China ha vuelto... para quedarse

Shangai. / RR SS
Shangai.
Su nuevo acuerdo con 14 países afecta a 2.270 millones de personas, con  más del 30% del PIB mundial.
China ha vuelto... para quedarse

El  pasado 14 de diciembre, China ha firmado la  Asociación Económica Integral Regional (RCPE),  acuerdo comercial, con otros 14 países de Asia Oriental y Oceanía (Japón, Corea, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Malasia, Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya, Brunei, Indonesia, Birmania, Singapur). Un acuerdo de mercado común, el mayor conocido hasta ahora en la historia, que afecta a 2.270 millones de personas, con  más del 30% del PIB mundial,  abierto, además,   a la posible incorporación de India. El acuerdo incluye la supresión de aranceles en el 90% de los productos y otra serie de acuerdos comerciales, que fundamentan, progresivamente, un mercado común con todas sus consecuencias positivas.

No es un acuerdo improvisado. Lleva negociándose, y dando pasos parciales de integración, más de diez años y se presenta en un documento  de 14.000 páginas para armonizar intereses de países muy distintos, con garantías de continuidad. Supondrá un incremento en la región de 5,2 billones de dólares en exportación, un 2,6% más de inversión y un aumento del PIB en un 1.8%. Su objetivo es la liberalización del comercio en esta inmensa región, de tal manera que en 10 años las tarifas arancelarias se reduzcan a 0  (El País, 16-11-20; Global Times, 15-11-20).

Noticia de gran calado

Es una noticia de gran calibre, de especial relevancia. Especialmente  en estos momentos en que todos los populismos claman contra la globalización e intentan dinamitar el multilateralismo y el libre mercado, se levanta gran parte de Asia y Oceanía con la bandera de los acuerdos multilaterales. Una bandera mucho más grande y efectiva que todas las que enarbolan con fervor los populistas.

Es una noticia de gran calado y de gran interés para todo el mundo. Pero, rastreando tertulias políticas de radio, televisión y prensa escrita españolas, no parece de tanto interés para nosotros, pues se informa  de ello, o se debate, en muy contados  medios. Es como si la libertad de información se entendiese sólo como libertad de no información, también defendible, aunque no parezca muy periodístico. La gran noticia ese día, gran noticia también, fue una nueva vacuna occidental, pero sin dejar espacio para presentar las diversas vacunas chinas que están en desarrollo. Lo que pasa en Oceanía y Asia, por muy importante que sea, es como si estuviera pasando en otro mundo del que no hay tiempo para informar, ¡con los graves problemas que tenemos entre nosotros, no tenemos tiempo de ocuparnos  de tan problemas “lejanos”!

Pero ese silencio no resta importancia a un acontecimiento de calibre global.  Lo admitamos o no, nos guste o nos disguste, informemos de ello más o menos, China ha vuelto para quedarse. Y vuelve desde Asia y con Asia.

Porque  es más lo que ocurre en esas tierras lejanas que nos merecería  atención: China tiene  otro gran acuerdo, gestado paso a paso en los últimos 20 años, de contenido comercial, tecnológico, cultural, de inversiones, energético...incluso antiterrorista: es la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS),  cuyos miembros son:  China, Rusia,  Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán,  India y  Pakistán (3.200 millones), que se reúnen periódicamente y trabajan, como institución multilateral, en  esos objetivos  comunes, con resultados progresivamente contundentes en todos ellos. Aunque apenas nos enteremos de ello!

Y más aún: todo este entretejido de acuerdos operativos se ensarta en el gran programa promovido por China, llamado “Un cinturón, una ruta”, o más claramente,  “la Nueva Ruta dela Seda”, en el que están implicados la mayor parte de los países citados y otros muchos de los cinco continentes: en total, hasta ahora, 140 países. También, en este caso, constatamos que apenas nos enteramos de ello, aunque, en sus siete años de vigencia, ese programa  ha atraído ya seis billones de dólares de inversión efectiva en proyectos diversos, concluidos o en construcción, de infraestructuras y conectividad.

Es una expresión clara, clamorosa por su volumen y ambición, de que el mundo ya ha cambiado: emerge Asia, emerge China como primera potencia asiática  en PIB, (casi tres veces superior a la 2ª,  Japón), y emerge una nueva arquitectura de poder global, fundamentada  en  el multilateralismo,  el libre comercio y la cooperación.

En los días posteriores a la firma del Acuerdo RCPE, se han reunido en Pekín la Cumbre de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), agrupación de países emergentes;  la Cumbres de la APEC (todos los países del Pacífico);  la Cumbre del G-20, como sabemos, el organismo más multilateral –después de la ONU-  en el que confluyen 22 países y la Unión Europea, organismo que podría perfilarse como embrión de gobernanza global.

Repercusiones

Sí, China ha vuelto... y ha vuelto para quedarse. Para muchos es una sorpresa; a otros les produce rechazo, o recelo. Y otros no quieren darse por enterados. China ha vuelto al concierto  internacional, con la aspiración de ocupar el puesto que le corresponde, sin agresividad ni imposiciones. Vemos  que, en general, no es bien recibida por las potencias occidentales que, hasta hace poco, ostentaban un casi  monopolio, como  las únicas con derecho a ser miembros dirigentes de esa comunidad internacional.  La emergencia de China les produce  un gran desconcierto,  recelo, o rechazo. Porque, además, China viene con su propia historia –milenaria-, sus propias ideas, sus propios sistemas.

Decimos que China ha vuelto, que China reemerge porque no debemos olvidar que China ya fue, durante siglos, la primera potencia económica y tecnológico, aunque de esta realidad histórica sea tan poco conocida como algunas de sus realidades actuales. Por eso queremos inaugurar esta sección en Mundiario sobre “la opinión de China”, en la que podamos presentar, para debate, muchas de las realidades que hoy enunciamos  someramente.   

¿Cómo encajar a China en este mundo, organizado a la imagen y dictados de Occidente? Pues, de momento, el camino más firme y menos conflictivo puede ser la información, la información, por supuesto, para el debate, un debate tranquilo,  basado en datos y análisis. A ello nos apuntamos. Porque China ha vuelto para quedarse, y para encontrar su propio camino, su propio hueco, en armonía y colaboración con todos los  países, en  interés mutuo. @mundiario

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