Cinco años de la quiebra de Lehman: De Enron a Bankia, pasando por Pescanova

Las experiencias del pasado inmediato, caso Enron, aconsejan reforzar los modelos de control de las grandes empresas. Sin embargo, Los supervisores no adoptan medidas que impidan su repetición.

Cinco años de la quiebra de Lehman: De Enron a Bankia, pasando por Pescanova

El 15 de septiembre se cumplieron cinco años de la quiebra del banco de inversión americano Lehman Brothers, la mayor quiebra de la historia, y el detonante de la crisis de las hipotecas subprime y de la debacle financiera mundial, todavía no superada.

Como en el caso español, el MAFO americano, Alan Greenspan, miraba para otro lado y relajaba la supervisión mientras el crimen se cometía.

Enron: El precendente

Greenspan debería haber recordado que a principios de 2001 se desplomó la cotización de las acciones de Enron, una de las principales empresas energéticas de los USA, al surgir rumores de que sus beneficios, más que del negocio, provenían de artificios contables que permitían encubrir las pérdidas de los últimos años. Hacia finales de 2001 se hizo público el escándalo y Enron quebró. La justicia americana, mucho más diligente que la española, a mediados de junio de 2002 condenaba al auditor de Enron, la por aquel entonces líder mundial Arthur Andersen,  por delitos de obstrucción a la justicia y destrucción y alteración de documentos. La consecuencia inmediata de la condena una pérdida tal de prestigio y credibilidad, que terminó por cesar en una actividad que había iniciado en 1913, unos noventa años antes.

Lehman Brothers: la lección no aprendida

Pero tan solo seis años después la empresa de auditoría que revisaba las cuentas del banco de inversión Lehman Brothers en noviembre de 2007 manifestaba que "nuestros resultados indican que las declaraciones financieras de Lehman para ese año fueron presentadas de acuerdo a los principios de contabilidad generalmente aceptados”. No solo fue la auditora, la agencia de calificación crediticia Moody’s, a mediados de marzo de 2008, confirmaba la calificación de Lehman, mientras que The Wall Street Journal informaba que el banco DBS decidía poner fin a sus relaciones Lehman, limitándose a modificar la perspectiva de la calificación de positivo a estable e informando que “se espera que Lehman siga obteniendo niveles aceptables de ganancias trimestrales, su exposición actual al sector inmobiliario y, en menor grado, sus compras de deudas, deberían pesar sobre su rentabilidad en los próximos trimestres”. Ni auditor ni calificador crediticio acertaron con el diagnóstico de un enfermo terminal.

El necesario análisis del principio de empresa en funcionamiento

No se ha aprendido nada de lo ocurrido con Arthur Andersen y Enron. Ni en los USA, pues en el caso Lehman tanto auditor como calificadora se han ido de rositas, ni, lo que es peor por la proximidad de sus efectos y consecuencias, en los casos de Bankia y Pescanova, ejemplo de artificios contables ejecutados por sus consejos de administración y pasados por alto por sus auditorías y sus agencias de calificación. No somos conocedores ni de las sanciones que se les tendrían que haber impuesto, ni de refuerzos reguladores que impidan la muy probable repetición de estos hechos. Parece evidente la necesidad de aumentar el alcance de las auditorías a la evaluación de los riesgos, la calidad de los activos y la realidad de sus pasivos. Si los “principios de contabilidad generalmente aceptados”, especialmente el de “empresa en funcionamiento”, no lo contemplan, modifíquense.

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