El primer aviso del Banco Central Europeo (BCE) a España por su deuda llegó este mes, tal vez porque si hasta ahora no ha pasado nada grave no es porque haya un mago en la Moncloa, sino porque el BCE ha desplegado su paraguas para proteger a España bajo la tormenta de la covid-19. En la misma línea, Cristina Varela, de BBVA Research, constata en el diario El País que la dinámica positiva se ha visto ralentizada en la última parte del año y alerta de que los bancos centrales comienzan a moderar los estímulos, una tendencia que se acentuará si perduran los factores transitorios que mantienen la inflación en niveles altos.

Crisis imprevistas como la de la pandemia sobrevenida contribuyen a que el cortoplacismo domine el debate político: lo urgente se vuelve de manera repentina en lo único importante. Es comprensible. Sin embargo, España está en una situación que requiere mirar un poco al futuro, con el 2023 –un año de reajustes en la política europea– a la vuelta de la esquina. Entre otras razones, porque a la economía española le cuesta volver al nivel previo a la pandemía, donde otras ya están desde hace meses. Vivir tan al día puede tener consecuencias para la economía española, ahora ya avisada formalmente de que el BCE, si bien no subirá los tipos de interés de inmediato, sí reducirá las compras de deuda en 2022.

Christine Lagarde pondrá así fin al programa vinculado a la pandemia y como paño caliente promete que será flexible ante la incertidumbre que impone la covid-19. Una de cal y otra de arena, pero el toque de atención ya está dado a un país como España habituado en los últimos años a vivir a crédito.

El aumento de la deuda pública es de tal calado que se han batido récords históricos. El BCE compró la deuda española prácticamente sin límite alguno y ahora anuncia que retirará la protección, a fin de que España interiorice que en 2023 volverá la disciplina fiscal, sin apenas concesiones a las alegrías.

La deuda pública no es un frente complicado solo a raíz de la pandemia, también se deriva de problemas previos

La deuda pública española no es un frente complicado solo a raíz de la pandemia, sino que también se deriva de problemas acumulados anteriormente. Conscientes de ello, académicos de izquierdas han apelado –sin éxito– a su auto condonación.

Es cierto que las condonaciones de deuda se han sucedido a lo largo de la historia, desde el Nuevo Testamento, pero no parece probable que los seguidores del economista Thomas Piketty se salgan esta vez con la suya. Incluso Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital –la supuesta beneficiaria–, pide que no se abran debates “artificiales y estériles” como la propuesta de Piketty para que el BCE condone la deuda pública a España, una vez que en 2021 llegó al 122,8% del PIB, el mayor nivel desde la guerra de Cuba. Pero Thomas Piketty insiste: “(Hay que) anular la deuda pública mantenida por el BCE para que nuestro destino vuelva a estar en nuestras manos”.

Es un debate coral, con opiniones para todos los gustos, como salta a la vista en el libro Cómo salir de esta (II).  “Al igual que en 2008 los bancos centrales han tenido un papel relevante. Las medidas tomadas por los gobiernos, la UE y los bancos centrales, entre ellos el BCE, han ayudado a mantener la liquidez. Y en esta crisis han conseguido que las primas de riesgo no se disparen y eso es muy importante”, opina desde una posición realista Ana José Varela, directora financiera de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Los números también hablan claro: el coste de la deuda ya es el principal gasto del Estado. Los sueldos de todos los funcionarios en un año suman menos que la inmensa bola de la deuda. O España se pone las pilas o lo pasará mal. Para ello es –casi– indispensable que los planes de recuperación funcionen, ya que si la economía española no se restablece y genera suficientes ingresos públicos –vía impuestos–, su castillo de naipes se vendrá literalmente abajo. Y en un escenario así, España ya no podrá tirar de la línea de crédito ilimitado del BCE. @J_L_Gomez

Nadia Calviño. / RR SS

A LA BAJA

El crecimiento

La observación de un ligero empeoramiento en el ritmo de la recuperación, que se prolongará durante unos meses, ha llevado al Banco de España a recortar su previsión de crecimiento para este año en casi dos puntos, al 4,5%. El organismo supervisor también acusa recibo del cambio de estrategia de compras del BCE. Si a España le hace falta dinero tendrá que ir a vender su deuda a los mercados, con el riesgo de volver a hablar de aquello que medio se había olvidado: la prima de riesgo.

AL ALZA

Ferrol

Son tantos años hablando de Ferrol a la baja, que sorprende situar a esta ciudad gallega al alza, pero todo indica que esta vez hay buenos fundamentos para ello. A la galopante pérdida de población y al deterioro de sus calles podría sucederle todo lo contrario en cuestión de unos años. La clave está en el renacimiento de la actividad industrial en Navantia Fene y Navantia Ferrol, con nuevas fragatas, reparaciones de gaseros y plataformas para parques eólicos marinos. Vienen buenos tiempos.

Ramón Varela Díaz. / Mundiario

PROTAGONISTAS

Ramón Varela

Líder ecologista

A este biólogo, referente histórico de Adega, le sorprende que la industria asociada al sector eólico se marche de Galicia para abrir instalaciones en Portugal y en otros lugares. Por el contrario, cree que en Galicia sobran molinos y faltan vecinos.

José Antonio Gómez

Líder de UGT en Galicia

A la vista del Acuerdo de Pensiones cree que el sistema público está garantizado “sin recortes”. Da por hecha la derogación de la reforma impuesta por el PP en 2013 y ve asegurado el poder adquisitivo de los pensionistas al vincularse las subidas al IPC.

Amelia Pérez Álvarez

Líder de CC OO en Galicia

La que es la primer mujer secretaria general de CC OO en Galicia sostiene que no hay crisis de mano de obra: lo que hay es falta de condiciones laborales y de salarios dignos. Y al apelar a los “elementos de intervención” detiene su mirada en las empresas.

Donald Trump

Expresidente de EE UU

Su nueva empresa de medios –ahora llamada Trump Media & Technology Group (TMTG)–, desata todo tipo de especulaciones. La SPAC con la que se ha asociado se disparó en Bolsa tras el anuncio de fusión, pero los analistas ya dieron la voz de alerta por las dudas que hay en torno a su negocio. @mundiario