Una autonomía estratégica para el gas y una revisión de la fijación de precios, objetivos de España

Máscara de gas. / Pixabay
Máscara de gas. / Pixabay

189,9 euros por megavatio hora: el precio mayorista de la luz se dispara a otro máximo histórico. A las 21 horas de este martes el coste subirá hasta los 208 euros.

Una autonomía estratégica para el gas y una revisión de la fijación de precios, objetivos de España

En España estamos padeciendo un encarecimiento de los precios de la electricidad en el llamado mercado mayorista que en buena medida se imputa al encarecimiento del gas natural importado y utilizado en una de las tecnologías del sistema eléctrico: los ciclos combinados. Un encarecimiento que como constata la Comisión Europea deriva de “una significativa demanda global de gas”.

Ese encarecimiento se trasladaría al conjunto del precio total de todas las tecnologías (hidráulica, atómica, carbón, fuel, renovables) por el denominado sistema marginal de fijación del precio mayorista del megavatio por la tecnología más cara. Si, por un lado, esto genera superbeneficios para tecnologías que ya los tenían antes del shock del gas, por otro, presiona a que la inflación global (que mide el IPC) se dispare.

Así en el mes de julio de este año España anotaba una inflación anual de casi el tres por ciento, medio punto por encima de la media europea. Como sucede en España en muchos otros países un factor crucial de esta onda inflacionaria están siendo los precios de la electricidad.

EL ASIMÉTRICO ENCARECIMIENTO DE LA ELECTRICIDAD

Pero llama poderosamente la atención comprobar que ese motor o bomba inflacionaria está muy desigualmente activado entre nuestros socios y vecinos, tal como recogemos en el gráfico siguiente en la columna de color rojo.

El precio de la luz

Fuente: elaboración propia con datos de REE y Eurostat

Cuando comparamos el impacto en los precios de la electricidad durante estos últimos meses vemos que en España se disparan casi un 27 % (tasas interanuales) mientras que en la media de la UE lo hacen en menos del 9 %: en España la electricidad se ha encarecido el triple que en el conjunto de la UE. Eso nos debiera obligar a, al menos, buscar explicaciones y formas de corregirlo.

Una primera explicación pasaría porque en el conjunto de la UE y en los países que figuran en este gráfico contasen con gas propio y no tuviesen que soportar las turbulencias de los mercados globales. Pero debemos olvidarnos de tal consuelo: todos dependemos de los suministros exteriores de gas por encima del noventa por ciento. Solo Noruega, que no está en el gráfico, es una excepción rotunda a esa regla.

Excluido ese factor diferencial podría pensarse en que quizás según la importancia o peso del vector eléctrico generado con gas el impacto fuese mayor o menor.

De nuevo la comparación de España con la media europea nos deja perplejos. La barra azul que mide esa importancia nos sitúa en un nivel ligeramente superior al veinte por ciento en ambos casos. Tanto en España como en el conjunto de la UE una quinta parte de la electricidad se genera con gas (importado) pero aquí crecen los precios a triple velocidad. Y la fórmula marginalista es única en toda la UE. ¿Cómo entenderlo?.

ASIMETRÍAS ENTRE PAÍSES EUROPEOS

Quizás la comparación con algunos países concretos nos permita aclarar algo el enigma. Siempre partiendo de la base de que la fórmula de trasladar la tecnología más cara al total es compartida en la UE y que todos los países tenemos una semejante y muy alta dependencia de las importaciones de gas.

Por un lado Bélgica e Italia superan ampliamente a España en el peso que tiene en ambos la generación de electricidad con gas natural (la referencia es siempre la estructura del último año normal pre-pandemia: 2019). Pero en vez de que esto agrave su inflación en el precio de la electricidad, lo cierto es que se reduce casi a la mitad. Italia utiliza mucho más el gas que nosotros y sin embargo la electricidad allí se encareció la mitad.

Pero la fórmula marginalista es la misma y la dependencia exterior también. Alguien tendría que mirar dónde está el truco. Porque los consumidores y el conjunto de la economía nacional lo agradecerían.

La situación ya es estratosférica cuando nos comparamos con Grecia o Portugal. Países que también utilizan más el gas que nosotros para producir electricidad (observe las barras azules) pero que tienen un encarecimiento de la electricidad a la altura del mes de julio casi treinta veces menor que España.

Toda una aceleración inflacionaria en España que nos sitúa en la medalla de oro en la Unión Europea. Los casos de Alemania y Francia son algo más comprensibles. El de Francia porque dado su peso nuclear en el mix eléctrico el gas apenas aporta el 7% de la electricidad. Lo que permite suponer que algo liberados están del shock externo del mercado del gas. Alemania duplica el peso del gas de Francia pero sigue muy por debajo de la media europea. En este caso con un plan de cierre nuclear su mérito es doble. Debiéramos tomar buena nota.

Italia y, sobre todo, Portugal nos demuestran que con un uso más intenso del gas natural que nosotros, con semejante dependencia del exterior y con la misma fórmula marginalista de precios mayoristas es posible embridar los precios de la electricidad a tasas inflacionarias mucho menores, aún con este shock externo de aprovisionamientos.

Algo que los consumidores españoles (familias y empresas) agradecerían. Aunque quizás algunos operadores y generadores dejarían de estar forrándose a costa de la estabilidad de la economía nacional.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Aunque aquí solo hemos analizado el vector eléctrico del uso de gas natural, si tenemos además en cuenta el uso para gas ciudad e industrial se debiera fijar en la hoja de ruta de la transición energética un plan de reducción del uso del gas natural por sus indudables daños a la carbonización de nuestras economías y al colapso climático. También debiera mejorarse esta autonomía del gas por sus riesgos inflacionarios y de shocks externos.

A causa de este último riesgo, y mientras tanto se recorre ese camino (en paralelo a la desnuclearización e impulso de las energías renovables), debiera sustituirse el actual sistema marginalista en el conjunto de la UE, por uno de fijación de precios en los mercados mayoristas con una media ponderada del pool eléctrico de cada país.

En este sentido sea bienvenida la propuesta del presidente Sánchez en la reciente cumbre europea de Atenas para que la UE se plantee el diseño de una senda de autonomía estratégica respecto al gas y una revisión del actual sistema de fijación de precios. Hecho esto, tendremos que poner orden –y mucho– en nuestra propia casa. @mundiario

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