La cuantiosa ayuda europea podría no ser suficiente para tapar el agujero de España

Sede de la Comisión Europea en Bruselas. / Amio Cajander
Comisión Europea. / Amio Cajander
En ayudas de la UE, España podría recibir sobre 77.000 millones, una cifra considerable pero insuficiente para hacer frente al déficit público previsto, que según la Airef podría irse al 13,8% del PIB. Si la Airef acierta, ni siquiera sumando los préstamos –otros 63.000 millones– se alcanzaría semejante nivel.
La cuantiosa ayuda europea podría no ser suficiente para tapar el agujero de España

Llegue hasta donde llegue la ayuda europea ya confirmada por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, no será en ningún caso suficiente para tapar todos los agujeros que tienen las cuentas públicas en España. Aunque sea un cálculo de brocha gorda, España podría recibir sobre 77.000 millones solo en ayudas, una cifra considerable pero insuficiente para hacer frente al déficit público previsto, que según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) podría irse al 13,8% del PIB, es decir, a unos 171.000 millones de euros. Si la Airef está en lo cierto, ni siquiera sumando los préstamos –otros 63.000 millones de euros– se alcanzaría esa cantidad. Aún faltarían unos 30.000 millones.

Se trata de cifras desconocidas en la historia económica de España, pero lejos de afrontar el debate de este problemón, el Gobierno lo elude con asuntos de lo más peregrino. Salvando las distancias, se sigue más la pista de las tonterías que dice Nicolás Maduro que del rigor que caracteriza a Angela Merkel. La excepción es la ministra Nadia Calviño, que tuvo que decir basta, harta de escuchar boutades como la del pacto del PSOE y Podemos con Bildu, a espaldas de los empresarios y los sindicatos, así como de la propia vicepresidenta de Asuntos Económicos. Lamentable.

El cuarto y –en principio– último mandato consecutivo de la canciller alemana Angela Merkel concluirá en 2021, el año en el que debe cuajar el plan de reconstrucción de Europa que ha hecho posible junto al presidente francés, Emmanuel Macron. Juntos, imprimieron un giro histórico de la política franco-alemana en Europa al permitir la financiación de la reconstrucción con deuda de la UE a través de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de los Veintisiete.

Para España será un plan decisivo, ya que la caída de los ingresos fiscales y el coste de las medidas adoptadas a raíz de la crisis sanitaria exigirán recortes y subidas de impuestos, que el Gobierno de Pedro Sánchez no plantea por ahora pero que dan por hecho todos los expertos; al menos si se quiere mantener el Estado de bienestar. “Nos adentramos en el largo túnel de la recesión económica sin atisbos de regeneración de la vida pública, ni de los comportamientos políticos, ni de la capacidad de respuesta a los retos vigentes”, escribió al respecto el socialista José Luis Méndez Romeu en MUNDIARIO. No le falta razón.

De alguna manera, la historia de la crisis anterior se repite, sin que la alternancia política –antes con Mariano Rajoy en el Gobierno, ahora con  Pedro Sánchez– haya permitido avanzar. Una diferencia de esta crisis con respecto a la de 2008 estará en que esta vez la recuperación debiera retrasarse menos de los ocho años que tardó España en recuperar su nivel de producción de 2008 –puede que en 2022 se haya reconquistado el PIB de 2019–, pero en todo lo demás será similar o más profunda; al menos este año, en el que la caída del PIB recordará los tiempos de la Guerra Civil.

La pandemia llegó en un momento en el que las cuentas públicas ya no estaban saneadas, de ahí que sea tan vulnerable la posición de España, que arrastra un problema de déficit estructural que marca –para mal– la evolución de la deuda pública. Por tanto, el análisis de la situación debe partir de que el endeudamiento no es solo fruto de la crisis sanitaria, sino una herencia de la falta de ajustes estructurales en la etapa de crecimiento. 

El Gobierno, además de hacer el ridículo con globos-sonda como el de derogar la reforma laboral no afronta la situación con claridad, sino con discursos populistas. Y no lo hace a la espera de saber qué ayuda llegará realmente de la Unión Europea, para después hacer la resta: con esa cifra a la vista, ya podrá calcular cuánto debe subir los impuestos y hasta dónde puede recortar el gasto. En definitiva, está tratando al contribuyente como si fuera un niño que no debe saber –todavía– ciertas cosas y al que, en cambio, se le pueden contar cuentos. @J_L_Gomez

Expectativas en torno a los impuestos y las pensiones

Con independencia de su sesgo ideológico, los expertos económicos coinciden en dos cosas: habrá que combinar ajustes y subir impuestos, mediante una reforma profunda que racionalice la tributación y la haga más equitativa. Hay un cierto margen fiscal con respecto a los socios europeos, por lo que no debería haber excesivos problemas en ese sentido, si las cosas se hacen bien. Todo va a depender de cómo se inviertan los recursos públicos y de cómo se elimine la grasa del aparato del Estado.

En la crisis anterior, a fin de mantener un mínimo de cohesión social, Mariano Rajoy respetó a los pensionistas: sabía que los abuelos iban a echarle una mano a sus hijos –muchos en paro– y a sus nietos. En todo lo demás recortó. Veremos qué hace ahora Pedro Sánchez con la abultada factura de las pensiones, cuyo mantenimiento ya exige tirar de la deuda, porque con las cuotas de la Seguridad Social no basta. Es otro gran debate hurtado al contribuyente, pero por poco tiempo. @mundiario

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