Bailando el Brexit: mercancías, monedas, aranceles, capitales y personas

Ciudad de Londres. / Mundiario
City de Londres. / Mundiario

Está en juego un combinado explosivo de casi imposible gestión. La City, cuyo cosmopolitismo es contrario al Brexit, neutraliza casi la mitad del déficit comercial del Reino Unido. Ni la inmigración extraeuropea ni la intraeuropea justifican los planteamientos de un Brexit xenófobo.

Bailando el Brexit: mercancías, monedas, aranceles, capitales y personas

En el morrocotudo lío institucional que supone el Brexit se entremezclan factores de muy variada naturaleza. En los aspectos económicos y sociales tenemos, por un lado, la percepción de un país que perteneciendo al mercado único europeo decidió no formar parte del euro para conservar, entre otras cosas, la posibilidad de devaluar su moneda para ajustar sus desequilibrios externos.

Soberanía del Banco de Inglaterra, respecto al BCE, que no parece ajena a la más rápida superación de la crisis que arranca el año 2008. Aunque, simultáneamente, su desarme arancelario en el mercado único europeo parece haber beneficiado un abultado, y creciente, déficit comercial con el resto de la UE.

De manera que tenemos monedas que sobreviven y aranceles que se evaporaron. Pero también es crucial el hecho de que un centro financiero y de seguros a escala global (la City londinense) tenga ramificaciones en paraísos fiscales (internos y externos a la UE), formando parte de la manada electrónica que defiende la libertad absoluta de movimientos de capital, su anonimato o su devaluación fiscal.

Algo que explicaría que en dicha área del Reino Unido, y en Escocia, ese cosmopolitismo votase en contra de la salida de la UE. Mientras que, por razones contrarias, en buena parte del resto del país se jalease que restringir la movilidad de los trabajadores europeos, Brexit mediante, favorecería su Estado de Bienestar y sus oportunidades de empleo.

Repasemos en consecuencia brevemente el balance de su desarme arancelario a día de hoy dentro de la UE, en combinación con su gestión de la libra esterlina fuera del BCE, sin olvidarnos de sus negocios financieros a escala global y en relación a la movilidad de los trabajadores dentro y fuera de la Unión Europea. Un combinado explosivo de casi imposible gestión como se está observando.

Aranceles y mercancías

El déficit comercial del Reino Unido es muy elevado (en 2017 por un -7,6% del PIB de aquel país) y además se ha agravado a lo largo de la última década. Téngase presente que por ejemplo en España anotando un -2,8% del PIB de déficit comercial ya tenemos un desequilibrio más que preocupante.

Saldo comercial del Reino Unido. / A. P.

Fuente: Elaboración propia con datos de Datacomex y Eurostat

Más de la mitad de dicho déficit se registra con el resto de la UE (- 4,6% del PIB) que es además la componente territorial que más se ha deteriorado en la última década. No es extraño que imaginen posible revertir este déficit (dado el pobre balance corrector derivado de las devaluaciones que –como veremos– viene registrando la libra respecto al euro) con la introducción de aranceles o barreras arancelarias. O lo que es lo mismo con la salida del mercado único de la UE.

Bien es cierto que con los datos de la balanza por cuenta corriente (que incluyen turismo y otros servicios como los financieros, seguros, etc.) el Reino Unido consigue reducir ese déficit comercial a la mitad: del - 7,6% a un - 3,3% (Eurostat). Mientras que, por ejemplo, en España en esa balanza pasamos de aquel -2,8% a un positivo 1,8%.

En definitiva: el volumen del déficit comercial del Reino Unido es de tal magnitud que el importante superávit de otras sub balanzas (como la de servicios) no les permite corregir su desequilibrio externo. Importante superávit en servicios (relacionados con su City financiera y aseguradora) que comparte con otras economías atípicas dentro de la UE como Luxemburgo (con + 4,9% de superávit) o Malta (con + 10,4% de superávit por cuenta corriente).

Aun así lo cierto es que el Reino Unido anota peores resultados en su balanza por cuenta corriente, en relación al PIB, que Grecia o Francia (países también con rateos negativos y con una problemática situación en este aspecto dentro de la UE).

Monedas y comercio

El proceso de devaluación de la libra respecto al euro, aún con fluctuaciones, ha sido una de las herramientas utilizadas por el Reino Unido para intentar ganar competitividad. Pues de una cotización máxima en el año 2000 de una libra por 1,7 euros se habría pasado hasta la práctica paridad en 2008, para recuperar desde 2015 dicha tendencia devaluadora (hoy en 1,15 euros siempre según datos del BCE)

COTIZACIÓN DE LA LIBRA ESTERLINA RESPECTO AL EURO

Cotización de la libra esterlina respecto al euro. / A. P.

Fuente: Banco Central Europeo

A la vista de los datos de agravación del saldo comercial entre 2007-2017 que acabamos de revisar no parece que la devaluación de la moneda haya sido capaz de frenar el deterioro de la balanza comercial. De ahí, quizás, el que se considere que solo un proteccionismo arancelario derivado de la salida de la UE pueda paliar tal desequilibrio.

La devaluación de la libra es una herramienta competitiva que por ejemplo nosotros ya no podemos utilizar con la desaparecida peseta. El hecho de que no parezca haya sido útil para corregir la balanza comercial negativa respecto al PIB en el caso del Reino Unido (a pesar de que favorece indudablemente su atractivo turístico y comercial), no nos debe hacer ignorar que su Banco de Inglaterra si pudo actuar como financiador de último recurso de su sector público (cosa que no es posible con el BCE), evitando cargas de intereses de la deuda crecientes y posibilitando políticas expansivas de inversión y consumo públicos, que estarían detrás de su más rápida recuperación de la crisis iniciada en 2008.

Movilidad de capitales

El actual anclaje de la City de Londres en la UE explicaría su cosmopolitismo contrario al Brexit pero, a diferencia de lo que podría pasar con las mercancías, se podría poner en riesgo, con la salida de la UE, parte del superávit externo que consigue dicha City realizando servicios financieros con el resto de países miembros.

Es así que para el año 2017 frente a los más de cien mil millones de déficit comercial del Reino Unido con el resto de la Unión Europea, con su muy positiva balanza en servicios (financieros, seguros, a empresas, etc.) consigue neutralizar más de cuarenta mil millones. La City neutraliza casi la mitad del déficit comercial del Reino Unido.

Baste decir, para enfatizar su importancia económica, que el saldo positivo de la sub balanza de servícios (fundamentalmente financieros) del Reino Unido dentro de la UE supera al que conseguimos en España (fundamentalmente turístico, aunque no solo) en más de diez mil millones.

Todo ello se puso de manifiesto en una muy reciente decisión de Google de trasladar sus servicios financieros de Londres a Irlanda. Un país miembro que, por cierto, practica una competencia fiscal y de captación de inversiones dañina para el conjunto de la Unión. Elusiones fiscales intracomunitarias y globales en las que son virtuosos los campeones de la economía digital global que merodean por Irlanda (como sostengo en mi reciente ensayo Crítica del hipercapitalismo digital).

Sin embargo no está claro el impacto que pueda tener el Brexit en otras posiciones de negocio financiero desde ciertos territorios del Reino Unido (como Gibraltar, Islas Vírgenes, …). No es imposible imaginar que se alentasen aún más las prácticas de evasión fiscal desde países miembros de la UE. Porque el saldo global de su balanza de servicios (entre los que los financieros y a empresas son determinantes) es de lejos la más importante de entre todos los países de la Unión Europea (con casi noventa mil millones, mientras Francia anota treinta y tres mil o Alemania apenas doce mil millones).

Un riesgo  asociado a un hipercapitalismo financiero que aconsejaría homologar la situación de Luxemburgo, Irlanda o Malta con la de un Reino Unido post Brexit si es en serio que se pretende una unión fiscal y monetaria compatible con un capitalismo inclusivo dentro de la UE. Porque todos ellos son casos concretos en los que un cierto control a los movimientos de capitales (por ejemplo a través de una tasa Tobin como viene defendiendo Attac) no estarían menos justificados que las devaluaciones que ya se realizan o las medidas arancelarias que se pretenden.

La simple enumeración del ranking de datos oficiales de Eurostat sobre las entradas de inversión extranjera en los distintos estados miembros (como porcentaje de su PIB en 2017) hace que sobren los comentarios: Luxemburgo 6000 % (no hay error: seis mil), Malta 1500%, Chipre 990%, Irlanda 253%, Reino Unido 57%. Mientras Alemania anota un 24% o Francia un 32%.

Movilidad de personas

Si en relación a los capitales y a los inversores –con o sin Brexit– lo que se intenta blindar es su máxima movilidad sin control alguno, primando la igualación a la baja de las obligaciones fiscales y la exclusión del concepto de soberanía tecnológica o estratégica para no limitar dicha movilidad, en lo relativo a la mano de obra y a las personas conviven los flujos de inmigración ilegal (que se permite bajo cuerda para forzar la devaluación salarial y laboral de los nacionales), con un indisimulado racismo y xenofobia que asume el mochuelo que provocan los negreros patriotas.  Y también con una indisimulada discriminación positiva a todos aquellos (millonarios o clases medias) que son bien recibidos como turistas o residentes (con nacionalidad regalada) a cambio de inversiones inmobiliarias.

No parece que el porcentaje de nacidos en otros estados miembros de la Unión Europea, y residentes en Reino Unido, sea muy elevado en relación a su población total (5,7% en 2018). Si tenemos en cuenta que dicho porcentaje alcanza el 7,2% en Alemania, el 7,8% en Bélgica o el 8,6% en Austria.

En cualquier caso dicho 5,7% es muy inferior al porcentaje de ciudadanos nacidos fuera de la Unión y que actualmente ya residen en el Reino Unido (8,7%). Cifra ésta también por debajo de la que anotan países como Alemania, Francia o España.

Ni la inmigración extraeuropea ni la intraeuropea justifican los planteamientos de un Brexit xenófobo. Siendo una pura cortina de otros intereses o incapacidades.

Conclusión

Sin duda es necesaria una apertura e integración de los mercados laborales dentro de la UE que evite una rampante devaluación laboral encubierta bajo patriotismos xenófobos, todavía lo es más una integración y mutualización fiscal, así como el control de los movimientos cosmopolitas de capitales. Todos ellos factores que erosionan la posibilidad de un capitalismo inclusivo.

Una cosa y la otra. Justo al contrario de lo que se vende con el Brexit. Si queremos evitar nuevas salidas o, sobre todo, la implosión catastrófica de la UE y de la eurozona.

Por otra parte no parece que la progresiva devaluación de la libra haya evitado un galopante deterioro de la balanza comercial del Reino Unido, y es más que dudoso que la ruptura del mercado europeo (con aranceles o controles comerciales) consiga revertir ese deterioro asimétrico entre los distintos países.

Solo una moneda de ámbito europeo con el respaldo presupuestario de una UE reforzada (con un BCE no independiente y financiador de último recurso) y con un Parlamento soberano, puede embridar las asimetrías comerciales (reciclar excedentes) asociadas a una economía de mercado que endeuda y empobrece a personas y países. @mundiario

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