El 75 por ciento de los emprendedores recurren a la financiación no bancaria

La necesidad de un cambio estructural en los modelos de financiación para los nuevos proyectos emprendedores. Las 3 “Fs” como base financiera de un nuevo modelo productivo en España.
El 75 por ciento de los emprendedores recurren a la financiación no bancaria

Money La enorme dificultad de acceder a la financiación que necesitan frustra a los emprendedores MarcelGermain via Compfight

Conocemos estos días el desplome del crédito bancario durante el último año. Son 160.000 millones de euros menos desde el año 2009. En la España previa al estallido de la crisis, el 80% de la financiación de nuestras empresas provenía de recursos bancarios. Una buena muestra de la cultura del “pelotazo” y el crédito fácil de nuestras cajas, bancos y empresas, es hacer una sencilla, rápida y contundente comparativa con sus homólogas en Francia (un 55%) y los Estados unidos (un 30%)

Durante estos últimos meses, nuestras empresas de mediano tamaño están aguantando el tirón a base de recurrir a fórmulas como la ampliación de capital (que en los diez primeros meses de 2012 crecieron un 40% en volumen respecto al mismo periodo de 2011 según datos de Axesor) o los programas de financiación pública como el ICO, que pretende inyectar en el moribundo tejido de nuestras Pymes 22.000 millones de Euros, que a todas luces, resultarán insuficientes según la mayoría de los expertos. Al menos la administración ha dejado de canibalizar el crédito, cómo hizo durante los 4 primeros años de la crisis y durante este último ejercicio ha implementado mecanismos para pagar las facturas que les debe a sus acreedores y que como plaga bíblica, estaba condenando a muerte a cientos de empresas. En todo caso, todas estas iniciativas son parches que no pueden detener una hemorragia de recursos que se traducen en cierres de compañías y cientos de despidos diarios que se suman a la gran cifra del desempleo nacional.

Pero lo cierto es que, en un modelo productivo que basa sus esperanzas de futuro en fundamentalmente tres claves estratégicas, la exportación o internacionalización, la innovación y la creación de una nueva generación de empresas que trabajen nuevos modelos de negocio (fundamentalmente en el entorno de la economía digital y los servicios) las dos últimas estratégicas no van a poder ser acometidas por nuestro sistema. Y no hace falta recalcar que las consecuencias serían dramáticas.

La innovación oficial o “estructuralizada” del sistema se basa fundamentalmente en un sistema universitario descompensado, con propios problemas y retos internos y con ratios de competitividad y resultados mínimos. Además, la dependencia de fondos públicos y la brutal reducción de los mismos implica la destrucción de este mecanismo de cambio. Tenemos una universidad que no ha sabido generar valor con la investigación y la transferencia de conocimiento. En primer lugar porque no estaba diseñada ni pensada para eso. Además, ahora mismo se encuentra hipo financiada.

La mentira de un modelo de emprendimiento sin financiación

Nos queda entonces el modelo del garaje, el modelo USA. La tendencia que las grandes empresas, políticos y “fuerzas vivas” de nuestra sociedad, nos están vendiendo como base nuclear del cambio de modelo productivo. Es ese modelo que se fija en Facebook, Apple o Google como modelos a seguir, que apuesta por generar un “silicon valley hispano” o una nación Start-up como Israel. Pues bien, como emprendedor metido en la trinchera durante estos últimos tiempos, mi humilde opinión es que ese milagro no podrá producirse nunca. Y la principal causa de ello se llama financiación. Volvemos entonces al comienzo del artículo.

Y todo ello se explica, porque carecemos de las 3 Fs.

En este lustro largo de crisis, hemos avanzado en la generación de una cultura emprendedora, hemos recuperado el planteamiento de negocio de las pasadas generaciones de autónomos y profesionales. A ello unimos un factor diferencial respecto a aquellos que aspiraban a montar (y montaron) un negocio durante las décadas de los años 70, 80 y 90 en este país. Pensemos por ejemplo, en la acentuada capidad de negocio de la burgesía catalana durante esos años o la gran cantidad de cooperativas y pequeñas fábricas surgidas en el Pais Vasco. Incluso Galicia conoció un tiempo durante el que el pequeño comercio aportó riqueza y empleo a las principales ciudades.Durante unabuena cantidad de años, en este país no se necesitó de un estímulo al emprendimiento. Poseíamos ese “gen emprendedor” por nosotros mismos.

Pero, como decía, además existe actualmente un factor diferencial y positivo respecto a aquellos tiempos. Esa ventaja es la formación. En este país existen actualmente decenas de miles de titulados universitarios con altos conocimientos técnicos, de gestión financiera o comercial y todo tipo de disciplinas y cualidades necesarias, precisas y adecuadas para levantar una empresa, probar cosas nuevas y generar un nuevo modelo de negocio.

Y sin embargo, no pueden hacerlo porque no tienen acceso a la financiación mínima suficiente para al menos, tener derecho a intentarlo, pelear, plantar cara y enseñarle los dientes a esta crisis y este panorama general tan desesperanzador.

Y los más curioso es que no sería tan complicado hacerlo, podrían hacerlo....Tienen el secreto muy cerca. lo tienen...en su propia casa.

Porque lo cierto es que antes de recurrir a los mercados secundarios, antes de conectar con “Bussines angels” y fondos de inversión y capital riesgo, antes de ponerse en contacto con un banco o solicitar una subvención, son imprescindibles las “3 Fs”.

Las “3 Fs” (Friends, fools and family, literalmente, los amigos, los estúpidos y la familia) es la forma socarrona y humorística que la cultura emprendedora americana describe las fuentes de ese capital inicial o semilla, que son la base para el arranque de un equipo (ni tan siquiera es necesario que se trate de una empresa aún) se ponga a trabajar,investigue posibilidades y se disponga a testear y hacer pruebas a su modelo de negocio e innovación.

Estamos hablando de una financiación orgánica que se traduce en un garaje (como metáfora de un espacio propio donde poder trabajar) o los gastos legales o materiales indispensables para arrancar un proyecto.

La suma de complementariedades entre esta financiación orgánica y la capitalización del trabajo (con la agregación del talento, del que, ya lo hemos dicho, disponemos a raudales) posibilitarían un auténtico, real, posible, fenómeno emprendedor en España.

La financiación orgánica es uno de los principales elementos que explican la prosperidad de culturas como las comunidades chinas en la Europa de la actualidad, la prosperidad proverbial de judíos y sin ir más lejos, los motores de empuje de “grandes movimientos migratorios de naturaleza emprendedora” como los italianos en América o sin ir más lejos, el fenómeno migratorio del pueblo gallego. Si, en Galicia, tenemos muy claro en que consiste esa “financiación orgánica”.

Por eso, como lo tenemos en nuestra tradición, en nuestra propia cultura, resulta todavía más lamentable, más hiriente y doloroso, que en este país no estemos utilizando las posibilidades potenciales que dicha circunstancia posibilitaría. El coste de oportunidad está siendo enorme, prohibitivo, si analizamos la situación real de una economía que no puede frenar su caída libre con los mecanismos y políticas practicadas hasta este momento.

Es esa economía de “trinchera”, la economía real de la calle, la que evita, para asombro de periodistas y analistas extranjeros, un estallido social en una población que sufre (ha sufrido mucho, el periodo ya es muy prolongado) la tasa de paro más elevada del mundo desarrollado.

Es ese muro de solidaridad el que está enfrentándose a los poderes financieros, impidiendo los desahucios, acosando a una clase política “zombi” y desnortada la que evita que la posibilidad de una revolución tome los palacios de invierno. Sin esa red de familias de clase media y clase media baja, el 15 M y movimientos similares no se hubieran enraizado como movimientos ciudadanos de naturaleza esencialmente no violenta. Es esta realidad, la de una España de familias y pequeños ahorradores, de pensionistas y el activismo solidario de Cáritas o las ONGs la que impide que en nuestra calles haya violencia.

Y tristemente, parece que es en esta base social en donde reside la posibilidad de un cambio de modelo productivo de nuestra economía. Porque en una economía en donde la bolsa se ha revelado como una auténtica montaña rusa, los inmuebles no dejan de perder valor y el consumo se ha ralentizado hasta niveles de hibernación polar, aquellos que no pueden sacar sus dineros a paraisos fiscales sólo tienen una posibilidad de inversión. Invertir en sus hijos.

Invertir, como han invertido en largos años de formación universitaria, en Másters y escuelas de negocio, en estancias en el extranjero y viajes de perfeccionamiento de idiomas.

Y tan sólo una política fiscal cortoplacista, anticuada, falta de perspectivas y en definitiva, completamente obsoleta puede explicar que este país renuncie a esta posibilidad. Una política de desgravaciones fiscales estimularía a familias que prefieren apostar 6000, 8000 ó 10.000 euros al año al futuro de sus hijos, que nutrir los depósitos de un sistema bancario que en el mejor de los casos, les provoca desprecio.

Y esa parece, en mi humilde pero razonada opinión, una fórmula factible de hacer aflorar financiación para la innovación y la creación de nuevas empresas en este momento. 2 de las 3 claves para conseguir el deseado cambio de modelo productivo.

Sería propicio, combinar esto, con un modelo de tratamiento fiscal al emprendedor similar al de los paises de nuestro entorno, como Francia o el Reino Unido. Un modelo que permite aflorar y sacar la cabeza al nuevo empresario y que le aplica impuestos si el negocio rinde beneficios. No como aquí, en donde sangramos al emprendedor desde el momento 0, con una cuota de autónomos, que se transforma en la principal causa de “fatiga” emprendedora y que mueve a la desidia, a quedarse quieto en casa y no hacer nada, a renunciar, en definitiva, a intentarlo.

Pero ese es sin duda, motivo para otro artículo, o como dicen los clásicos.

Esa, es otra historia.

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