Entre el coronavirus y las superbacterias

Vacuna para el coronavirus. / RR SS
Una imagen relativa al coronavirus. / RR SS
Sería muy de agradecer que, para fortalecer nuestra capacidad para evitar desastres como las superbacterias derivadas de nuestros sistemas de producción de alimentos, en esta meta se explicitase lo que atañe al uso de antibióticos, indica este análisis para infoLibre.
Entre el coronavirus y las superbacterias

Para prevenir y enfrentarse a una pandemia como la del coronavirus hemos aprendido que es fundamental contar con un sistema productivo y sanitario resiliente. Con stocks estratégicos de mascarillas, test de infección, respiradores, unidades de cuidados intensivos, fármacos… y capacidad de producirlos en el propio país. También, con capacidades investigadoras para encontrar las vacunas o antivirales necesarios.

Pero de muy poco valdrían todas estas prácticas de precaución (por no hablar de protocolos serios de confinamiento y de control del tráfico aéreo o de las actividades sociales) si con la otra mano estamos trabajando en destruir nuestras actuales defensas.

Me refiero a aquellas prácticas que convierten paulatinamente en inútiles nuestros antibióticos (cada vez menos numerosos) para frenar no pocas bacterias. Y es así como nos deslizamos hacia un nuevo túnel de incertidumbre sanitaria global. Lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere como no usar “de forma óptima los medicamentos antimicrobianos en la salud humana y animal… [siendo así que] las pruebas de que la resistencia a los antimicrobianos se debe al gran uso de agentes antimicrobianos son abrumadoras”. Es decir: al consumo abusivo de esos mismos antibióticos.

Siendo así que año tras año, a pesar de las medidas adoptadas por algunos estados, el abuso de antibióticos en los seres humanos, los animales y la agricultura sigue en aumento en todo el mundo. Mientras que el incremento previsto en la demanda de alimentos de origen animal favorecerá nuevos aumentos en el uso de antibióticos y su producción irresponsableRevisemos algunas cifras.

Causas económicas

Debemos partir de la base de que en la actualidad la cuota de calorías de origen animal en nuestra dieta alimentaria es muy desigual según ascendemos en la escala de riqueza nacional (Smil 2003: 290). Para países ricos como Alemania, Estados Unidos o Francia se sitúa en torno al 35%, mientras que en países menos ricos, como China o Turquía se sitúa por debajo del 15%. Tiene esto mucho que ver con el potencial uso abusivo de los antibióticos en la alimentación de la cabaña ganadera que se hace necesaria, pues con una mala práctica similar tendríamos un impacto del doble por habitante en los primeros que en los segundos. Un uso ganadero de los antibióticos (en animales sanos y para su engorde) que explica la mayor parte de su consumo a lo largo y ancho del mundo.

España es el país de Europa que más antibióticos consume (más de 3.000 toneladas anuales), seguido de Italia, con 1.300 toneladas; Alemania con 800 y Francia con 500. Más en concreto, España emplea 402 miligramos de antibióticos por cada kilo de carne producido (tetraciclinas y penicilinas sobre todo), cuatro veces más que Alemania y casi seis veces más que Francia. Muy por encima de la media europea de 140 miligramos, según un informe publicado en 2017 por la Agencia Europea del Medicamento. De manera que, por la intensidad del uso de antibióticos veterinarios y por lo elevado del aporte de la carne en nuestra dieta de calorías (30%), estaríamos entre los países del mundo en el que más favorecemos la aparición de superbacterias resistentes a los antibióticos.

Consumo de antibióticos en la producción cárnica (2015)

Consumo de antibióticos en la producción cárnica (2015, Miligramos por kilo producido). Fuente: Elaboración Propia con datos de la Agencia Europea del Medicamento.

En estos usos y abusos no debiéramos hacernos trampas al solitario. Por ejemplo sustituyendo cantidades físicas de unos antibióticos por otros más concentrados por unidad de peso tratada, pero con semejantes efectos corrosivos en la aparición de bacterias inmunes.

Daños de las superbacterias

Con el uso y abuso de los antibióticos para la alimentación humana, como acabamos de ver derivada sobre todo de las malas prácticas ganaderas, estamos creando superbacterias a cada paso más resistentes a nuestros fármacos. Como es el caso de la MCR-1 (resistente a la colistina) descubierta en China en 2015. Siendo así que el deterioro de nuestro repertorio de antibióticos avanza a tal velocidad que la OMS ya se ha visto obligada a declarar ocho antibióticos como de último recurso.

Se entiende así que el Banco Mundial en un informe publicado en 2017 realizase una estimación de los daños que se derivan de tales superbacterias. En él podemos comprobar que se trata de un caso de manual de lo que se conoce como tragedia de los bienes comunes, que se destruyen (en este caso el potencial curativo de los antibióticos) por usos privativos que buscan el interés a corto plazo (producir más carne). También se comprueba que los costes de la contención (por ejemplo menor producción ganadera) serían muy inferiores a los beneficios (daños evitados, por ejemplo mayores gastos sanitarios) que se obtendrían a escala global. Al menos cuatro veces mayores estos beneficios a los costes, de garantizar así la seguridad sanitaria mundial.

Conclusiones

El colapso y la incertidumbre social provocados por la irrupción del coronavirus en la especie humana en 2020, al parecer a causa de prácticas alimentarias con animales salvajes, desgraciadamente no va a tener nada que envidiar al que pueda derivarse, en cualquier momento, de la aparición de una superbacteria resistente a nuestros antibióticos. Situación que haría saltar por los aires todo nuestro actual sistema sanitario. Lo que el Banco Mundial denomina nuestra seguridad sanitaria mundial.

En este caso lo que tenemos que hacer para aplicar el principio de precaución (frente a una situación que no es de riesgo sino de incertidumbre) es erradicar progresivamente el uso de la mayor parte de los antibióticos en nuestras prácticas ganaderas. Porque las alegrías, codicias y barros de no precaución nos enterrarán en lodos de incertidumbre.

Acabo ya. La conocida como Agenda 2030 y Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015) de Naciones Unidas, en su Objetivo 2 fija muy oportunamente: “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”. Como quiera que el Gobierno de España la ha hecho suya en su meta 2.4. cuando dice: “De aquí a 2030 asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad de la tierra y el suelo” (negritas mías).

Es por ello que sería muy de agradecer que, para fortalecer nuestra capacidad para evitar desastres como las superbacterias derivadas de nuestros sistemas de producción de alimentos, en esta meta se explicitase lo que atañe al uso de antibióticos.

De entrada haciendo que nuestro Instituto Nacional de Estadística incluyese en su apartado de Indicadores de la Agenda 2030 relativos al Objetivo 2, uno sobre el uso de antibióticos por unidad de peso en nuestra ganadería. Algo que sería muy sencillo de obtener en la fuente española que figura en la página 175 del informe europeo que aquí venimos citando.

Con lo que empezaríamos a desarrollar la propuesta 47.6., relativa al uso racional de antibióticos en España, incluida en el Dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del pasado mes de julio. @mundiario

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