Ante la crisis, más y mejor Estado para mejorar el imperfecto mercado

La tierra podría no ser el único planeta que alberga vida. / graphicstock.com
La tierra. / graphicstock.com
La salud pública no puede y no debe caer en las manos de la lógica mercantil, debe de ser un bien público y financiarse por la colectividad, actuando eso sí con instrumentos modernos de gestión por incentivos.
Ante la crisis, más y mejor Estado para mejorar el imperfecto mercado

Más y mejor Estado y democracia para mejorar los resultados del imperfecto mercado en el que vivimos: la lección que estamos aprendiendo en el mundo con la crisis sanitaria y ahora, la crisis humanitaria global, es para mí cada vez más clara. Existen bienes que por su naturaleza deben brindarse a la colectividad y no pueden integrarse a la esfera del mercado por ninguna circunstancia. La salud pública no puede y no debe caer en las manos de la lógica mercantil, debe de ser un bien público y financiarse por la colectividad, actuando eso sí con instrumentos modernos de gestión por incentivos. No se trata de que los empresarios  del sector privado sean malas personas, es simplemente que la lógica empresarial no puede abordar la naturaleza y características del bien salud como efectivamente lo hemos conocido y lo conoceremos en el futuro.

Hoy vemos el accionar colectivo como la única forma de combatir la pandemia, al mismo tiempo, vemos cómo colapsan los sistemas de salud que nunca hubiésemos pensado del mundo desarrollado. Claramente los seguros y reaseguros no fueron suficientes, ni mucho menos los equipos médicos y la preparación del recurso humano fueron y estaban preparados para abordar el desastre. Nos falta lo básico en el mundo desarrollado, ahora piensen que viene lo peor, la pandemia será un desastre humanitario en el mundo en desarrollo. Cada país a la loca tomando medidas improvisadas y generando, más caos que soluciones. Sólo de pensar en mi querida Centroamérica y mirar la desinformación, la improvisación y el desconcierto con que se está tomando esta pandemia, me puedo imaginar el caos y la desesperación que vendrá en unos cuantos meses y años.

Más y mejor estado en medio de la pandemia significa que debemos actuar colectivamente, que todos los recursos públicos deben articularse para resolver las tres grandes fallas del sistema capitalista actual, la exclusión social de una parte significativa de la población y ahora, el desempleo, mecanismo mediante el cual se adquiere renta básica para sobrevivir, no podemos olvidar en medio de lo anterior, el desastre ambiental global y a la atención urgente de esta falla sistémica de la economía capitalista. Es claro que el estado, tal cual lo conocemos hasta hoy, clientelista y burocrático no podrá seguir igual. El estado deberá repensarse y adaptarse a las nuevas condiciones pasada la pandemia. Empero, el mercado tampoco será el mismo, la regulación de sectores claves como las telecomunicaciones, la banca, la educación, la energía, el agua y por supuesto, la salud y el ambiente, serán mucho más restrictivas a la esfera de acción del mercado. El daño que ha causado la privatización total o parcial de estos sectores es tanto como la inacción pública en materia de incentivos para transformarlos, la sociedad del futuro requiere reparar los daños y repensar el futuro.

Tres medidas urgentes deberían tomarse a mi juicio para solventar el desastre económico y social posterior a esta crisis sanitaria y humanitaria global.

1.- Salvamento de las empresas pequeñas y medianas. Todas las empresas están pasándola mal, pero las MIPYMES serán aniquiladas en masa producto de esta situación que nos llama a repensar la estructura de propiedad que tenemos. El salvamento de empresas deberá cambiar la estructura de capital dando a los trabajadores participación y acceso al capital de las empresas, de tal manera que puedan contribuir parcialmente a aliviar el costo de permanecer en el mercado. Mi propuesta es con fondos públicos comprar hasta el 49 por ciento de la empresa y trasladársela en proporciones equivalentes a los trabajadores, de tal manera que los empresarios puedan contar con liquidez en medio de la pandemia, puedan cambiar el modelo de negocio y adaptarlo en la nueva situación. De dónde salen los recursos para esta acción, de un gran fondo de solidaridad nacional que deberá crearse y consolidarse en el mundo en desarrollo, con créditos internacionales y de soporte global.

2. Pasar del actual esquema de transferencias condicionadas que ampara un sistema clientelista y burocrático de política social a la renta universal mínima, transfiriendo a las familias pobres, desempleados y personas excluidas del sistema económico, un equivalente a lo requerido para vivir dignamente. La renta universal será vital para garantizar que las personas excluidas puedan convivir e interactuar en la sociedad sin ser condenadas a la pobreza extrema o a ser presa de la acción del narcotráfico y otros males. En este proceso de transformación que vivimos, las nuevas tecnologías deberán permitirnos tener un único sistema de identidad con las características de dicha población, generándoles subsidios en educación, salud, transporte, vivienda, agua, electricidad y por supuesto, telecomunicaciones. Una vez que las personas pueden tener una renta superior por sus propias competencias, saldrán de este estatus y podrán seguir disfrutando de las ventajas de superar su condición de exclusión social.

3. Una profunda reforma al sistema financiero global y local. Este cambio deberá seguirse como elemento central para promover el desarrollo y acceso de los servicios financieros a toda la población y sobre todo, mecanismos de acceso al crédito productivo . De dejarse en manos de la banca privada o de los conglomerados públicos actuales, la banca no funcionará como la sábila del sistema económico, sino que será un ácido que aumentará el daño del ecosistema económico y social. La Banca deberá ser esencialmente pública en adelante, cuan más tarde el país respectivo en comprenderlo más doloroso será el ajuste económico y social que tendrá. Esta reforma parte de la necesidad de recuperarse pronto de las consecuencias globales de la pandemia, que serán profundas en el ecosistema social y productivo.

Tres nuevos bienes públicos a saber, la renta mínima universal para garantizar el pan y el sustento de las familias, el acceso a la información y las comunicaciones como pilar central de oportunidades para la sociedad, el acceso a la salud pública y a la educación que serán de primordial y sustantiva necesidad para acceder a niveles de vida mejores en las próximas décadas. La educación sufrirá grandes cambios y quedará esencialmente dividida entre las actividades de formación de formadores a gran escala y las actividades de creación y desarrollo de nuevo conocimiento, incluyendo en ello la cultura, las artes y las humanidades. Empero, la forma en cómo hemos conocido la educación cambiará sustancialmente, es quizás el gran reto del mundo en desarrollo, aspirar a tener sistemas de ciencia, tecnología y educación superior adaptados al mundo 5.0 que tenemos en frente.

El mundo tal como lo hemos tenido hasta hoy ha cambiado y seguirá cambiando en esta década sin precedentes en la humanidad, la gran virtud de la raza humana es su capacidad de adaptarse a los cambios del entorno. La democracia como forma social puede ser la gran ventaja o el candado que termine por cerrar la última puerta. Somos producto de esa evolución y como raza humana estamos llamados a tener mejor estado y mejor democracia para cambiar los destinos de la humanidad para bien, para bien de todos y del mercado, medio y no fin en sí mismo para la mejora de la vida y de la prosperidad de todos. @mundiario

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