Dudas sobre la verdad del ambientalismo en la pesca

Pesca. / Mundiario.
Pesca. / Mundiario.
En alguna ocasión, pocas, las organizaciones ecologistas confraternizan o colaboran directamente con los profesionales de la pesca. Hay dudas, muchas, sobre el beneficio prestan.
Dudas sobre la verdad del ambientalismo en la pesca

Sobrepesca, uso indebido de determinados artes de pesca, pesca subvencionada, pesca ilegal... son acusaciones a los métodos y sistemas de la pesca que nacen y se comentan en el seno de las organizaciones ecologistas que influyen, y de qué manera, en la aplicación de reglamentos y el establecimiento de normas por parte de la Comisión Europea en la que dichas entidades influyen decisivamente por su actividad como verdaderos lobby ante la autoridades comunitarias de Bruselas.

Estas actuaciones suscitan desde hace muchos años quejas y críticas del sector pesquero gallego, que en la actualidad se recrudecen porque aquí -y en España en general- se considera por los afectados que la influencia del ecologismo en la pesca no es buena y defiende intereses muchas veces espurios. Hay dudas, muchas, sobre el beneficio que el ecologismo presta actualmente al mundo de la pesca.

Nacidos para la crítica no siempre sana

De los gabinetes de prensa de las organizaciones medioambientalistas surgen con mucha frecuencia serias críticas -en ocasiones basadas en cifras, datos, estadísticas- que el sector pesquero no siempre puede rebatir porque tales críticas nacen muchas veces allí donde el contraste resulta difícil, cuando no imposible. Datos que se filtran interesadamente a instituciones y que estas distribuyen sin citar que corresponden a ¿estudios? efectuados por entidades ajenas, directa o indirectamente favorecedoras de que los mismos evidencien pesca abusiva (sobrepesca), métodos que contribuyen a esa sobrepesca, consumo, exceso de potencia en los motores de los barcos, falsas declaraciones de desembarcos de pesca... y el sector calla, lo que se entiende como una aceptación o reconocimiento de la verdad indudable de cuanto emana de esas organizaciones medioambientalistas que, en los últimos tiempos, afloran en la geografía mundial sin que nadie pueda explicar la financiación de las mismas. 

¿Cómo o quién las sostiene?

Oficialmente las organizaciones ecologistas viven de las cuotas de sus socios. Pero una exhaustiva inspección de sus finanzas, entienden los pescadores, podría demostrar que hay otras vías de financiación. Y aunque no hablan claramente, sí dejan entrever que hay países e incluso empresas que apoyan con sus presupuestos aprobados anualmente y su capital logrado en función de sus beneficios anuales el ir y venir de tanta organización medioambientalista que no solo dispone de flotas de diverso tipo de embarcaciones adquiridas estas sin que nadie diga cómo, sino que además dan empleo retribuido a un buen número de personas que, en tareas profesionales de la mar, ya quisieran los profesionales de la pesca encontrarse como ellos para el sostén de sus respectivas familias. 

Son empleados, trabajadores con un casi estatus funcionarial que permite a algunos de ellos vivir lejos de las sedes de sus respectivas organizaciones, cuya actividad se desarrolla casi siempre, lejos de los caladeros donde faenan los barcos o de los puertos donde estos desembarcan sus capturas. Pero al final, viven, algo que el pescador no tiene garantizado a pesar de su trabajo duro de cada día en el mar.

España, un estado miembro bajo sospecha

En alguna ocasión, pocas, las organizaciones ecologistas confraternizan o colaboran directamente con los profesionales de la pesca. Tampoco es demasiado habitual la colaboración directa con los inspectores de pesca o con los biólogos de instituciones bien asentadas en el mundo de la investigación pesquera. Ya no digamos con los responsables políticos de los departamentos que, en las comunidades autónomas o en el Gobierno de Madrid tienen la responsabilidad de la pesca, el marisqueo, la acuicultura.

Cuando más estrechamente han estado con el sector fue en la denominada "guerra del bonito" con las "cortinas de la muerte" de por medio o, aquí, en Galicia, apoyando inicialmente le rechazo de los pescadores a la instalación en las rías gallegas de las famosas "piscinas" de cría y engorde de salmones hoy en día abandonadas a su suerte y sobre las que, en los últimos tiempos, no ha habido pronunciamiento alguno de los medioambientalistas que, para los pescadores gallegos, aparecieron en los inicios de las muestras de rechazo del sistema apoyado por la Xunta y que favoreció a una empresa noruega y, a partir de ahí, si te he visto, no me acuerdo.

Nada han dicho del uso en aguas españolas de artes prohibidos en estas a los barcos de pabellón español, a la actividad extractiva en fin de semana de buques procedentes de otros países y cuando los barcos españoles están obligatoriamente en descanso. Pero Galicia y España aparecen siempre en las listas que exhiben los mencionados medioambientalistas para incidir en la sobrepesca y en la utilización de artes ilegales, algo que no se puede demostrar en aguas nacionales si bien todavía perviven -muy pocos, por cierto- de los clásicos "piratas" para los que la pesca ilegal o pesca IUU era el catón de sus sistemas de vida. 

Todo esto fue situando a la flota española -en particular a la gallega- en el punto de mira de la UE desde el momento mismo en el que España, juntamente con Portugal, accedía en 1986 a algunos de los derechos que les correspondían como Estados miembros. Y España, en la actualidad -y así desde hace años- ya no entra en el ranking de los 10 países productores de pesca que encabeza China, con 14,65 millones de toneladas, seguida de Indonesia, con 7,23 millones de toneladas; Perú, con 7,17; India, con 5,32; Rusia, con 5,11; Estados Unidos, con 4,74: Vietnam, con 3,35 millones de toneladas; Japón, con 3,53; Noruega, con 2,49 millones, y Chile, con 2,12 millones de toneladas.

Son estos los 10 países líderes mundiales de la pesca; pero para el ecologismo, ninguno de ellos comete actos de sobrepesca ni contribuyen   a la sobrepesca mundial. Simplemente, pescan, a pesar de que, oficialmente, la población de peces afectadas por la sobrepesca supone más del 34% del total, si bien solo genera el 22% de los desembarques.

Más entendimiento, mayor empatía

Cuando el sector pesquero español hace suyo el planteamiento de la necesidad de los investigadores compartan con ellos sus experiencias y que los pescadores puedan asimismo opinar al respecto, aumentar la empatía de los ecologistas con los profesionales de la pesca marítima parece más que necesario si, como se dice, unos y otros buscan la sostenibilidad de la pesca porque, evidentemente, son los pescadores los más interesados en la pervivencia de la pesca, esta única garante de que el sector se mantenga.

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