Bruselas negocia un mecanismo de rescate para blindar a los Veintisiete de una recesión

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron (izq.); la canciller de Alemania, Angela Merkel (cen.); y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (der.) / midiapublicitaria.com
La UE apuesta a arriesgarlo todo y, en caso de que se produzca una nueva burbuja de deuda, romper el vidrio de emergencias y sacar el extintor.
Bruselas negocia un mecanismo de rescate para blindar a los Veintisiete de una recesión

El euro, como moneda mundial de reserva, siempre a la sombra del dólar estadounidense, se mantiene estable pero, paradójicamente, su salud peligra a lo interno del bloque de la Unión Europea debido a la atomización financiera que actualmente se ha puesto de manifiesto en una alianza geopolítica y diplomática que fue concebida como un utópico proyecto de perfecta integración a largo plazo, aunque en períodos de crisis se somete a la dura prueba de demostrar cuán compacto es realmente ese bloque monolítico que el Banco Central Europeo y la Comisión Europeo han tratado de salvar durante años. 

A medida que las primas de riesgo se sigan disparando por la salida masiva de capitales de los Estados que en otrora eran los más rentables para los grandes tenedores de fondos, más inviable se hace la sostenibilidad del euro como divisa comunitaria, pues casi todos esos flujos de capital se trasladan a activos de refugio muy líquidos y que, de hecho, son los más sólidos en la era moderna: el dólar y el oro.

Y a pesar de que el BCE y el Ejecutivo europeo le dieron luz verde a los Gobiernos para emitir financiamiento sin parangón, lo que eso representa en el fondo es una permisividad muy alarmante para que los Estados se endeuden a niveles dos y tres veces superiores a los de sus productos internos brutos. Sin duda, ese sería el preludio de un efecto dominó desencadenado como una nueva crisis de deuda masiva y simultánea el euro, es decir, una verdadera pandemia financiera en la zona del planeta que ha sido el modelo de desarrollo, primer mundo y Estado del bienestar más promovido por las corporaciones mediáticas y la grandes academias de Occidente.

Es por ello que Bruselas apuesta a arriesgarlo todo y, en caso de que se produzca una nueva burbuja de deuda, romper el vidrio de emergencias y sacar el extintor. Por esa razón existe el el mecanismo de rescate europeo (MEDE), que se creó durante la crisis del euro para financiar a los países de la periferia. Su funcionamiento se basa en que los capitales son captados, repatriados, emitidos y almacenados en las cinco capitales que son los pilares financieros y comerciales de la UE: París, Roma, Berlín, Madrid y Bruselas.

Durante la crisis del euro, la UE le prestó a España el dinero para el rescate bancario con una línea de 100.000 millones, de los que finalmente se utilizaron unos 50.000 millones. Los fondos excedentes se destinaron en forma de liquidez a un fondo especial de emergencia para crisis de largo plazo. Y ahora, el momento de usarlos ha llegado, pues a pesar de que 50.000 millones de euros no sean suficientes, podrían irrigar dinámica, consumo y empleo a un importante grupo de sectores que contribuye al 20% del PIB de la economía española.

Ahora el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha reclamado a la UE que abra líneas a los países, sin condiciones. Italia es la nación a la que, probablemente, irá dirigido el flujo más grande capitales dese las arcas europeas con un estimado de hasta 300.000 millones de euros. España defiende que para no estigmatizar a ningún Estado se abran líneas para todos y que la utilice el que quiera, aprovechando que el MEDE tiene capacidad para endeudarse por valor de unos 410.000 millones de euros, aunque esa cantidad incluso podría ser ampliada si así lo decide su Consejo de Directores (los miembros del Eurogrupo).

Sin embargo, un elemento en el cual Bruselas debe poner el foco es asegurarse de que esa liquidez, que abarca el 20% del PIB de la UE (1,3 billones de dólares), sea producida de forma orgánica y mediante las captaciones de fondos europeos repatriados o rentas almacenadas en fondos de inversión de las granes transnacionales europeas que mantienen una estrecha relación con el BCE y la CE, liderada por Ursula von der Leyen. 

Estas líneas llamadas precautorias o preventivas están previstas en la ley y pueden ponerse en marcha con rapidez a partir de una caída fuerte del PIB, tomando en cuenta que el panorama de la UE vislumbra una posible recesión de -1% en su economía comunitaria por el fuerte impacto de las caídas de Italia, España, Alemania y Francia. @mundiario

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