En 2008 sonó en España la alarma de una crisis ya prevista por algunos expertos en 2005

Un cambio de sistema y de modelo económico y social. Mientras la recesión continúa en España, se intenta aclarar el inicio de la crisis.
En 2008 sonó en España la alarma de una crisis ya prevista por algunos expertos en 2005

Money rules the world

El euro entró en circulación el 1 de enero de 2002 en los 12 Estados de la Unión Europea   Lif vía Compfight

Las familias españolas, del mismo modo que sucede con el sistema público y privado, sufren hoy las graves consecuencias de un endeudamiento incontrolado que pudo haberse corregido o cuando menos atenuado a tiempo. Entre otras razones, porque ya en 2005 hubo advertencias de expertos en ese sentido, que no se tuvieron en cuenta. Estamos, pues, ante una transición entre dos épocas, donde 2008 marcó un antes y un después. Un cambio en la economía española que dejó lagunas. Digamos que un cambio de sistema y de modelo económico y social resulta inevitable pero en este caso todavía se buscan respuestas. Mientras se intenta aclarar el inicio, el ciclo económico recesivo continúa aplastando España.

El vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda entre 2004 y 2009, Pedro Solbes, fue alertado en abril de 2005 por Juan Manuel Quintero Ortiz, presidente de la Asociación de Inspectores de Entidades de Crédito del Banco de España (AIECA), sobre la situación que se gestaba en el seno de la Supervisión en el Banco de España. ¿Se hizo caso omiso?

Un año después, exactamente en mayo de 2006, los mismos inspectores mostraron a la directora del gabinete de Pedro Solbes, María Soledad Abad Rico, su intención de realizar un comunicado público sobre la gestión y supervisión del gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, donde eludía sus responsabilidades ante los desequilibrios e imprudentes análisis de la realidad en sus actos públicos. Los inspectores conocían las implicaciones que podrían tener para la economía en su conjunto y para el sector financiero en particular una corrección desordenada de sus evidentes desequilibrios, mostrando preocupación por su falta de voluntad para adoptar las medidas necesarias y reconducir la delicada situación hasta hacerla sostenible y segura. Obviaban las principales causas, a la vez que se minimizaba la importancia del riesgo, ya latente en el sistema financiero. Se ignoraban consecuencias que, para una parte del sistema económico y para un número considerable de familias, podría tener una evolución adversa económica. Se divisaba una compleja labor técnica, riesgos no controlados ignorados por el gobernador, ya que no era probable que las consecuencias fueran limitadas como éste proponía.

Los inspectores tampoco coincidían con el gobernador sobre las causas del insostenible comportamiento de los precios de los inmuebles en España, ni sobre las medidas a adoptar para reconducir la situación. El bien intencionado optimismo del gobernador, lejos de tranquilizar, inquietaba, ante los riesgos del sistema financiero español y en el mercado inmobiliario nacional. ¿Existía miedo y no se quería ver la realidad? Parece evidente que no se actuó a tiempo.

Ante la ausencia de medidas, se iba acelerando el crédito bancario y extendiendo a las demás entidades financieras del sistema español, de modo que incluso las entidades con mejores sistemas de evaluación y gestión de riesgo se vieron obligadas a entrar en esta carrera para captar negocio, con el único objetivo de evitar ser expulsadas del mercado, por lo que tuvieron que conceder operaciones cuya rentabilidad esperada no justificaba el riesgo asumido.

Riesgos típicos de la banca, como los tipos de interés o la falta de liquidez, se vieron incrementados por la necesidad de las entidades de crédito de acudir al ahorro exterior para conseguir fondos y financiar sus inversiones. Los depósitos bancarios demostraron ser insuficientes, las entidades españolas tuvieron que buscar fuentes adicionales de liquidez y acudieron a los mercados financieros de la zona euro, aprovechando las posibilidades que ya promocionaba la moneda única. Para ello recurrieron a cuatro vías de financiación “no tradicionales”: las participaciones preferentes, la deuda subordinada, la segregación de títulos para su posterior venta -léase titulización de activos- y la captación de liquidez mediante el endeudamiento a corto plazo en los mercados interbancarios de la eurozona. Todo esto, que en sí mismo no era negativo, sólo reflejo de la unión de los mercados financieros de los países que adoptaron la divisa única, sí tenía implicaciones importantes para la rentabilidad de las entidades y, sobre todo, para su solvencia.

La venta de los activos resultantes de los procesos de titulización no alcanzaba en muchas ocasiones los tramos de mayor riesgo, lo que tuvo como consecuencia que el riesgo no se transfería al exterior del banco o caja, acumulándose en sus balances. Y por esa razón, las desfavorables condiciones de financiación que hoy ofrecen los mercados interbancarios de la zona euro se deben a las tendencias iniciadas por la subida de tipos de interés, de modo que la financiación resulta más cara.

Las entidades de crédito no se equivocaron al acudir a estas fuentes de financiación, pues a fin de cuentas el riesgo es parte del negocio bancario y la misión de los gestores bancarios y de sus supervisores no es rehuirlo, sino identificarlo y gestionarlo. En la medida en que no haya “terceros afectados” cuando el riesgo se materializa, la elección de las fuentes de financiación de las entidades es algo que compete a sus órganos de decisión, reservándose al supervisor la misión de garantizar que, efectivamente, las consecuencias no exceden la esfera del responsable. ¿Conclusión? Una parte del crecimiento del crédito tuvo su origen en las distorsiones de una inadecuada gestión.

En resumidas cuentas: en España se sabía que un número elevado de familias y de empresas tendrían que afrontar serias dificultades para hacer frente a sus compromisos financieros, la alarma sonó pero finalmente llegó la materialización de los riesgos. El país sigue hoy en recesión. Los reguladores todavía no hicieron autocrítica. A menudo el país parece empeñado en una huída hacia adelante. @noemifarinas

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