La enfermedad crónica del autónomo: gestión empresarial muy deficiente

En una cuerda floja: así está el ánimo de los autónomos.
En una cuerda floja: así está el ánimo de los autónomos.

El fracaso empresarial del autónomo es un fracaso de la sociedad. La Administración pública debe poner los medios para asegurar el éxito. Las ayudas deben ser distintas a las actuales.

La enfermedad crónica del autónomo: gestión empresarial muy deficiente

Por fin una Administración Pública, en este caso la Xunta de Galicia, ha publicado, el pasado mes de agosto,  una ayuda denominada “Programa de Bono de las personas Autónomas” destinada a mejorar la Gestión Empresarial del Autónomo en todos los ámbitos: financiero, marketing, producción, logística, marketing online, e incluso en redefinición del modelo de negocio.

La Xunta de Galicia parece dispuesta, ahora, ayudar a los autónomos de forma consistente al impulsar la Mesa del Autónomo, creada hace cuatro años, en la que participan las tres principales organizaciones de autónomos, como son AUGA, APE y ATA, así como la propia Secretaria Xeral de Emprego, con el fin de consensuar las acciones a realizar para ayudar a la consolidación del empleo autónomo. El Bono Autónomo solo es para Mil autónomos, de los 218 mil que se estima existen en Galicia. 

Las estadísticas son contundentes y repetitivas a lo largo de los años: solo dos de cada diez negocios continua abierto después de cuatro años.

Por tanto, la conclusión es también contundente: la mayoría de los emprendedores inicia un proyecto empresarial sin realizar un plan de negocio riguroso, y mucho menos hace un seguimiento profesional del mismo a lo largo de su trayectoria empresarial, lo que les lleva al cierre, que suele ir unido a quedarse con unas deudas que le lastran durante buena parte del resto de su vida.

Pero es que de esos dos autónomos que continúan su proyecto después de esos cuatro  años iniciales, lo más seguro es que solo alcancen unos ingresos netos para mantener humildemente a su familia, en definitiva, tiene un Auto-empleo, pero con muchos más quebraderos de cabeza, y con muchas menores prestaciones que si trabajara empleado en una empresa, esencialmente porque cotiza, como autónomo,  por una cuota mínima obligatoria.

Debemos recordar que hay una raza de autónomos, generalmente no reconocida por la administración pública (tampoco en la ayuda de la Xunta de Galicia) que es el autónomo societario, quien además cotiza obligatoriamente por una cuota superior a la del autónomo persona física. Gran número de estos autónomos societarios dirigen una SL porque creen que ahorran impuestos o porque creen que su patrimonio está más protegido que si ejerciera su actividad como persona  física, o porque simplemente era una moda tener una SL, o porque alguien se lo recomendó, pero que tiene un volumen de ventas similar al de cualquier autónomo.

La ayuda de la Xunta de Galicia va dirigida a autónomos con más de 42 meses dado de alta, con una facturación superior a 12mil euros anuales, y que desarrolle su actividad como persona física, por tanto, no acceden los que realizan su actividad como sociedad o SL.

Ante las buenas perspectivas de la ayuda ofrecida, de hasta tres mil euros por autónomo y que se pueden cobrar antes de pagar al profesional elegido para ayudarle, me propuse investigar sobre la acogida de los autónomos, y sorpresivamente descubrí que no están interesados, obteniendo objeciones como: “con lo poco que yo facturo, no necesito ayuda ; ese profesional me va a dar más trabajo ; las medidas a tomar me van a exigir más gastos mensuales ; no creo en las subvenciones, te dan pero luego te quitan ; ¿puedo comprar un ordenador y una máquina? ; ¿y yo que me llevo, qué gano”

Sin duda, lo que debería ser un éxito total al ofrecer gratis al autónomo un análisis profesional y riguroso de su negocio con el fin de mejorar su gestión diaria y ganar más dinero, resulta que el autónomo recela de la ayuda, considerando que no le va a aportar nada, sino más bien todo lo contrario, le generará más gastos periódicos o recurrentes.

He reflexionado sobre las respuestas del autónomo, realizando el siguiente diagnóstico:

El autónomo tiene una enfermedad crónica basada en una educación financiera y en gestión empresarial muy escasa, agravada por la percepción de los mecanismos que la administración pública utiliza para “ayudarle”, como es el fraude de la formación pública muy poco práctica, la burocracia excesiva en la tramitación de las ayudas, y el retraso en el cobro de las mismas. Teme mucho más al incremento de sus Gastos que a la bajada de sus Ventas. En definitiva, se diagnostica una mentalidad mediocre, muy conservadora, de mucho miedo al fracaso, y con una falta de humildad por su exagerada auto-valoración de su talento en gestión empresarial.

Ante este escenario ¿qué medicina hay que aplicar al autónomo para que su gestión empresarial mejore, para que gane más dinero, para que el porcentaje de éxito de negocios aumente siendo una fuente de ingresos recurrente, y no esté condenado al cierre, calificado por la sociedad como fracaso?

En mi opinión, para que los resultados cambien, la gestión del Autónomo debe cambiar también, pero, dada la gravedad de la enfermedad, terminal en la mayoría de los casos, el cambio debe dar un giro de 360 grados, y la Administración Pública está obligada a ayudarles. De lo contrario, las cifras de paro subirán, habrán más autónomos fracasados, y las pensiones tendrán más dificultades al haber menos cotizantes.

¿Cómo puede la Administración Pública ayudar a los autónomos?

En primer lugar, debe ayudar a todos los autónomos, tanto personas físicas como societarios.

En segundo lugar, debe ayudar a todos los autónomos, incluidos a los emprendedores.

Partiendo de que el concepto de autónomo está muy enfermo, quizás en fase terminal, la Administración debe obligar al autónomo a formarse en gestión empresarial y debe hacer seguimiento de que la gestión realizada utiliza criterios profesionales.

El éxito empresarial del autónomo no es solo un éxito individual, es también un éxito de la sociedad.

Es patente y voz populi que el sistema actual de ayudas y subvenciones de la administración pública no es útil ni práctico. Es, más bien, una fuente de creación de fraude y corrupción. Tengamos en cuenta que la objeción más habitual ante cualquier ayuda es “¿y yo qué gano con ello? “refiriéndose a cuánto dinero neto y directo me va al bolsillo. Las subvenciones y ayudas tradicionales, las que se siguen utilizando desde hace muchos años, gozan de presupuestos inflados y trabajos de muy baja calidad y, por tanto, poco prácticos para la evolución empresarial del autónomo. Es consecuencia de una tramitación muy compleja, requisitos muy exigentes, y un cobro muy posterior a la solicitud realizada.

Un conocimiento básico en marketing online, de coaching empresarial y de gestión financiera son imprescindibles, que la enseñanza obligatoria no ofrece, pero que deben ser un requisito previo para poder ser Empresario.

Seguir con el sistema de ayudas y subvenciones que conocemos es una pérdida de dinero y de tiempo, una fuente de fraude, además de un retraso en la evolución de los autónomos, empresarios y de la sociedad en general.

Estamos casi ya en el año 2020 con unas herramientas tecnológicas muy avanzadas que pueden permitir este conocimiento básico del autónomo, así como un seguimiento de su evolución, que garantice que el Autónomo tome decisiones como un Empresario profesional, que como resultado obtenga una nota de éxito excelente y no de muy deficiente, como lo es actualmente.

La Administración Pública está obligada a poner en manos del Autónomo los medios, las herramientas y los sistemas necesarios para que nueve de cada diez negocios mantengan sus puertas abiertas al menos durante cinco años, lo que sin duda hará que dichos negocios se mantengan por muchos años más.

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