Desequilibrios externos y guerras comerciales: EE UU, Alemania y España

La Casa Blanca. / Mundiario
La Casa Blanca. / Mundiario
Este análisis transcribe la primera parte del capítulo del Anuario 2019 del Foro Económico de Galicia titulado Evolución de los desequilíbrios externos.
Desequilibrios externos y guerras comerciales: EE UU, Alemania y España

A la vista de la avalancha informativa que se está generando en relación al proteccionismo comercial norteamericano con la presidencia de Donald Trump, olvidamos con frecuencia que para ese país el comercio internacional tiene mucha menos importancia que en nuestras economías. Así, por ejemplo, sus importaciones de bienes y servicios tienen un peso en relación a su producción nacional de la mitad del que tienen para en el conjunto de la economía mundial o en la propia economía española. Y eso mismo sucede aún con mayor contundencia para sus exportaciones, según los datos más recientes del Banco Mundial.

Comercio de bienes y servicios.

Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Esto quiere decir que esa gigantesca economía depende mucho menos que las nuestras de lo que suceda en su exterior. Tanto para su crecimiento como para su empleo. Sin embargo, aún con esta premisa, no es menos cierto que en ese país se está viviendo desde hace años como un problema de primer orden su abultado déficit con el exterior. Y justo en relación a medidas para tratar de reducirlo es por lo que –un día sí y otro también– la actual administración de la Casa Blanca ocupa portadas de los medios de comunicación.

Porque aunque la apertura de su economía sea reducida eso no impide que su déficit comercial con el exterior sea muy importante. Y, lo que es peor, creciente de forma ininterrumpida desde el año 2009 hasta la actualidad. Un déficit comercial casi permanente por al menos tres puntos del PIB, lo que supone que los norteamericanos consumen más de lo que producen en su país. Con dos consecuencias directas: que para sostener dicho exceso necesitan endeudarse con el exterior y, por ese camino, van perdiendo el control paulatino de cada vez más activos de su economía.

Déficit comercial norteamericano (parcialmente paliado por la balanza de servicios) que en buena medida se imbrica en la dinámica de globalización y deslocalización de sus empresas y actividades más punteras (de la economía digital y sus grandes corporaciones por ejemplo) que contabilizan como importaciones norteamericanas productos realizados en países (como China y México –Chimérica– que serán así los que más explican su déficit comercial) de mano de obra barata. Productos luego comercializados en su mercado interno. Importaciones favorecidas por un dólar fuerte (a su vez empujado por las recientes subidas de tipos de interés), dólar fuerte que, al mismo tiempo que dificulta sus exportaciones. Mientras las importaciones se ven sobre alimentadas por una demanda impulsada por rebajas fiscales.

Con esta tela de araña la promesa de cerrar, aún más de lo que ya está, la economía norteamericana para así corregir su déficit comercial externo se antoja un brindis al sol. Porque son las grandes corporaciones de aquel país las que alcanzan dimensiones y beneficios gigantescos gracias a tal déficit nacional. Porque esa globalización y liberalización de los mercados (de bienes, servicios y capitales) que parece preocupar a todo un atrabiliario y paradigmático empresario interno –como Donald Trump, "el hombre de los aranceles" para Paul Krugman– por generar déficit comercial, es sin embargo el entorno óptimo para que esas marcas (Apple, Microsoft, Amazon, Intel, IBM, etc.) controlen el mercado mundial y reduzcan su factura fiscal en los Estados Unidos.

Si la situación y apertura de su comercio exterior es una preocupación en Estados Unidos desde hace años, no debiera serlo menos para el conjunto de España. Aunque en este punto la buena noticia es que para nuestro país las cosas han cambiado sin duda mucho en los últimos diez años (2008-2018).

Sin llegar al nivel de Alemania, país que cuadriplica el peso que tienen las exportaciones sobre el PIB en los Estados Unidos, España es hoy una economía con una apertura –ya exportadora, ya importadora- en el entorno de las cifras medias mundiales.

Con esa muy superior apertura a la que anotan los Estados Unidos, España compartía con este país un crónico y desmesurado déficit comercial que en el año 2008 superaba los ocho puntos del PIB. En buena medida explicado por una dependencia energética de hidrocarburos extrema, así como de productos de elevada intensidad tecnológica. Dos asignaturas pendientes aún en la actualidad.

Sin embargo en los últimos diez años hemos corregido en España el déficit comercial respecto al PIB a menos de la mitad (datos del Ministerio de Industria y Comercio) gracias a un entorno de precios de los carburantes favorable (lo que reduce la cuantía importadora), y a un desplome de la demanda familiar motivada por las altas tasas de desempleo y de precariedad laboral (lo que lamina las importaciones de bienes tecnológicos).

Una corrección que parece estar finalizando su recorrido cuando se redacta este análisis, pero que con datos de 2018 nos permite que el déficit comercial se compense con la balanza de servicios (no solo turísticos) y nos sitúe en una cifra de saldo externo global positivo por dos puntos del PIB (mientras que en 2008 este saldo era negativo por más de cinco puntos, según el Instituto Nacional de Estadística).

Saldo externo en bienes y servicios.

Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial

Si lo ponderamos en relación al referente norteamericano es éste un logro que nos permite reducir nuestro endeudamiento con el exterior (ya no compramos más de lo que vendemos) y no lastrar en exceso el crecimiento económico.

España se alejaría así de la problemática situación del desequilibrio externo a la norteamericana (que la economía del dólar sí se puede permitir y sus empresas parasitar) y se acercaría algo a la muy buena situación alemana: España logró un + 2% de saldo externo sobre el PIB y Alemania un + 8% (datos de Eurostat para 2017). @mundiario

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