Embarcaciones carentes de batería, obligadas a la geolocalización y la telemática

Barcos de pesca de bajura.
Barcos de pesca de bajura.
Los profesionales de la pesca de bajura y el marisqueo no quieren que se les siga ignorando, ni que se les impongan medidas de control absurdas.
Embarcaciones carentes de batería, obligadas a la geolocalización y la telemática

Cuando Federico García Lorca lloraba la muerte en la plaza a las cinco de la tarde, pescadores y mariscadores de Galicia -como los de los demás pueblos de España- sudaban sus tristes camisas y pantalones de mahón con manchones de salitre cubiertos que un día debieran haber mandado a Bruselas para que los mandamás de la pesca aprendieran a valorar el significado verdadero de la pesca de bajura. 

Un grito unánime y el gemido de las sirenas: somos pescadores

Un subsector de la pesca de bajura que, a las doce del mediodía de este viernes, levantaba ecos en todos los puertos de la Galicia de orballo y viento para que la Unión Europea se entere de que, aquí, nadie está dispuesto a que lo entierren en la arena de la playa con un geolocalizador que no funciona en una dorna o una gamela que carecen de batería, porque lo suyo es pescar y/o mariscar, seleccionar las capturas, estabilizar la carga para que el barco no escore y gritarle al viento, fuerte y claro, "non nos entenden, non". Pescar, vender y vivir.

Y es que Bruselas no habla en el idioma de los que pescan o mariscan porque, en realidad, nunca se aproximó lo suficiente a ellos como para saber de qué se habla cuando se dice "pesca de bajura", cuando se menciona el verbo "mariscar". Todo ello, después de muchos años desde que un grupo de marineros sindicalistas "obligaran" a la entonces máxima responsable de Pesca de la UE, Enma Bonino, a permanecer en la cubierta de un barco mientras sonaba la alarma en Bruselas, capital de una Europa de los negocios que tampoco nunca ha sabido valorar el trabajo de unos miles de hombres y mujeres que, en Galicia -al igual, repito, que en otros muchos lugares de la España marinera- llevan en su piel y en sus ropas el grito del mar teñido de salitre espeso.

Gritos de cabreo a la hora del ángelus

No eran, no, las cinco de la tarde del viernes, sino las doce del mediodía -cuando ya no suenan al Ángelus las campanas de las iglesias- cuando lo que el viento, el mar y una ligera lluvia traían de la mar próxima: "Somos pescadores, no delincuentes". Y Lorca, al igual que Miguel Hernández, lloraban a la España de su tiempo del mismo modo que a la España de hoy claman los marineros y los mariscadores, gente de mar aguerrida, cansada de gritar desde el fondo de la ría que no precisan de ser geolocalizados porque los ve todo Dios desde tierra, ni tampoco la comunicación telemática de las capturas efectuadas porque antes que la comunicación satelitaria a las autoridades de la Pesca llegan sus dornas, sus gamelas, sus embarcaciones con esloras que se pueden medir con cuartas y siempre sobrará alguna.

Ridículo en Bruselas, Madrid y  Compostela

Ridículo espantoso el de los comisarios de Pesca, que desconocen -todavía hoy- lo que es la bajura gallega, un sector de la producción pesquera de este país que mantiene 4.000 embarcaciones en plena actividad siempre y cuando les permitan el ejercicio de sus derechos de mar a pescar y mariscar, ancestral modo de vida de aquellos que han sabido dar de comer a miles de europeos, a los que invitaron más de una vez a degustar nuestro excelente pescado y el no menos bueno marisco. Un pescado y un marisco que no llega a las lonjas volando, sino gracias al esfuerzo de unos profesionales que no quieren enseñar sus culos cuando cagan por la borda de su pequeña embarcación de cuatro metros de eslora, o cuando mean a barlovento para no mojarse las manos. Esto no lo saben, no, Sus Señorías, concebidos personajes de lobbys efímeros y venturosas plumas de avestruz de cuatro años de pasillo enmoquetado en la capital belga, en la capital de España y en la capital de Galicia. Tres capitales que no responden en absoluto al requerimiento de soluciones "ya" y no en el plazo de cuatro años.

Los profesionales de la pesca de bajura y el marisqueo no quieren que se les siga ignorando, ni que se les impongan esas medidas de control absurdas por innecesarias y repetitivas: la declaración telemática de las capturas y faenar con equipos de geolocalización -que muchos no saben ni dónde carajo colocarlos- no son sino un sistema más de recaudación que gravará a la familia marinera y mariscadora sin que de él, del sistema, se derive el más mínimo beneficio: "Hay embarcaciones que ni siquiera tienen batería, que carecen de puente de mando. ¿Dónde van a llevar ese material necesario que la UE quiere introducir a bordo como algo fundamental cuando lo suyo no es otra cosa que la máxima expresión de su afán recaudatorio?".

Mirando al mar para exigir

Lo dice el presidente de la Federación Galega de Confrarías de Pescadores, José Antonio Sieira, que el viernes se mantuvo, como uno más, mirando al mar de frente en línea recta con A Ínsua, en Ribeira, a donde también se desplazó Ana Pontón, la portavoz nacional del BNG, de igual modo que lo hicieron algunos eurodiputados españoles, que se desplazaron a la Costa da Morte con el ánimo predispuesto para hacer entender a sus compañeros de hemiciclo lo que vale el peine del sector de la pesca de bajura gallega, prototipo de la pesca artesanal española (a la que Bruselas no entiende por más que se le explique).

"Ha sido un día de mucha actividad -nos decía el presidente de los pósitos gallegos cuando ya decaía el viernes- pero ha valido la pena porque hemos podido comprobar que empieza a haber movimiento en la UE. Los eurodiputados que han venido hoy a Galicia se encargarán de transmitir lo que aquí han podido vivir. Queremos que nos escuchen en Bruselas, porque el Gobierno no va a cambiar nada de lo que la UE dicta. No dan la cara por nosotros".

Bruselas, escucha: la bajura está en lucha. Menos recaudación y más comprensión. Menos pulseras de geolocalización para los mariscadores. Y dejen a los profesionales de la pesca de bajura que caguen y meen en el mar como han hecho siempre, sin una cámara que los filme, carallo. @mundiario

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