Corcubión: puerto carbonero de Europa

Ria Corcubión.
Ria Corcubión.
Una ría, considerada por los marinos como la más segura de España, llegó a figurar entre las cuatro con mejores servicios internacionales europeos como depósito flotante para el carboneo.
Corcubión: puerto carbonero de Europa

La Revolución Industrial datada por el año 1769, convirtió al carbón en una de los principales protagonistas de su tiempo. En el siglo XVIII los grandes yacimientos carboníferos y el consumo de carbón por la industria y el transporte de la época -consolidado posteriormente, ya en el siglo XIX, por la generalización de ese mineral utilizado para el desarrollo industrial de los países, la navegación y el ferrocarril- lo convirtieron en el sucesor de la madera y primer combustible mundial utilizado para el transporte de mercancías y personas.

El gran boom llegó, con la primera Guerra Mundial en la que, a pesar de todo, se vislumbraba ya el valor del petróleo, hasta entonces utilizado como "cura contra las lombrices" y lubricante para determinada maquinaria.

Las continúas disputas entre Alemania e Inglaterra hicieron cobrar protagonismo al crudo. Mediado el siglo XIX, el aceite de ballena, el gas ciudad y la trementina fueron desplazados por el queroseno, un derivado del petróleo que únicamente tenía el problema de su extracción, lo que hizo que el carbón mineral -un combustible fósil, al igual que el petróleo- dejara de utilizarse en la medida que se hacía hasta entonces. Su uso en el transporte fue una circunstancia a la que sacó provecho Plácido Castro Rivas vecino de Corcubión (A Coruña), empresario pionero en el carboneo a flote, como muy bien destaca el marino, escritor e historiador de la misma localidad gallega Aquiles Francisco Garea Moledo en su reciente libro "Carboneando en Corcubión", editado por la Diputación Provincial de A Coruña. Aquiles Garea, en su muy documentado libro, señala que "no se puede realizar una revisión histórica de los depósitos flotantes de carbón en la ría de Corcubión y a la vez en todo el territorio nacional sin antes conocer la persona que fue capaz de poner en funcionamiento un negocio que en su época fue el motor para una zona que se encontraba alejada y casi incomunicada del resto del mundo".

Se refiere el marino gallego a Plácido Castro Rivas, nacido en Fisterra en el año 1858 que, tras poner en marcha un negocio de viveros de langosta en el vecino puerto de Lira y, posteriormente, en San Sebastián, siendo además copropietario de una cetárea en Roscoff (Bretaña francesa). 

UN EMPRENDEDOR

El que hoy sería un "emprendedor" construyó en la playa de Quenxe "unos modernos almacenes con el fin de dedicarlos a la industria de salazón". Tales almacenes jamás se utilizaron con este fin. 

Como relata en su libro Aquiles Garea, "su destino fue ser en primer lugar las instalaciones en tierra de su concesión dedicada a la explotación de los depósitos flotantes de carbón a partir de 1900 de la Compañía de los Depósitos de Carbón de Cabo Finisterre, también de su propiedad y, desde finales de 1916,  hasta el cierre de la Compañía General de Carbones".

La proximidad de la ría de Corcubión a las principales rutas de navegación del mundo condujeron a Castro Rivas "a realizar las acciones que le permitiesen obtener licencia para poder establecer una concesión de depósitos flotantes de carbón" y teniendo como referencia la Real Orden de 28 de diciembre de 1885, el Ministerio de Fomento le otorga "la concesión de depósitos flotantes de carbón de piedra". El 31 de diciembre de 1890 sobreviene la autorización de la Dirección General de Sanidad  del establecimiento en el puerto citado de una Dirección Especial de Sanidad "indispensable para la escala de buques procedentes del extranjero".. Un paso para poder importar  carbones extranjeros. 

En aquel entonces Corcubión disponía de una Administración Mixta de Hacienda y Aduanas.clasificada entre las marítimas de tercera clase y autorizadas por lo tanto para los comercios de cabotaje y exportación, elevándose aquella a Segunda Clase por resolución "de S. M. el Rey, y en su nombre la Reina Regente del Reino". Esta Aduana se separa de la Administración subalterna de Hacienda y se la dota de un administrador pericial (con el sueldo de 1.500 pesetas anuales), comunicación que se cursa en Madrid el 15 de enero de 1891. Dos años después se le concede autorización para instalar un depósito flotante de carbón en el puerto de Corcubión.

EL AÑO DEL INICIO DEL CARBONEO EN CORCUBIÓN

Las operaciones en dicha concesión comenzaron en el año 1894. Los pasos susbsiguientes llevaron a Castro Rivas a lograr la exención de los derechos arancelarios para el carbón extranjero destinado al aprovisionamiento de los vapores en navegación de altura. Esto provocó "las envidias de los puertos de A Coruña, Vigo y Vilagarcía" cuyos representantes en el Congreso  lucharon para que la aplicación de tal exención a la importación del carbón "no fuese avante y de esta manera echasen por tierra los depósitos flotantes de Corcubión" dadas las "consecuencias nefastas para sus intereses particulares.

Estos, sobre todo los de Vilagarcía y Vigo veían peligrar su negocio como puertos de aprovisionamiento de las escuadras extranjeras y de los vapores mercantes, debido a la mejor situación y cercanía a las principales rutas marítimas de los depósitos de Corcubión". Esta exención fue aprobada mediante Real Decreto el 6 de marzo de 1900.

INGLATERRA DEFIENDE EL CARBONEO EN CORCUBIÓN

Entre los apoyos con que contó Corcubión y el proyecto de carbonización de Castro Rivas, destaca una recomendación muy favorable realizada en 1874 por el almirante inglés Seymour "sobre las condiciones de la ría" y en 1900 se citaban las ventajas de las instalaciones para el carboneo: calado y abarloado con rapidez y seguridad junto a los depósitos de carbón, carboneo realizado durante la noche y el día, puerto libre, posibilidad de obtener verduras y provisiones "en abundancia y de buena calidad y a un buen precio"..

Se acreditó el interés general de Corcubión como puerto de refugio y aprovisionamiento y se convirtió su ría "en uno de los principales puertos carboneros de Europa, compitiendo con las estaciones carboneras de Gibraltar, Malta y Argel (aún siendo los de Malta y Gibraltar puertos del imperio británico) que al contrario que el gobierno español nunca vivió de espaldas al mar".

En el año 1903 las principales navieras europeas utilizaban las instalaciones portuarias de Corcubión "para aprovisionar a sus vapores". 

Más de cien años después, la descarbonización es lo que prima y el de Corcubión fue rechazado en más de una ocasión -caso del Prestige, por ejemplo- como puerto refugio. Tal vez las autoridades marítimas españolas debieran leer este libro de Aquiles Francisco Garea Moledo. @mundiario 

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