El Banco Pastor muere en 2017 pero su agonía comenzó en 2002

Pastor
Sedes en A Coruña de Banco Pastor y del que fuera su principal accionista, la Fundación Pedro Barrié de la Maza.

Asistimos en 2017 a la desaparición de Banco Pastor, el principal banco gallego, con orígenes en una casa de banca fundada en 1776. Pero su agonía se inició en 2002 con el fichaje de Fulgencio García Cuéllar, quien le inyectó el virus del ladrillo.

El Banco Pastor muere en 2017 pero su agonía comenzó en 2002

El día 31 de octubre de 2002, coincidiendo con la fecha en la que nuestros antepasados celtas celebraban en el Samaín el final del período de cosechas y el comienzo del invierno, los por aquel entonces empleados del Banco Pastor conocieron una noticia, para algunos, inquietante. Como en el Samaín, a muchos empleados y más concretamente a los responsables de la red comercial en Galicia, les llegaba también el duro invierno, profesional en este caso. El motivo era que tuvieron conocimiento del fichaje de Fulgencio García Cuéllar como nuevo consejero delegado (CEO) del Pastor.

Tan solo ocho meses atrás, el 5 de marzo, García Cuéllar había sido cesado por los presidentes del Banco Popular, los hermanos Luis y Javier Valls Taberner, como CEO del mismo. Se dice que un bedel del banco le entregó una carta en la que Luis Valls le comunicaba su cese. No puede uno ni imaginarme la cara que se le debió haber quedado. En un principio no trascendieron los motivos del cese, sorprendente, pues Cuéllar había cerrado un trienio de resultados excelentes. Más tarde, según, entre otros, el periodista Jesús Cacho, se supo de su rebeldía frente a las directrices de los presidentes, al haber tomado una participación en las inmobiliarias Bami y Metrovacesa del orden del 10%; el haber entrado en una joint-venture que prometía una absurda competencia al monopolio de Correos, que se llamó Vía Postal y, por último, el haber descubierto el filón del sector inmobiliario como fuente de crecimiento del crédito inagotable. Pese a lo evidente del cese, se disimuló el mismo bajo el eufemismo de una renuncia voluntaria y su pase a la situación laboral de prejubilado.

Ese precedente no parecía la mejor tarjeta de presentación para su aterrizaje en el Pastor. Pero lo peor fue el principal objetivo que estableció: duplicar el balance en tres años, creciendo, según él, con seguridad y rentabilidad, lo que no parecía lógico y coherente en un banco bicentenario, que ya desde 1925 operaba como tal y que incluso en la década de los sesenta a punto estuvo de adquirir Banesto. Además ese objetivo invalidaba completamente lo realizado por su equipo directivo y por sus profesionales en los últimos años. ¿Habían estado de vacaciones?. Pues no, no era descabellado el objetivo, de hecho lo logró. Cuando el 26 de mayo de 2005 Cuéllar también dimite, o le dimiten según las versiones mejor informadas, como CEO del Pastor sin agotar los tres años planificados para lograr dicho objetivo, el Pastor si había duplicado su balance.

El crecimiento del crédito no vino acompañado de un aumento paralelo de los depósitos de clientes, por lo que hubo que titulizar ingentes carteras de préstamos elevando el coste de la financiación del activo

El gran logro lo habría sido si se hubiese conseguido creciendo con seguridad y rentabilidad, como profetizaba Cuéllar. Pero no. El objetivo se logró a base de pelotazos en forma de financiaciones millonarias en promociones inmobiliarias y financiación millonaria de suelo para edificar como nunca se había visto en el banco. Como factor agravante, el crecimiento del crédito no vino acompañado de un aumento paralelo de los depósitos de clientes, por lo que hubo que titulizar ingentes carteras de préstamos elevando el coste de la financiación del activo.

Pero la consecución del gran objetivo ocultaba la necesidad de adoptar políticas inéditas en la casa y que a la postre agravarían la crisis del banco tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. La primera, el incurrir en usos inéditos en la gestión de riesgos, como era el caso de conceder mayores cifras de financiación que las que el cliente necesitaba, inmovilizando el excedente en depósitos a plazo, pues así se facilitaba el objetivo de crecimiento de volumen financiero, pero encareciendo innecesariamente los costes financieros al cliente, lo que en algún caso comprometió la viabilidad de la inversión. Otra derivada fue que la apertura de nuevas oficinas se convirtió en un objetivo en sí mismo al margen de la viabilidad de las mismas, que en gran medida descansaba en las operaciones inmobiliarias que captaban y que en su práctica totalidad terminaron cerradas tras el estallido de la crisis. Por último, destrozó, con la colaboración de algún lugarteniente, mala copia del original, las excelentes relaciones laborales que siempre habían imperado en el Pastor.

Como en medicina, el “virus del ladrillo” inoculado por Cuéllar en Banco Pastor causó efectos citopáticos, provocando en última instancia la muerte de la célula huésped, el banco 

Un coctel explosivo que antes que después tenía de explotar. Como en medicina, el “virus del ladrillo” inoculado por Cuéllar en Banco Pastor causó efectos citopáticos, provocando en última instancia la muerte de la célula huésped, el banco. Aunque el Pastor sobrevivió hasta su absorción por el Popular a finales de 2011, sus sucesores persistieron en el error.

Fulgencio García Cuéllar falleció el 3 de octubre de 2011, solo cuatro días antes del 7 de octubre del mismo año, cuando se anuncia la opa “amistosa” del Popular sobre el Pastor. Su última actividad profesional, siempre “walk on the wild side”, que diría Lou Reed, fue en el grupo Teconsa, del leonés José Martínez Núñez, conocido por su implicación con el caso Gurtel, de Francisco Correa y Pablo Crespo.

Ya desde principios de 2011 el Pastor acusó grandes dificultades para el recurso a los mercados financieros. En marzo Moody's rebajó la calificación de la deuda del banco a nivel de bono basura. Por si no fuera poco, en el mes de julio solo aprueba los “stress test” al poder incluir los bonos convertibles que tantos dolores de cabeza darían a sus ahorradores. En una perspectiva de menos de dos ejercicios tendría que afrontar vencimientos por más de 4.000 millones de euros… y es ahí cuando aparece Angel Ron para fusionar dos bancos en situación de debilidad extrema en solvencia y liquidez, ambos herederos de las malas praxis de Cuéllar.

Hay una máxima en la banca que reza “los malos créditos se conceden en los tiempos buenos”. Efectivamente, es lo que tiene duplicar el balance en tres años. Por eso en el título de este análisis afirmo que la agonía del Pastor comenzó en 2002.   

Buena parte de este análisis lo podría haber escrito en primera persona del plural.

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