Bancos y fundaciones: las obras sociales en España

Sede operativa de Bankia, en Madrid.
Sede operativa de Bankia, en Madrid.
Del colapso financiero de 2008 sobrevivieron algunas cajas transformadas en fundaciones sin ánimo de lucro, ajustadas a la Ley 26/2013 de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias y a la Ley 50/2002 de Fundaciones.
Bancos y fundaciones: las obras sociales en España

En la actualidad destacan –de entre las entidades financieras que cuentan con capital sin ánimo de lucro- tres por su tamaño: la que está detrás de Caixabank (tercer puesto en el ranking bancario español) y las que lo están detrás de Kutxabank (noveno puesto). En el primer caso la Fundación La Caixa controla el 40 % del capital, y en el segundo tres fundaciones (BBK, Kutxa y Vital) controlan el 100 % del capital. De Unicaja (séptima en el ranking bancario español) su fundación controla el 50% del capital.

Otro derrotero siguieron entidades como Bankia (cuarta posición en el ranking bancario) que está controlada al 62% por el Estado a través del FROB, siendo el resultado de un conglomerado de Cajas (Madrid, Ávila, Segovia, etc.) que quebraron por sus temeridades inmobiliarias y financieras. Aquí ninguna fundación tiene cuota de capital.

Un caso distinto es el de Abanca (octava posición en el ranking), pues sobrevive por un lado la Obra Social de las antiguas Cajas gallegas quebradas, pero la fundación que las gestiona no tiene ningún control de capital sobre un negocio financiero cuyo socio muy mayoritario es el dueño de un grupo bancario hispano-venezolano. Estaríamos en presencia de un capital en las que todas las acciones tienen ánimo de lucro.

Salvo, de momento, el caso de Bankia en todos los demás casos tenemos fundaciones sin ánimo de lucro que gastan sus recursos en objetivos sociales (culturales, deportivos, asistencia social, et.) con dos situaciones extremas: en Kutxabank las fundaciones controlan la totalidad de su capital y en Abanca la Fundación no controla nada de su capital.

En el caso concreto de la proyectada fusión o absorción de Caixabank con Bankia la cuota de capital refundida de la Fundación La Caixa y del FROB tendería a perder peso en favor de inversores globales como Vanguard, Blackrock, Norges Bank, etc. que ya tienen cuotas significativas en la actualidad. 

Se alejarían, por tanto, del modelo vasco de control de Kutxabank por las fundaciones (nula presencia de accionistas privados), para acercarse más al control mayoritario que en el modelo de Abanca tienen los accionistas privados (estando aquí la Fundación subordinada al banco y sus accionistas).

Sobra decir que desde un punto de vista del control por agentes de proximidad del negocio, y del destino de los resultados del mismo, el modelo de Kutxabank es mucho más potente socialmente.

No es aquí el lugar para realizar un análisis detallado de variados ámbitos de responsabilidad social de estas entidades financieras (como es la calidad y cantidad del empleo generado, la accesibilidad y proximidad a los clientes, la competencia real en comisiones y en condiciones de crédito a particulares y empresas, etc.). Vamos a suponer que en esos aspectos actúan de forma muy homogénea a causa del presunto dictado de una competencia o mano invisible que en España no es muy intensa.

Destino de los beneficios bancarios

Esto así cobra especial relevancia evaluar la cuantía de los recursos que destinan a la Obra Social que es el objetivo crucial de sus fundaciones. Para los datos más recientes hemos recopilado la información corporativa.

En el caso de Kutxabank leemos en su informe financiero 2018: “Bilbao Bizkaia Kutxa Fundación Bancaria, con domicilio social en Gran Vía 19-21 de Bilbao, tiene la facultad de ejercer el control sobre Kutxabank”. Su resultado era de 262 millones de euros en 2018, “en materia social, el dividendo que se distribuirá a las fundaciones bancarias accionistas del banco con cargo a los resultados de 2018 ascenderá a 166 millones de euros,… representando la mayor aportación a Obra Social en función a su tamaño de todo el estado español” (p. 476), de ahí el 63 % de beneficio para Obra Social.

La Obra Social La Caixa cuenta con 530 millones, cifra que supone el 25 % del beneficio de 2.000 millones estimado para 2018 en Caixabank. En Unicaja para 2019 se esperaba dotar con 39 millones a su Fundación de los 172 millones de beneficios (un 20 %); fondos que corrían el riesgo de desplomarse a la mitad por la crisis del Covid-19 para hacer provisiones.

Sin embargo para el caso de Bankia, con 541 millones de beneficio, se destinó 22 millones de euros a Inversión Social lo que supone apenas un 4 % del mismo. Un 25 % (Caixabank), un 20% (Unicaja) y un 4 % (Bankia). Finalmente Afundación, la obra Social financiada por Abanca, que no tiene cuota de capital en ella, recibe del banco unos ingresos que ascendieron  a 10 millones en 2019; como los beneficios en 2018 fueron de 430 millones, esa cifra supone algo más de un 2 %, cifra que figura en el gráfico.  En el informe de auditoría de dicha Fundación leemos: “en cada uno de los años desde 2018 a 2044, Abanca aportará 5 millones de euros más, en su caso, una cantidad complementaria hasta alcanzar el 3 % de los beneficios que obtenga Abanca en cada uno de los años 2018 a 2043” (p. 27). Aquí el horizonte es, por tanto, del 3 %. Estaríamos muy cerca del modelo de una entidad sistémica como el Santander: en la que todo el capital lo es con ánimo de lucro y con apenas un 1 % de sus beneficios destinados a su obra social.

La tipología que se deriva de lo que antecede es sencilla de resumir: cuanto mayor es el control del accionariado de particulares (Abanca) y nulo el de la Fundación menor es el porcentaje de beneficios destinado a Obra Social (2 %). Y cuanto mayor es la cuota accionarial de la Fundación (en Kutxabank) mayor es esa cuota (63 %). Treinta veces más en Kutxabank que en Abanca.

En una situación intermedia está Caixabank que destina un 25% de los beneficios para los objetivos sociales de una fundación que controla el 40% del capital. O Unicaja con un 20 % y 50 % respectivamente. Unos desequilibrios a corregir.

Y en una situación insólita está Bankia, que siendo pública en un 62 % apenas destina un 4 % de su beneficio a inversión en obra social. Aunque ciertamente Bankia no pueda considerarse un ejemplo de gestión pública, sino un banco zombi a la espera de un festín de tiburones financieros. Mientras tanto todos sus beneficios se destinan a paliar el agujero público que provocó. Esa sería su penosa obra social.

Alguien tejió a conciencia una Bankia demasiado grande para poder acabar de una forma alternativa. Visto lo visto, para recuperar la Obra Social de ese zombi, Caixabank puede que sea el tiburón menos malo. No para mejorar la competencia bancaria, ni para evitar el riesgo moral en España. Tampoco para evitar el control creciente por grupos de inversores globales de la criatura resultante. 

Para conseguir todo eso tiene mucho interés, en mi opinión, el modelo de Kutxabank. Tanto en esta como en eventuales nuevas fusiones de las que ya se está hablando. @mundiario

Comentarios