El escándalo de la banca española sigue sin estar plenamente resuelto ni aclarado

Torre de Bankia, en Madrid.
Torre de Bankia, en Madrid.

Miles de millones de euros en juego no se pueden maquillar con cuatro datos sobre las tarjetas black y la compra de lencería. Ni siquiera con cuatro o cinco chivos expiatorios a los que enviaron a prisión. El problema de fondo sigue estando ahí…

El escándalo de la banca española sigue sin estar plenamente resuelto ni aclarado

Puede ser que la manera de hacer política en España y la manipulación informativa hayan conseguido que en la memoria colectiva de la gente se asocie la crisis de la banca a las tarjetas black y a las remuneraciones de directivos de las cajas de ahorros –algunos de ellos en prisión–, pero la realidad –al menos en términos económicos– es bien distinta.

El problema –más bien problemón– que no solo queda en la memoria colectiva sino en sus cargas fiscales presentes y futuras es la factura de dinero público superior a los 40.000 millones de euros que deberán pagar todos los contribuyentes debido a la crisis financiera.

Cada contribuyente tendrá que pagar al menos 2.000 euros por el rescate de la banca en España pero de eso nadie le habla

Traducido a un lenguaje más comprensible, como en España hay 19,3 millones de personas que pagan impuestos, a cada uno le tocarán al menos 2.000 euros solo por ese motivo. En realidad, probablemente más, pues hay organismos que elevan considerablemente esa cifra de 40.000 millones.

El diario El País ha publicado un editorial en el que destaca que conviene aclarar del todo los criterios de inspección bancaria durante la crisis, pero hay más. De entrada, resulta incomprensible –e intolerable– que en un país como España sus ciudadanos no sepan cuál es su verdadera factura por el saneamiento de los bancos.

Las mismas autoridades que son tan minuciosas para contarle a la gente cuánto gastaron algunos directivos de Cajamadrid en comprarle lencería a sus mujeres o a sus amantes, con fondos de la caja que dio lugar a Bankia, resulta que son incapaces de determinar cuántos miles de millones de euros le costará al Estado el saneamiento financiero. Las explicaciones dadas por el gobernador del Banco de España, en respuesta al editorial de El País, son claramente insuficientes.

En España se pasó de decir que el rescate de la banca no iba a tener coste para los ciudadanos –palabras de Rajoy– a que las cifras de miles de millones de euros se dispararon

En España se ha pasado de decir que el rescate de la banca no iba a tener coste para los ciudadanos –palabras de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, en junio de 2012– a que las cifras de miles de millones de euros se han ido elevando a medida que algún organismo supervisor o de control ha revisado las cuentas de la banca y del Estado.

Probablemente, como dice El País, gracias a las instrucciones dadas por el Banco de España en el momento de mayor crudeza de la crisis, las entidades de crédito habrían podido disimular el efecto destructivo de la morosidad y diferir las correcciones necesarias, lo cual hace conveniente una reacción por parte del Banco de España. Pero no es menos cierto que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no solo debe conseguir que desde Cibeles aclaren los criterios de inspección bancaria, sino que debe explicar su propia actuación política y la de su Gobierno.

La Oposición española –la nueva y la de siempre– no ha logrado adentrarse en este problema y, en general, se ha dejado llevar por quienes ponían el foco en las black y la compra de lencería fina, lo cual demuestra un bajo nivel político, solo justificable en un clima de populismo o de querer mirar para otro lado.

El problema de los españoles ante las verdaderas desfeitas en la banca y en las antiguas cajas de ahorros se mide en miles de millones de euros. Y a día de hoy, los contribuyentes ni saben cuántos son ni, por tanto, cuánto tendrán que pagar.

Si el Gobierno del PP y su cándida Oposición, del mismo modo que la Justicia, no logran aclarar de una vez este problema histórico, exigiendo responsabilidades a los culpables –y no solo a cuatro o cinco chivos expiatorios–, se habrá consumado una magnífica excusa para los verdaderos responsables y un monumental atentado a la democracia. @J_L_Gomez

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