Para Calviño, la condonación de la deuda pública española es un debate estéril

Nadia Calviño. / Mundiario
Nadia Calviño. / Mundiario
La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, pide que no se abran debates "artificiales y estériles" como la propuesta de que el Banco Central Europeo (BCE) condone la deuda pública a España.
Para Calviño, la condonación de la deuda pública española es un debate estéril

Las condonaciones de deuda se han sucedido a lo largo de la historia, desde el Nuevo Testamento, pero ahora en Europa se plantea una autocondonación. Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, pide que no se abran debates "artificiales y estériles" como la propuesta de que el Banco Central Europeo (BCE) condone la deuda pública a España, ahora en el 117,1% del PIB, el mayor nivel desde la guerra de Cuba.

Bajo un título un tanto largo pero evocador –“Anular la deuda pública mantenida por el BCE para que nuestro destino vuelva a estar en nuestras manos”–, economistas de varios países europeos han sumado su firma a un manifiesto atribuido en primer lugar al profesor francés Thomas Piketty, en el que se viene a concluir que en la eurozona “nos debemos el 25% de nuestro endeudamiento a nosotros mismos”, de modo que su cancelación a cambio de inversiones de los Estados sería “un primer signo fuerte de que el continente está recuperando su destino”.

Dicho así, suena bien, pero ¿es realista hablar en esos términos? “Es ilegal y carece de sentido económico”, zanja el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. Mientras, desde España, voces autorizadas del PSOE y de Podemos respaldan a Piketty. Pero no Nadia Calviño.

Qué quiere Piketty

Más que dar pie a un debate académico –interesante, sin duda–, el manifiesto del controvertido Piketty va camino de situarse como un debate político entre conservadores y liberales, por un lado, y socialdemócratas y comunistas, por otro. Pero también en una nueva controversia entre países más ricos y menos ricos, dentro de la Unión Europea.

Lo que se plantea es la anulación de las deudas públicas actuales, a cambio de inversiones de los Estados, sin dar siquiera pistas de cuál sería la compensación a los menos endeudados –léase Alemania– por parte de los más endeudados, entre ellos Italia y España pero también Francia.

Tampoco se analiza la posible reacción de otros bancos centrales ante una medida de ese calado, empezando por la Reserva Federal de EE UU, sin perder de vista lo que harían China, Japón o el Reino Unido. ¿Qué pasaría, por ejemplo, con la paridad euro-dólar tras una medida así? En el mejor de los casos para el siempre audaz Piketty, su propuesta estaría verde.

La posición del BCE

Del mismo modo, también admite más elaboración la respuesta del BCE, ya que considerar “ilegal” la propuesta no es un argumento suficiente: bastaría con cambiar la legislación que regula el banco central y los tratados, lo cual sería relativamente fácil. Lo difícil sería su viabilidad económica y financiera.

Tampoco basta con asegurar, como hizo De Guindos, que “la cancelación de deuda no tiene ningún sentido económico o financiero en absoluto”, ya que a lo largo de la historia sí lo ha tenido. La clave del asunto es más de fondo; máxime al tratarse de una autocondonación parcial.

La izquierda académica europea, trufada de economistas partidarios, tira así por elevación y deja de lado su intento –frustrado– de mutualizar la deuda mediante los eurobonos para hacer una especie de borrón y cuenta nueva.ç

Alemania, en otra onda

Si algún país será reacio a medidas así es Alemania, pero en el manifiesto también se le da un toque de atención importante al recordársele que en la Conferencia de Londres de 1953, Alemania se benefició de la condonación de dos tercios de su deuda pública, lo que le permitió volver a la prosperidad y afianzar su futuro en el espacio europeo.

No es la primera vez que Piketty abandera manifiestos de este tipo. Lo hizo a raíz de las políticas de austeridad de Angela Merkel y, de modo particular, ante la crisis financiera de Grecia. Al igual que ahora puso de manifiesto que en la década de 1950, Europa se fundó sobre el perdón de deudas pasadas, sobre todo las de Alemania, lo que generó una aportación masiva al crecimiento económico y la paz de la postguerra. @J_L_Gomez

Un caballo y soldados británicos durante la Primera Guerra Mundial.

Un caballo y soldados británicos durante la Primera Guerra Mundial.

Precedentes históricos

Para encontrar condonaciones de deuda podríamos remontarnos al Nuevo Testamento pero no es necesario ir tan lejos ni a un contexto histórico tan diferente. Un caso histórico de condonación total se dio cuando EE UU aplicó esa medida al Reino Unido, Francia, Italia y otros 22 países en 1931, tras la deuda acumulada durante la primera guerra mundial. La historia se repitió de nuevo en 1953 con Alemania. Pero con Grecia en 2015 ya se vio que Alemania no se acuerda mucho de todo aquello.

El manifiesto sobre la anulación de una parte de la deuda pública que publicaron numerosos e influyentes economistas de once países europeos, encabezados por Thomas Piketty, director de investigación en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, tuvo un gran impacto mediático e incluso forzó una respuesta inmediata del Banco Central Europeo pero no pasó de ahí la cosa. Las bolsas europeas no se alteraron lo más mínimo –en general subieron– y un euro siguió valiendo lo mismo. @mundiario

Thomas Piketty. / YouTube

Thomas Piketty. / YouTube

––––––– PROTAGONISTAS –––––––

> Thomas Piketty, profesor de economía.- No solo apela a la anulación parcial de la deuda pública. También propone medidas en materia de proteccionismo ecológico y solidario, reformas fiscales destinadas a reducir el nivel de desigualdad…, en el marco de una nueva gobernanza europea.

> Luis de Guindos, vicepresidente del BCE.- Si el BCE condona la deuda tendría dificultades para mantener el flujo de dividendos que paga al tesoro, por lo que el alivio en la ratio de deuda pública podría ser inferior a los dividendos obtenidos, con un efecto  mayor que el de la cancelación.

> Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.- Si bien no ha sido el centro de atención del manifiesto de Thomas Piketty, sí puede sentirse concernida por la idea de una nueva gobernanza europea, en particular mediante la transición al voto por mayoría cualificada en asuntos fiscales.

> Cristina Narbona, presidenta de PSOE.- Si bien firmó el manifiesto de Piketty como directiva de Economistas Frente a la Crisis, no puede eludir su condición de presidenta del partido del jefe del Gobierno. Como tal estaría pidiendo al BCE que condone 300.000 millones prestados a España. @mundiario

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