La eficiencia energética pasa inadvertida en los programas electorales para el 24-M

Caldera Winter.
Caldera Winter.

Los programas electorales recogen todo tipo de propuestas, pero se echan en falta las relativas a la mejora de la eficiencia energética de las instalaciones de titularidad municipal.

La eficiencia energética pasa inadvertida en los programas electorales para el 24-M

Los programas electorales recogen todo tipo de propuestas, pero se echan en falta las relativas a la mejora de la eficiencia energética de las instalaciones de titularidad municipal.

Las elecciones municipales del 24-M revolucionan a la sociedad en todos los sentidos, además de una cobertura mediática que se corresponde a la importancia de nuestros futuros gobiernos vemos todo tipo de promesas y propuestas que en algunos casos son disparatadas, desproporcionadas, con sentido común o muy razonables... a gran, media y pequeña escala. Estas promesas se realizan con el objetivo de llamar la atención de los votantes y conseguir su simpatía, aunque sólo sea el día D; repentinamente nos encontramos con la exigencia de grandes infraestructuras de comunicación nunca abordadas, nuevas escuelas de idiomas o promesas de centros universitarios en caso de ganar las elecciones; estas pretensiones se expanden a un entorno mucho más próximo exigiendo farolas o la reparación de aceras en su variante más chusca.

Durante la primera década del siglo XXI las administraciones públicas (europea, estatal y autonómica) han realizado muchas actuaciones a favor de la eficiencia energética, azuzando a los ciudadanos y municipios a la mejora de las infraestructuras de este tipo; la estrella en el ámbito municipal es la sustitución de las tradicionales farolas de globo por la tecnología L.E.D. aunque también se ha actuado en la sustitución de calderas de gasóleo por otras menos contaminantes (gas natural y biomasa básicamente), mejora de aislamientos térmicos o de las condiciones de seguridad de las instalaciones. En muchos de estos casos los períodos de retorno son asumibles (menores a cuatro años) e incluso por parte de la administración estatal se ha implantado el Modelo de Empresa de Servicios Energéticos, cuyo fin es facilitar la financiación de estas actuaciones, donde el propietario (ayuntamiento) devuelve el importe en función de los ahorros. Siguiendo esta corriente en los últimos años muchos ayuntamientos han emprendido ambiciosas actuaciones para la mejora de las instalaciones energéticas; en algunos casos con actuaciones como las citadas e incluso otros plantean ambiciosos planes estratégicos que después de la correspondiente auditoría garantizan el funcionamiento óptimo de todas las instalaciones.

La factura energética en los concellos es un capítulo importantísimo; el alumbrado público se lleva casi la totalidad del gasto en electricidad y los consumos de combustibles (gasóleo, gas natural, biomasa...) aumentan cada año; a este coste debemos añadir los mantenimientos de las instalaciones cada vez más exigentes y costosos (calefacción, alumbrado, electricidad, ascensores, calderas...). Es obvio que aplicando una simple razón de proporcionalidad los futuros alcaldes y concejales deben velar por el incremento de la eficiencia, pero esto no es correspondido en los programas electorales como la lógica impodría. Vemos que se propone la implantación de farolas o el asfaltado de cualquier corredoira intransitada, pero las propuestas en términos energéticos se limitan a lo sumo a la implantación de tecnología L.E.D., no apareciendo otras muy necesarias como la racionalización de la factura eléctrica (contratación con las opciones más ventajosas en el mercado), sustitución de calderas de gasóleo o la gestión más eficiente de los mantenimientos de instalaciones.

Esta situación es una demostración clara que en la sociedad actual se siguen valorando las actuaciones vistosas e impactantes, mientras que las ambientales y en particular la eficiencia energética pasa a un segundo plano; estamos hablando de conseguir el voto del electorado, pero no debemos olvidar que es lo más representativo de lo que demanda la sociedad a día de hoy; los programas electorales están estudiados y buscan resolver lo que la sociedad exige, y el no darle importancia a la eficiencia energética en ellos significa que aún queda mucho camino por recorrer en esta línea.

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