Blesa compró las adhesiones de los directivos y neutralizó a los consejeros de Caja Madrid

Miguel Blesa (derecha), en su época de presidente de CajaMadrid.
Miguel Blesa (derecha), en su época de presidente de CajaMadrid.

Todos "miraron para otro lado" haciendo dejación de funciones en la labor de supervisión y control a una gestión desastrosa que costó 24.000 millones a todos los españoles.

Blesa compró las adhesiones de los directivos y neutralizó a los consejeros de Caja Madrid

Todos "miraron para otro lado" haciendo dejación de funciones en la labor de supervisión y control a una gestión desastrosa que costó 24.000 millones a todos los españoles.

Licencia para robar era lo que tenían los 83 directivos y consejeros de Caja Madrid/Bankia, que fueron obsequiados con una tarjeta de crédito opaca a la Hacienda pública, que ellos, los "agraciados", utilizaban como una especie de sobresueldo libre de impuestos.    

Con esas tarjetas, el presidente de la Caja, Miguel Blesa, compró durante años las adhesiones de los directivos y neutralizó a los consejeros que "miraron para otro lado" haciendo dejación de funciones en la labor de supervisión y control, consintiendo el desastre de su gestión manirrota y presuntamente delictiva que llevó a aquella entidad financiera a la quiebra.

La compra de tantas voluntades costó quince millones largos de euros que esos "beneficiarios" cobraron en metálico sacando el dinero de los cajeros y en especie en compras varias, comidas copiosas y bien regadas, viajes, joyas y hasta décimos de lotería.

En la lista de los 86 personajes favorecidos están representantes cualificados del Partido Popular, del Partido Socialista, de Izquierda Unida, de la patronal, de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, un ex ministro, altos cargos de distintos ministerios, un consejero del Rey..., toda gente guapa del establishment.

La opinión publicada les llamó golfos, trincones, saqueadores, desalmados, indecentes, desvergonzados y delincuentes. Y los hechos merecen ser calificados como saqueo al amparo del sistema, un escándalo que deja al descubierto las miserias de un modelo político corrupto, ejemplo de latrocinio consentido o, como dijo el ministro Guindos, un caso de avaricia que revuelve el estómago. Sobran calificativos. Me quedo con el comentario de un internauta después de que un joven e inexperto atracador se llevara mil euros en monedas de una oficina de Bankia: "Pobre chaval, no sabe que ahora los bancos se atracan desde dentro".

Esta indecencia es la penúltima aportación a la "marca España" que viene a demostrar lo que decía don Ciprián de Penalva: "el país puede con todo". Pero si sigue apareciendo inmundicia, cualquier día puede reventar.

Una nota a pié de página: Los 15 millones de esta rapiña, con ser una cantidad relevante, son como una gota de agua en el océano de los 24.000 millones que costó rescatar a Bankia como consecuencia de la gestión de Blesa y de Rato, consentida por esos 83 individuos. Pagar ese dinero corre por cuenta nuestra y lo estamos haciendo en  recortes en sanidad, educación, servicios sociales, pensiones, menor inversión pública y más paro.  

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