Carencia de los préstamos personales: cuando no pagar las cuotas sale caro

Pedir un período de carencia es tan útil como caro.
Pedir un período de carencia es tan útil como caro.

Pedir un período de carencia para no pagar las mensualidades de un crédito al consumo durante un tiempo puede ser útil, pero también supone un alto coste.

Carencia de los préstamos personales: cuando no pagar las cuotas sale caro

Pedir un período de carencia para no pagar las mensualidades de un crédito al consumo durante un tiempo puede ser útil, pero también supone un alto coste.

Aunque las entidades bancarias sólo conceden préstamos personales a solicitantes solventes (parece que algo han aprendido de la crisis), son conscientes de que la situación económica de sus clientes puede empeorar de un día para otro, por lo que en algunos casos ofrecen diversas soluciones para que los prestatarios no incurran en impago. Una de ellas es la posibilidad de solicitar un período de carencia, durante el cual el cliente no tiene que pagar la totalidad o una parte del importe de las mensualidades.

En general, como apuntan desde el comparador financiero HelpMyCash, los préstamos personales que incluyen la posibilidad de pedir un período de carencia son productos dirigidos a clientes que cuentan con ingresos algo irregulares o con un nivel adquisitivo bajo, como los créditos para estudiantes. Esta carencia puede ser de dos tipos: total o parcial. En el caso de la carencia total, el prestatario no tiene que pagar las cuotas durante un tiempo determinado, mientras que en el caso de la carencia parcial o de capital, el cliente debe pagar sólo la fracción que corresponde a los intereses devengados.

El alto precio de la carencia

Solicitar un período de carencia para no incurrir en impago puede ser muy útil, pero supone un alto precio. Durante el tiempo en el que el prestatario no paga (o solo paga intereses), el capital pendiente se mantiene y los intereses se siguen devengando sobre ese importe. Al finalizar el período de carencia, los intereses acumulados se suman al monto total a deber, lo que encarece el préstamo y las correspondientes mensualidades.

En el siguiente ejemplo se puede ver claramente cómo la carencia puede encarecer un préstamo personal. Un crédito de 10.000 euros al 8 % TAE con un plazo de reembolso de 5 años se tiene que devolver, si no hay complicaciones, en 60 cuotas de 202,76 euros, por lo que al final se pagan 12.165,92 euros. En cambio, si se pide una carencia inicial de un año, hay que devolver un total de 12.690,86 euros (si la carencia es total) o de 12.518,23 euros (si la carencia es parcial).

Alargar el plazo para pagar menos también sale caro

Sin embargo, la alternativa a pedir un período de carencia tampoco es barata. Para no incurrir en impago, muchas personas negocian con su banco para que les rebajen el importe de las cuotas a cambio de alargar el plazo de devolución. De esta manera, el importe de las mensualidades de un préstamo personal es más asequible, pero a la larga siempre sale más caro. Cuando el plazo se alarga, se devengan intereses durante más tiempo, por lo que al final se acaba pagando más dinero.

Por ello, si se duda entre pedir un período de carencia o alargar el plazo de devolución, es recomendable hacer números para ver cuál de las dos opciones es la que sale más barata. Huelga decir que cualquiera de las dos alternativas será mucho menos costosa que dejar de pagar el préstamo personal, en cuyo caso se aplicarán intereses de demora y se cobrará una comisión por cada aviso de impago. 

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