El coche autónomo es una realidad técnica con dudoso futuro comercial

El vehículo experimental de Google ya circula de forma controlada por vías públicas.
El vehículo experimental de Google ya circula de forma controlada por vías públicas.

Pese a la loca carrera que se ha desatado en la industria, la viabilidad comercial de los coches autónomos se enfrenta a serias dificultades que hacen difícil su implantación.

El coche autónomo es una realidad técnica con dudoso futuro comercial

Pese a la loca carrera que se ha desatado en la industria, la viabilidad comercial de los coches autónomos se enfrenta a serias dificultades que hacen difícil su implantación.

El coche autónomo siempre ha sido tomado como una imagen del futuro, una imagen que hasta hace poco teníamos que conformarnos con ver en el cine. Una tecnología ultramoderna, cientos de veces anunciada, que parecía que nunca llegaría. Todos hemos soñado con tener un coche, a ser posible fantástico, que nos recogiese en la puerta con sólo llamarlo desde nuestro reloj. Ese momento parece haber llegado, incluida la parte del reloj.

Y es que el desarrollo tecnológico de los últimos años ha permitido que la conducción autónoma haya pasado de utopía a objetivo real. Hasta el extremo de que casi todos los fabricantes de automóviles, y algunos que no lo son, se han lanzado a una frenética carrera por ser los primeros. Una carrera cuyos mayores obstáculos, por más curioso que parezca, no son precisamente tecnológicos.

Tecnología real

Desde hace muchos años la industria del automóvil ha dado pequeños pasos hacia la conducción autónoma. A veces tan pequeños, que incluso han pasado desapercibidos para la mayoría, pese a ser fundamentales. Así, sistemas como el control de velocidad, el cambio automático, dirección asistida, luces automáticas etc.. han ido asistiendo y sustituyendo funciones realizadas por el conductor. Hasta el punto de que técnicamente los coches podrían circular solos desde hace bastantes años. Sin embargo el reto técnico no se encontraba en el movimiento autónomo, si no en la capacidad de desplazarse con seguridad por el entorno. Es decir, que además de girar, acelerar y frenar sólo, pueda hacerlo dentro del tráfico rodado sin peligro.

El desarrollo de sensores de ultrasonidos, cámaras multifunción, radares y sistemas de posicionamiento, han traído la solución a casi todos esos problemas. Así a día de hoy a nadie le extraña ver vehículos que aparcan solos, que aceleran y frenan de forma autónoma en carretera, o que incluso frenan ante un obstáculo. El nivel tecnológico actual es tal, que hay vehículos en producción que, con la tecnología que equipan ya serían capaces de circular de forma autónoma con niveles de seguridad muy razonables.

Seguridad

Hablar de seguridad en conducción autónoma es muy arriesgado. El concepto en sí mismo invita a pensar en la erradicación de los accidentes de circulación. Una situación muy deseada pero muy difícil de lograr en la práctica. Ya que no hay que olvidar que durante muchísimos años tendrán que convivir con vehículos no autónomos y sujetos a errores de los conductores. Además el propio vehículo autónomo podría verse sometido a situaciones extremas muy difíciles de anticipar y controlar, como inclemencias meteorológicas o incluso averías.

No hay que dejar pasar de largo que todos los sistemas de seguridad pasiva, están diseñados teniendo en cuenta que los ocupantes estarán situados de una forma muy determinada dentro del vehículo. Por ello la vida a bordo de los mismos no será muy diferente a lo que hemos visto hasta ahora, limitando muchas de las posibilidades que se muestran en ambiciosos prototipos.

Riesgo legal

Todo accidente conlleva una responsabilidad que, hasta hoy, en la mayor parte de las ocasiones, recae sobre los conductores de los vehículos implicados. ¿Qué sucederá en caso de que se vea implicado un vehículo que circula de forma autónoma? ¿Sería el seguro del vehículo el responsable último de las indemnizaciones? ¿O habría lugar a reclamar al fabricante? Si fuese así, ¿Se arriesgarán los fabricantes a afrontar demandas millonarias?

En este punto se ha abierto un intenso debate sobre cual sería la actuación de un vehículo autónomo si, en caso de peligro de accidente, pudiese decidir entre proteger a los ocupantes o al resto de usuarios de la vía. El ejemplo que se utiliza es patente, si un vehículo autónomo que va a ser arrollado por un camión podría salvar a sus ocupantes invadiendo una acera llena de peatones, ¿Debería hacerlo?

Futuro comercial

Quizás uno de los mayores frenos con los que se encuentre el coche autónomo sea el marketing. En el momento que los vehículos circulen de forma autónoma, los fabricantes verán diluirse una parte importante de sus argumentos de diferenciación frente a la competencia. Si el vehículo pasa a ser un medio de transporte que nos lleve de A a B, ¿Que importarán criterios como el comportamiento, el dinamismo o las prestaciones? ¿Cuál será el factor diferenciador entre marcas?

En esta línea baste como ejemplo lo sucedido recientemente en la Unión Europea, debido a la intención de hacer obligatorio que los vehículos eléctricos emitan sonidos. Dicha normativa se ha demorado hasta el año 2.019, debido a las presiones de los fabricantes para impedir que se imponga un sonido estándar. Y de esa forma poder homologar cada uno su sonido para identificar a los vehículos de su marca.

Implantación paulatina

Tras lo expuesto podríamos pensar que el vehículo autónomo no llegará a circular nunca, o incluso que su desarrollo es un esfuerzo vano. Nada más lejos de la realidad. Probablemente asistiremos a una implantación paulatina de esta tecnología, con un abanico de sistemas que asistirán al conductor en cualquier condición, ayudándole a tomar la mejor decisión posible en cada momento. Incluso algún fabricante ha descartado el vehículo autónomo para apostar exclusivamente por esta posibilidad. De lo que no hay duda, es que para que un vehículo autónomo llegue a circular, no bastará con que la tecnología sea capaz de lograrlo. Deberá crearse un nuevo marco legal que acote y regule las nuevas posibilidades que ofrecen este tipo de vehículos. Algo que, conociendo la celeridad de los legisladores, tardará bastante tiempo en producirse.

Ahora bien, hay algo que es inevitable, el coche autónomo llegará.  Y cuando lo haga, habrá sido capaz de dar una respuesta satisfactoria a todas las cuestiones que se plantean. Sin embargo, probablemente debamos esperar mucho más tiempo del que se tardará en desarrollar la tecnología que lo permita. Poder llamar a nuestro coche por el reloj para que venga a recogernos, tendrá que esperar, al menos por un tiempo.

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