con políticos que jamás harán caso a los técnicos y con empresarios que tampoco. El  final de la historia es que se preguntarán qué pasó para perder su escaño o su empresa.

La clave de las reglas

¿Qué pasa si subimos un poco los impuestos? ¿Y si bajamos un poco los salarios de los funcionarios? ¿Si subimos algo la electricidad? ¿Y si subimos los precios de nuestros productos? ¿Y si vendemos hipotecas con pocas garantías? Pues en principio no pasa nada, salvo que, políticos, grandes corporaciones y pymes ganan más durante un cierto tiempo, hasta que todo cambia, luego se preguntan qué ha pasado cuando cesa la música. La explicación está en  la ausencia de reglas firmes  y de consenso, que han vaciado las arcas y las voluntades de los ciudadanos de consumir e invertir, la maquina entonces da signos claros de que no funciona. El problema de las crisis económicas, desde este punto de vista, es de componente doméstico y está en las reglas que nos hemos establecido como sociedad. 

A modo de ejemplo, sería lógico que la descentralización del poder político conllevara un cierto grado de bienestar, por evitación del abuso del poder central, sin embargo al cabo de los años pagamos cada vez más por los dos, y se endeudan con nuestro dinero sin pedirnos explicaciones sobre el gasto, lo que constituye un abuso doble cuando antes era sencillo, aunque siguiera siendo abuso. Otro ejemplo de regulación ingenua seria lo que nos cuestan al año todos los europeos que vienen a España a hacerse operaciones carísimas que no les pagan en su país. Regulación ingenua, coste elevado y pérdida de bienestar para los nativos. Otra más,  la ayuda internacional de España no se acompaña con la exigencia de que las obras de infraesttucturas de los países que la reciben, las hagan empresas españolas. Nuestros vecinos sí lo hacen. Nuevamente reglas ingenuas. Así veremos múltiples ejemplos de reglas poco inteligentes que afectan a nuestro bienestar.

Pasamos de la desregulación ingenua de la Transición, apoyada por una lectura social del Estado Democrático excesivamente permisiva en sus reglas de juego, que al no establecer límites adecuados ha convertido a los sujetos del poder, en muchos casos, en unos déspotas benévolos y cortoplazistas que lentamente nos han conducido a una suerte de descapitalización moral y económica. Y lo que es peor a una suerte de pensamiento único que no admite disidencias en nombre de la democracia. Todo ello apunta a una enorme perdida de oportunidades para una sociedad avanzada como la nuestra.

El premio Nobel de Economía James Buchanan. / Mundiario

El premio Nobel de Economía James Buchanan. / Mundiario

En busca del consenso

Si algo tenemos que entender del pasado reciente es que la única forma de crear un futuro estable será la de crear reglas orientadas a la unanimidad y el consenso social que impliquen a políticos y productores limitando su poder de abuso, que no su poder de acción. Estamos pagando muy caro los ciudadanos unas reglas poco firmes y poco  inteligentes en su orientación hacia nuestro bienestar. Creo que Buchanan y sus seguidores dan en la clave. 

¿Cómo se llega a modificar las reglas y orientarlas exclusivamente al bienestar de los ciudadanos? No trato de ser  quien dé una respuesta a una pregunta tan complicada, sin embargo el único medio está en el convencimiento absoluto de que ya no hay nada que ganar con las actuales reglas, con soluciones poco inteligentes en su desarrollo. Las nuevas reglas deben ser de consenso, duela a quien duela, e inteligentes, de modo que proyecten nuestras capacidades, también deben ser complejas, dado que la sociedad lo es. A toda costa deben evitar abusos de individuos o colectivos que perjudiquen el bienestar de todos. Estas son las líneas fundamentales de la recuperación moral, económica y social. Basta mirar alrededor: con iguales impactos, muchos de nuestros vecinos comienzan a mirar adelante, nosotros no; sus reglas han sido más inteligentes y útiles a su bienestar en tiempos de crisis con virus sanitarios o sociales. @mundiario

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