El coronavirus, Bill Gates y la importancia de lo público

Bill Gates. / Microsoft
Bill Gates. / Microsoft
El virus Covid-19 lo cambiará todo. El sistema aguantará bien si esto no se prolonga mucho más allá de un mes, a partir de ahí tendrían que empezar a aplazarse intervenciones programadas importantes.
El coronavirus, Bill Gates y la importancia de lo público

Un evento anual tan en boga como el TED –Tecnología, Entretenimiento y Diseño– donde los grandes pensadores y emprendedores hablan de aquello que les apasiona y las inquietudes que les preocupan, recogió en el año 2015 la reflexión de Bill Gates, fundador de Microsoft, que tiene hoy todo el sentido porque dijo que la comunidad científica no “estaba lista para la próxima epidemia y que el brote sería 1.000 veces peor que el del ébola… cuando era niño, el desastre que más preocupaba a las familias era una guerra nuclear. Hoy el mayor riesgo de catástrofe global no es esa, si algo mata a más de 10 millones de personas no serán unos misiles, serán microbios”. Y aquí estamos, con una pandemia decretada por la OMS y los países tomando medidas a cuenta gotas y de manera unilateral. ¿Y ahora qué?

Bill Gates, visionario. / YouTube

La sociedad individualista imperante en los últimos años ha convertido las redes sociales en el modo de relacionarse, al tiempo que la vuelta al proteccionismo ha marcado el modo de actuar de los países, tras haber resucitado los movimientos de extrema derecha e izquierda donde predomina una concepción individualista de la realidad. La naturaleza, que siempre tiende a buscar su equilibrio puede recomponer este devenir y corregir esta tendencia. El virus Covid-19 lo cambiará todo. En el momento álgido del racismo y las políticas discriminatorias, la sociedad occidental más privilegiada se ha dado cuenta de que cualquiera, de raza blanca, ojos claros, coches de lujo y mansiones puede ser discriminado y confinado en su casa por un virus que no atiende a clases sociales ni fronteras y su carácter democrático e igualador es indiscutible. Todos estamos en igual nivel de vulnerabilidad, porque sí, somos vulnerables.

Son, por tanto, los servicios públicos, sobre todo aquellos ligados al Estado de Bienestar, los que garantizan la cobertura de los aspectos más importantes para la vida de los ciudadanos, aunque cuando tienen excedente ni se percaten. De manera inmediata la sanidad pública –tan castigada por la crisis del 2008 con recortes sustanciales, falta de inversión y una tasa de reposición cero que ha machacado a los profesionales– es la gran protagonista a la que todos miran y ven el ejemplo de solidaridad, entrega y profesionalidad incondicional que está dando. Parece que el sistema aguantará bien si esto no se prolonga mucho más allá de un mes, a partir de ahí tendrían que empezar a aplazarse intervenciones programadas importantes, y eso es hablar ya de otro escenario, como ha afirmado Rafael Bengoa en una reciente entrevista.

En paralelo, los científicos, a los que ahora se les promete más medios, apuran las horas en sus laboratorios para dar con la vacuna a la que, seguramente, todos los españoles tendrán acceso en menos de un año, no así en otros países donde la cobertura sanitaria no atiende estas cuestiones. Y aquí, de nuevo, se vuelve la mirada sobre lo público porque las universidades no son centros de enseñanza, que también, lo son sobre todo de investigación. Se investiga en las universidades públicas, donde su único objetivo es obtener beneficios sociales y no un reparto de dividendos a fin de año para los socios capitalista de un negocio que, en el ámbito de la docencia es suculento para algunas universidades o institutos privados, pero cuando la cuestión es seria, miramos a lo público, ¿verdad? Porque la investigación preventiva no es negocio para la actividad privada. Pues bien, como cada crisis trae también una oportunidad tenemos ante nosotros la de no olvidarnos de esto una vez que pase el agobio, sino de poner a cada uno en su sitio y no renunciar nunca a lo esencial, el papel de los servidores públicos. @mundiario

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