El empleo, al alza, y el crecimiento, a la baja, afloran datos contradictorios de la economía española
El desempleo bajó en noviembre y encadenó nueve meses de caídas por primera vez en la historia. De este modo, tras caer en más de 74.000 personas, el paro retorna a niveles del año 2008 –el que marcó el final de un ciclo expansivo de la economía española– y el empleo registra máximos.
En paralelo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reduce las previsiones de crecimiento de España para 2021, del 6,8% al 4,5%, y para 2022, del 6,6% al 5,5%.
¿Por qué se da esta asincronía, según la cual el empleo, al alza, y el crecimiento, a la baja, afloran datos contradictorios de la economía española? Son varias las razones: algunas son de fondo, otras más coyunturales.
De los datos del empleo –sin duda buenos– podría deducirse que la economía está creciendo más de lo que dice el Instituto Nacional de Estadística (INE), por lo que habrá que estar atentos a la revisión de las estadísticas oficiales.
"Probablemente, lo anómalo de la situación de pandemia provoca errores en la medición", explica el economista Vicente Martín, colaborador de MUNDIARIO. También puede ser que haya algo que se le escapa a todos los economistas.
Hay, en todo caso, un matiz en los datos del paro que no puede perderse de vista: siguen en ERTE 125.632 trabajadores. No es oro todo lo que reluce.
España se ha colocado en la primera posición mundial por el aumento de las insolvencias empresariales y el Estado sigue maniatado por su déficit estructural y la deuda pública
Otras dos noticias, una macroeconómica y otra micro, también dan que pensar. Por un lado, el desequilibrio fiscal del Estado, con muchos más gastos que ingresos, sigue acentuando su déficit estructural. Por otra, España se ha colocado este año en la primera posición mundial por el aumento de las insolvencias empresariales.
La agenda política y económica del país está dominada por otros asuntos de menos calado –tal vez una manera de no querer ver la realidad–, pero la negra sombra de esas dos noticias semiescondidas no se diluirá sin una buena luz. Y esa luz se llama dinero o, si se prefiere, creación de riqueza para generar liquidez.
Ni el Estado español será sostenible sin cambios estructurales –o bien ingresa más o bien deja de gastar tanto– ni muchas de sus empresas insolventes –otros prefieren considerarlas zombis– saldrán adelante.
Puede hablarse de eufemismos, puede convertirse la agenda política real en emocional y pueden hacerse todos los trucos de magia que se quiera con el marketing político, pero no por ello desaparecerá el agujero en las finanzas del Estado ni mejorará la precaria salud de buena parte de las empresas españolas, como explica el libro Cómo salir de esta (II), de Mundiediciones.
Es verdad que a nivel mundial se prevé que el índice de insolvencia para 2021 sea del 13% y en torno al 15% en 2022, pero no lo es menos que España, con un incremento previsto en torno al 24% en 2021 y del 26% en 2022, es uno de los países con porcentajes más altos. Y, como en tantas otras cosas de la vida, también sería aplicable aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”.
Si bien es cierto que ahora estos dos asuntos solo están en el mundo de los académicos y en los ámbitos profesionales de los economistas y auditores, no lo será menos que llegarán a la calle si antes no se arreglan en las instancias políticas. Pero las noticias al respecto no son precisamente alentadoras.
Cualquiera que sea la reforma de las reglas fiscales en la UE, el sector público carece de una estrategia presupuestaria creíble y ambiciosa
"Cualquiera que sea el resultado sobre la reforma de las reglas fiscales en la UE, el sector público español carece de una estrategia presupuestaria creíble y ambiciosa, con el riesgo añadido de que una parte del gasto público que fue necesario para afrontar la crisis de la covid-19 se convierta en permanente", alerta el catedrático Santiago Lago desde la revista especializada Cuadernos de Información Económica.
Dopada por el Banco Central Europeo, la economía española logra una cierta recuperación que es también visible en su ejecución presupuestaria, pero como el algodón no engaña sigue ahí un déficit estructural del -4,5 % del PIB.
Cuadrar las cuentas del Estado va a exigir una reforma fiscal –vienen curvas para la clase media– y gasolina suficiente para mantener los programas de gasto público.
Puede que el Gobierno de Pedro Sánchez tampoco quiera verlo, pero el Fondo Monetario Internacional, sí. Según las proyecciones del FMI, en un horizonte a cinco años, el déficit público no bajaría del -4,2 % sobre el PIB y la ratio de deuda pública seguiría en 2026 casi al mismo nivel que hoy (117,5 % del PIB).
En el Gobierno hay ministros y ministras suficientes para que alguno o alguna le eche un ojo al Atlas Concursal 2021 que acaba de publicar el Consejo General de Economistas de España. Es preocupante lo que ahí cuenta el Registro de Economistas Forenses (REFOR). España se ha colocado en primera posición mundial en cuanto a previsiones de insolvencias, con un incremento del 24% con respecto a 2019. @J_L_Gomez
Engranajes industriales. / Pixabay
AL ALZA
Las insolvencias
Se creía que la postpandemia iba a estar asociada a la recuperación, pero esa supuesta bonanza se ve empañada por el incremento de la inflación –con la energía en cabeza– y los problemas de abastecimiento de materias primas y energía. En España hay una moratoria concursal vigente hasta el 31 de diciembre de 2021, que ha servido para contener el incremento concursal previsible, pero la avalancha concursal está por llegar, acompañada de insolvencias de personas físicas y de empresas.
A LA BAJA
La recuperación
El Atlas Concursal 2021 del Consejo General de Economistas, elaborado por el Registro de Economistas Forenses, califica de decepcionante la dinámica de la recuperación, ya que la economía española está un 5% por debajo del nivel de marzo de 2020. Al levantar las restricciones se esperaba una recuperación rápida, hasta volver a los niveles previos al primer trimestre de 2020, salvando de forma efectiva a miles de empresas y empleos congelados durante varios trimestres, pero no ha sido así.
Ursula von der Leyen. / RR SS
PROTAGONISTAS
Ursula von der Leyen
Presidenta de la Comisión Europea
Las moratorias concursales y las ayudas concedidas para paliar los efectos económicos de la covid-19 maquillaron en 2020 las cifras de insolvencias, tanto en España como en otros países de la Unión Europea, según constata el Atlas Concursal 2021.
Nadia Calviño
Vicepresidenta del Gobierno
Los concursos de personas físicas experimentaron en 2020 un incremento del 35% con respecto a 2019, dato que contrasta con el descenso del 3,3% en el número de concursos de empresas entre estos dos años. La clave: las ayudas del Estado.
Yolanda Díaz
Vicepresidenta del Gobierno
El Fondo de Garantía Salarial (Fogasa), un organismo autónomo dependiente de Trabajo, realizó en el año 2020 más pagos que procedían de insolvencias no declaradas en concurso que a través del mecanismo legal del concurso de acreedores.
Juan Manuel Vieites
Presidente de la CEG
En estos críticos tiempos de pandemia, Galicia es una de las comunidades españolas donde tienen menos incidencia los concursos de acreedores de empresas, que, por el contario, se acentúan en Cataluña, la Comunidad Valenciana y Euskadi. @mundiario