El aumento de la pobreza es una responsabilidad moral de nuestro tiempo

Una familia sin hogar con pocas estructuras de apoyo social en la ciudad de Yangon, en Myanmar. / OIT / MArcel Crozet
Una familia sin hogar con pocas estructuras de apoyo social en la ciudad de Yangon, en Myanmar. / OIT / MArcel Crozet

La recuperación tras la pandemia debe ser inclusiva: una recuperación desigual deja atrás a gran parte de la humanidad y aumenta la vulnerabilidad de grupos ya marginados.

El aumento de la pobreza es una responsabilidad moral de nuestro tiempo

Por primera vez en dos décadas, la pobreza extrema está aumentando. Con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, el 17 de octubre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) describe los niveles actuales de pobreza como una acusación moral de nuestro tiempo.

La pandemia de la covid-19 ha causado estragos en las economías y sociedades de todo el mundo, dejando caer en la pobreza el año pasado a unos 120 millones más de personas. La asimetría en la recuperación está profundizando aún más las desigualdades entre el Norte y el Sur. La solidaridad brilla por su ausencia, justo cuando más la necesitamos. 

Luchar en dos batallas

La lucha contra la pobreza debe ser también una batalla contra la desigualdad. Así, la desigualdad en las vacunas ha permitido que las variantes de la covid-19 muten y se propaguen de manera descontrolada, condenando al mundo a millones de muertes más y prolongando una desaceleración económica que podría costar billones de dólares.  

Debemos poner fin a este ultraje, hacer frente al endeudamiento excesivo y garantizar la inversión para la recuperación en los países que más lo necesitan.

Construir mejor de cara al futuro

El enfoque de recuperación global debe estar centrado en tres vertientes para construir un mundo mejor después de la pandemia. Ese enfoque comienza con una voluntad política más fuerte y unas alianzas más sólidas para instaurar una protección social universal de aquí a 2030, e invertir en la reconversión laboral a favor de la pujante economía verde. Y debemos invertir en puestos de trabajo de calidad en la economía del cuidado, lo que favorecerá una mayor igualdad y garantizará que todas las personas reciban la atención digna que merecen. 

Igualdad de las mujeres

Además, la recuperación debe ser inclusiva, porque una recuperación desigual deja atrás a gran parte de la humanidad, aumenta la vulnerabilidad de grupos ya marginados y aleja aún más la posibilidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La inclusión de las mujeres en los procesos políticos y de construcción de la paz beneficia a todas las sociedades. El número de mujeres en situación de pobreza extrema supera con creces al de hombres. Incluso antes de la pandemia, los 22 hombres más ricos del mundo acumulaban más riqueza que todas las mujeres de África, y esa diferencia no ha hecho sino aumentar. No podemos recuperarnos utilizando solo la mitad de nuestro potencial.

Por ello, las inversiones económicas deben dirigirse a las mujeres empresarias, favorecer una mayor formalización del sector informal, centrarse en la educación, la protección social, el cuidado universal de los niños y las niñas, la atención sanitaria y el trabajo decente, así como subsanar la brecha digital, teniendo en cuenta su profunda dimensión de género.

Impulsar el crecimiento

El tercer ángulo de la recuperación debe ser construir un mundo resiliente, descarbonizado y sin emisiones de gases de efecto invernadero. La recuperación debe ser sostenible. Por ello, la ONU insta a todos a escuchar mucho más a los que viven en la pobreza, abordar las indignidades y derribar las barreras a la inclusión, en todas las sociedades. 

En este día y todos los días, unamos nuestras fuerzas para acabar con la pobreza y crear un mundo de justicia, dignidad y oportunidades para todas las personas. @mundiario

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