La confianza de los consumidores en la economía española volvió a caer en julio

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Un ciudadano español de compras en un supermercado en Madrid / Pixabay.
Los españoles creen que la economía no marcha bien, aunado a la recesión, el consumo podría volver a caer a niveles similares -un 30% o más- como ocurrió con la llegada de la pandemia en marzo.
La confianza de los consumidores en la economía española volvió a caer en julio

La etapa en la que actualmente se encuentra España es histórica, no solo por la radical alteración que el sistema de vida ha sufrido en el país al ser trastocado por el pernicioso ciclo o accidente biológico de la pandemia de coronavirus, sino también por el giro de 180 grados que le ha dado a una economía con serios problemas estructurales desde hace tres años, y que ahora, han sido exacerbados por el estado de conmoción detonado por la crisis sanitaria, lo cual impacta directamente en la dinámica de la obtención de bienes, intercambio-prestación de servicios y la misma obtención de cosas en el plano material de la cotidianidad social.

Y es que la confianza de los consumidores en la economía española volvió a empeorar en julio, después de dos meses de ligeras subidas. El consumo registró un repunte tras el fin del estado de alarma en junio, pero la percepción socioeconómica da cuenta de que la población no ve el contexto actual con optimismo. 


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De hecho, la valoración de la situación actual baja, pues el estado de cosas denota un complejo panorama en el que varios segmentos del tejido social del país se reincorporan a la actividad productiva y a los circuitos de consumo, pero un sector muy amplio aún sufre las consecuencias del shock del coronavirus tras la implosión de la crisis en marzo, lo que agrava aún más las expectativas de futuro y así la realidad nacional retrocede a niveles similares a 2012 y a la crisis de 2008 (la llamada Gran Recesión).

El índice de confianza del consumidor (ICC) de julio publicado este miércoles por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se situó en 53,1 puntos, lejos de los 100 que marcan la diferencia entre una percepción positiva y negativa. Esto implica que en casi un 50% se ha reducido la percepción social de que la economía marcha bien.

Este factor podría tener consecuencias a largo plazo generando una fuga masiva de capitales, pues la caída de la demanda externa contrae los mercados nacionales, mientras que la demanda interna se mantiene débil, el consumo no se expande y las inversiones no generan rentabilidad, lo que a su vez causa austeridad en las empresas y afecta directamente los salarios. Así sucesivamente en una espiral de crisis que se tornará indefinida si el Gobierno no despliega más fondos de su arsenal financiero junto con el rescate de la Unión Europea para reconstruir las bases de todas las cadenas de suministro, consumo y producción que sostienen a millones de familias y empresas en el país. @mundiario

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