El BCE prepara un aumento en las compras de deuda para evitar que el riesgo implosione la eurozona

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La presidenta del BCE, Christine Lagarde / Infobae.
Esta medida implica que la máxima autoridad monetaria de la UE adquirirá los títulos de deuda pública externa de los países que requieren financiamiento urgente por la crisis sanitaria. 
El BCE prepara un aumento en las compras de deuda para evitar que el riesgo implosione la eurozona

El riesgo financiero es el mayor enemigo, y a la vez, el mayor miedo de la Unión Europea. Ya no hay tiempo para más ensayos y errores. La crisis sanitaria ha generado una crisis económica que presiona con tanta fuerza, que la macro-estructura europea, vista durante muchos años como una fortaleza infranqueable, hoy tambalea por las expectativas en números rojos que amenazan con sustraer el flujo de capitales más grande jamás visto en toda la historia del bloque de los Veintisiete. En la medida que la actividad económica se frena en sus distintos sectores, los capitales dejan de circular por cada vez menos eslabones de una cadena que se hace más y más corta con el avance de la pandemia de coronavirus, cuyo shock sanitario, humanitario y social ha originado una fuga masiva de las inversiones y los fondos de los grandes tenedores de capital, que han preferido trasladar su dinero desde Europa hacia el otro lado del Atlántico en el refugio seguro e impenetrable de los bonos del Tesoro de EE UU, así como el patrón dólar (dólar index) y el patrón oro.

Y es que la presidenta del eurobanco, Christine Lagarde, ha remarcado este jueves en la reunión (virtual) de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) que el Banco Central Europeo (BCE) se “prepara” ya “para aumentar” las compras de deuda de los países más afectados por el brutal zarpazo del coronavirus, ajustando la composición de las mismas en la cuantía y el tiempo que se requiera.

Esta medida implica que la máxima autoridad monetaria de la UE adquirirá los títulos de deuda pública externa de los países que requieren financiamiento urgente para revertir sus elevados déficits fiscales y captar flujos de capital que les permitan comprar insumos médicos y sufragar los presupuestos para subsidios y ayudas económicas a sus poblaciones. Se trata de una política macroeconómica de carácter comunitario que el BCE ejecutará para darle a la eurozona el respiro que tanto necesita, en especial a España e Italia, que son las dos naciones más afectadas por la pandemia en toda Europa y las dos con más contagios en todo el mundo solo por detrás del epicentro global del brote: Estados Unidos.

En otras palabras: Fráncfort hará todo lo necesario para mantener bajo control los tipos de interés a los que se financian Italia y España, evitando con las adquisiciones de papel de ambos países (y de Portugal, Grecia y cualquier otro) un potencial aumento de la presión de los mercados. ¿Qué significan los potenciales efectos de esta estrategia? El BCE comprará las deudas de España e Italia y financiará sus bonos con paquetes de auxilio financiero superiores a los 50.000 millones de euros, lo que tendrá repercusión directa en el precio de los préstamos que los Gobiernos de Pedro Sánchez (Madrid) y Giuseppe Conte (Roma) solicitan a los acreedores bilaterales privados agrupados en la Asociación Europa de Acreedores, así como a los mercados internacionales de deuda.

Por lo tanto, la gran ventaja de esta movida es que desde Frankfurt, epicentro financiero de la Unión Europea, se busca contener las tasas de interés para que no aumenten, pues en la medida que España e Italia reciban financiamiento del BCE por las compras de sus deudas, sus respectivos gobiernos tendrán capitales para financiar a las empresas españolas e italianas y eso mantendrá un buen porcentaje de las inversiones y los fondos a largo plazo en sus países con riesgos controlados y bloqueos parciales a potenciales escenarios de bancarrota.

A finales de marzo, el guardián de la política monetaria europea dio un paso trascendental al eliminar los límites por países, un movimiento que le permite salir en auxilio de los más necesitados sin restricciones. Lagarde prevé aplicar una política monetaria basada en la regulación de la oferta de euros por la vía de la liquidez hacia los Estados con PIB’s más pequeños de la UE, como lo son los países del sur y del este europeo.

El BCE, ha subrayado su presidenta este jueves, “explorará todas las opciones y eventualidades para apoyar a la economía de la zona euro en este impacto”. Esta declaración deja entrever que la gran apuesta del bloque es evitar una nueva crisis del euro a partir de los mecanismos de contención contra potenciales crisis o burbujas de deuda en caso de que los casi 1,5 billones de euros que totalizan todos los paquetes de rescate de la UE (Eurogrupo, Mecanismo de Rescate Europeo, liquidez del BCE y paquetes internos de países como Alemania, Francia, España e Italia) queden diseminados a lo largo de la Unión como capitales atomizados sin capacidad de retorno por los déficits fiscales de los países prestatarios.

“El Consejo de Gobierno (del BCE) está comprometido en hacer todo lo necesario, dentro de su mandato, para ayudar a la zona del euro en esta crisis”, ha dicho la economista francesa. La estrategia más plausible a corto plazo podría consistir en una inyección masiva de liquidez sin condiciones de deuda o préstamo para llevar a mínimos históricos las primas de riesgo de España e Italia, pues las reservas de oro y activos monetarios del eurobanco son todavía tan sólidas, que sirven para campear cualquier otro ciclo de crisis que pueda venir.

La pandemia provocará, como ha reconocido este jueves Lagarde, una “gran contracción económica y un daño sin parangón sobre los mercados de trabajo de la moneda única”. El gran temor de la UE es que el shock económico de la pandemia y la recesión de -7,5% que sufrirá la eurozona le quiten fuerza al euro, generando una conversión masiva de capitales almacenados en moneda europea en fondos de inversión y títulos valores de los mercados comunitarios hacia el dólar estadounidense, un escenario de fuerte devaluación y desglobalización de la divisa del Viejo Continente.

Para tratar de reconducir una economía, la global, que está hoy prácticamente rota, la jefa del eurobanco ha pedido una “mayor coordinación internacional, también con el Fondo Monetario, para reconducir la senda económica”. No se descarta que el BCE trabaje en conjunto con el FMI para crear un fondo bilateral de emergencia y rescate en caso de una eventual fragmentación de la eurozona y una nueva crisis del euro por deuda, devaluación, riesgo y recesión.

Menos presión se avizora a corto plazo en el flanco de la inflación —hoy por hoy el corazón del mandato del instituto emisor, cuyo objetivo ahora estudia revisar—: los precios no supondrán una presión adicional en los próximos tiempos. Es decir, la preocupación de la UE no es la inflación, sino la potencial devaluación y desmonetización internacional del euro que podría venir si el riesgo aumenta y se elevan los déficits de las grandes potencias europeas: Alemania, Francia, España e Italia.

“A medio plazo los precios están rodeados de una alta incertidumbre”, en el corto la presidenta del BCE espera una “disminución adicional” en pleno frenazo en seco del consumo por las medidas de confinamiento. La caída del consumo ha bajado la demanda y eso ha generado una tendencia deflacionista, que no es para alegrarse, pero irónicamente le da tiempo al BCE para generar políticas de estímulo sobre el valor intrínseco del euro, una divisa que la UE mantendrá viva así tenga que llegar a hacerlo con el respirador artificial de la liquidez monetaria creada en Frankfurt. @mundiario

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