Empresario VS Emprendedor

Empresario o emprendedor. / Pixabay
Empresario o emprendedor. / Pixabay

En España sufrimos un estancamiento empresarial que desincentiva todo afán por avanzar. Hay que promover la iniciativa privada y destinar recursos a hacer nuestras empresas más rentables, más limpias e innovadoras.

Empresario VS Emprendedor

La posibilidad de crecimiento de una economía se basa en primer término en el desarrollo regional del tejido empresarial y sus características. El potencial de la empresa, como agente de una economía, pasa por su orientación estratégica, su definición no sólo como entidad que gestiona una serie de recursos para producir bienes o prestar servicios, sino la definición de una “personalidad” empresarial.

A partir de los años 80 se origina la idea de ver a la empresa como un ente multidimensional capaz de crear valor y conocimiento en una sociedad, experimentar y desarrollar ideas, ser intensivos en conocimiento, además de cumplir con las funciones básicas de toda empresa.

Lo que se ha denominado “Orientación Emprendedora” no es más que esa energía canalizada a través de un comportamiento proactivo y emprendedor, no sólo del empresario, sino de toda la entidad, haciendo de ésta una cualidad de la empresa. Este concepto fue acuñado por el estadounidense Merton Howard Miller –Premio Nobel de Economía en 1990- en uno de sus trabajos en 1983.

Este comportamiento empresarial no es más que la actitud enfocada a la creación de valor añadido que a través de la innovación de producto y procesos, la proactividad, la asunción de riesgos y la autonomía, genere una filosofía emprendedora que promueva la habilidad corporativa para crear, transferir e integrar conocimientos e ideas. Este modelo empresarial de desarrollo endógeno que contribuye al crecimiento de una economía, haciéndola más innovadora, más capaz, identificando necesidades y con la capacidad de aventajar a los competidores, favorece el crecimiento y éxito empresarial.

¿Podemos desarrollar un modelo similar en nuestro país?

La cooperación empresarial en España está demasiado sujeta a la colaboración público-privada que posibilite este desarrollo que en ocasiones no da los frutos esperados. En época de crisis toda esta colaboración se ve disminuida, los fondos públicos destinados al desarrollo de ideas empresariales se ven reducidos, las capacidades se ven frustradas. Hay que promover la iniciativa privada, la destinación de recursos a hacer nuestras empresas más rentables, más limpias e innovadoras, más ricas en conocimiento.

Mientras muchos hacen sus maletas y ponen rumbo más allá de nuestras fronteras con la única esperanza de poder desarrollar esta capacidad emprendedora, no sólo como artífices de una nueva compañía, sino como un comportamiento humano proactivo, creativo e innovador que favorece el crecimiento de la economía, en España sufrimos un estancamiento empresarial que desincentiva todo afán por avanzar.

Probablemente el progreso emprendedor ha de partir de la educación, y lo que es más difícil aún, de un cambio en la mentalidad española del empresario, pasando más bien al emprendedor con todas estas cualidades de las que hemos hablado, con sinergias que favorezcan este tipo de desarrollo empresarial, un medio ambiente proactivo e innovador. Asunción de riesgos, compromiso, liderazgo, donde el capital sean las ideas y la orientación emprendedora el producto.

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