Alrededor de 300 millones de trabajadores viven en condiciones de extrema pobreza

Pobreza. / RR SS.
Pobreza.

Este análisis transcribe la segunda parte del capítulo del Anuario 2019 del Foro Económico de Galicia titulado Elementos para contextualizar la economía mundial.

Alrededor de 300 millones de trabajadores viven en condiciones de extrema pobreza

¿Hay menos desigualdad? Desde la reunión de Seattle, en 1990, convocada por la Organización Mundial del Comercio (OMC), y que generó tantas dudas en relación al acuerdo multilateral sobre inversiones negociado bajo los auspicios de la OCDE, la mayor parte de las instituciones han concentrado sus esfuerzos en estudiar la evolución de las desigualdades en el mundo. Resulta interesante saber si la globalización, las políticas de apertura, de liberalización y de inserción mundial preconizadas por las instituciones económicas internacionales habían sido benéficas para los países del Sur o para las economías menos desarrolladas.

Después de un apasionado debate, que fue todavía mas intenso cuando la crisis financiera del 2007-2008, los posicionamientos subrayan cuatro conceptos: a) cómo calcular las desigualdades de los niveles de vida entre los países; b) debemos de calcular las desigualdades del PIB per capita o seguir una ecuación de convergencia absoluta que nos permita medir el tiempo que necesitamos para converger; o c) habrá, por el contrario, que estimar un indicador mundial y para ello será preciso llevar a cabo una encuesta para conocer las diferentes rentas disponibles según criterios idénticos entre todos los países del mundo; o d) deberíamos proceder a descomponer dos indicadores, uno de carácter internacional, donde identificar la evolución de las desigualdades mundiales, y otro de carácter interno de cada país, para atribuir a cada colectivo y país un peso igual a su ponderación relativa en la tocante a población y producción mundial.

El debate sobre la igualdad está en el centro de las iniciativas del desarrollo por dos importantes razones. La CEPAL (2018) lo expone con claridad. La primera, porque provee a las políticas de un fundamento centrado en el enfoque de derechos; y, en segundo lugar, porque es una condición para avanzar hacia un modelo de desarrollo centrado en la innovación y en el aprendizaje.

Después de varios análisis e hipótesis, las conclusiones empiezan a estar más claras. De una parte, se constata una convergencia de los niveles de vida entre las naciones, como característica de la economía mundial. Entre 1960 y 2000, los países menos desarrollados habían aumentando muy notablemente su PIB per capita, resaltando un proceso de convergencia. A partir del año 2000, la situación ha cambiando. Entre 2000-2016 existe una relación negativa entre el crecimiento per capita y el PIB per capita inicial de los diferentes países. Dicho de otra forma, atendiendo a la forma de distribución del PIB per capita en el mundo, en una primera fase el número de países componentes de la clase media se ha reducido entre 1960-2000; la dispersión de las rentas es más grande; y los países se sitúan en los extremos de una distribución. Más tarde, entre 2000-2016, la distribución del PIB per capita se desplaza, acentuando un movimiento de aumento de los niveles de vida, con menos países pobres y más países que forman parte del club de los países ricos.

Sin embargo, escudriñando los datos, las transiciones operadas entre 2000-2016 son muy diferentes (Milanovic,2016). Pocos países conocen evoluciones decrecientes (Libia, Yemen, Siria o países en guerra). El grupo de países de renta intermedia ha cambiado: algunos lo abandonan y, en la actualidad, forman parte de los países ricos (Malaysia, Turquía, por ejemplo) y las transformaciones hacia los países pobres son muy reducidas. Es decir, la convergencia de los niveles de vida, (convergencia beta, en la literatura científica) es una condición necesaria, pero no suficiente de la convergencia sigma (la que mide la evolución de la dispersión de los PIB per capita). Con ello queremos significar que después de un continuo crecimiento desde 1960, la dispersión del los PIB per capita se estabiliza hasta llegar a la crisis financiera del 2007-2008; y luego se reduce. Esta reducción proviene de la debilidad del crecimiento registrado por los países ricos.

Así las cosas, bajo el ángulo de las desigualdades, más que el de la convergencia, desde el año 2000 la situación ha cambiado ostensiblemente. Las desigualdades entre países, medidas a partir del índice Thiel, anuncian una reducción de manera que en el periodo 2010-2016 las desigualdades permanecen en los niveles donde se registraban a comienzos de los años 1980, ante de que se elevaran en los años noventa. La explicación es el vigor con que han crecido muchos países emergentes y la debilidad de ciertos países avanzados debilitados por los efectos de la crisis financiera del 2007-2008.

Las desigualdades internacionales se pueden medir siguiendo la tasa de cambio de las paridades de poder de compra

Los nuevos trabajos sobre las desigualdades económicas llaman la atención sobre diferentes conclusiones en función de las distintas presentaciones de las estimaciones (Nino-Zarazua el al, 2016; Jorda & Nino-Zarazua,2016; y Lakner & Milanovic,2016). Los resultados subrayan que las desigualdades internacionales se pueden medir siguiendo la tasa de cambio de las paridades de poder de compra; la dispersión en los lo que respecta a las indicadores medios (PIB per capita, renta media o gasto medio); o en relación a  un renta media internacional. Sin embargo, lo que llama la atención son los distintos niveles de desigualdades internas. Tanto la OCDE como el Banco Mundial han estudiado la desigualdad de renta disponible en cada país, por medio del coeficiente de Gini. Durante el periodo 1960 hasta la crisis financiera, todos los países han conocido un crecimiento de sus desigualdades. Ha sido muy intenso en países como China  o Rusia donde el coeficiente de Gini se ha duplicado y ha sido notable en países del norte de Europa, como Finlandia y Suecia. Por el contrario, después de la crisis financiera, la mitad de los países representados en el estudio de la OCDE y del Banco Mundial vieron como el coeficiente de Gini disminuye. La parte de la renta en manos del 10% más rico no continúa progresando significativamente más que India y África del Sur. En los demás casos o se estabiliza o sus variaciones son pequeñas. Sin embargo, la renta detentada por el 1% más rico, si aumenta notablemente. Así se produce una progresión generalizada de desigualdades más heterogénea.

Consecuencia de dichas evoluciones es que ningún país registra un índice de Gini inferior al 0,25, incluidos los países del norte europeo que suelen ser los menos desiguales. En el otro extremo, los países con mayores desigualdades están situados entre el grupo de los países emergentes (África del Sur, Brasil, India, Rusia).

Otra apreciación muy interesante al analizar la distribución de la riqueza se refiere a las conclusiones obtenidas en función de la propiedad. Las dinámicas de liberalización y de la nueva gobernanza hacen que desde 1980 tanto los países ricos como los menos ricos transforman gran parte de la propiedad de la riqueza del dominio público al privado. Dicha apuesta limita la capacidad de los gobiernos para reducir la desigualdad y posee importantes implicaciones en lo tocante a la distribución de la riqueza. Dos datos claves. El primero, la riqueza privada ha aumentado en las últimas décadas, pasando del 200-350% del ingreso nacional en la mayoría de los países ricos, al 400-700% en la actualidad. Esta tendencia se aceleró a partir de la crisis del 2008; y los principales países en apoyar dichas tendencias fueron España, Japón, Rusia y China. El segundo dato, es que la riqueza neta pública (activos menos deuda publica) ha disminuido en prácticamente todos los países desde la década de los ochenta. En China y Rusia disminuyó desde un 60-70% al 20-30%. En Japón, Alemania o Francia es apenas positiva, con lo que se limita la capacidad de los gobiernos para regular la economía, redistribuir ingresos y mitigar el crecimiento de la desigualdad, se apunta en el Informe de Facundo Alvarado et al (2018). La única excepción a esta dinámica es Noruega.

Las desigualdades a nivel personal también se han incrementado. La globalización, la apertura de los mercados, los procesos de liberalización y los movimientos de capitales impulsaron un aumento del ingreso real per capita, pero dichas dinámicas fueron a velocidades diferentes, generando perdedores y ganadores. Dichos procesos subrayan una evidente polarización de los beneficios a favor de los más ricos, El 1% más rico del mundo captó el 27% del monto total acumulado de los ingresos entre 1980-2016; mientras que el 50% de la distribución solo capturó el 12%. (Alvarado et al, 2018). Además, el 1% más rico de la población aumenta sus ingresos a un ritmo más sostenido que la mayoría de los países. Esta polarización de los ingresos ha contribuido a una disminución de los salarios de la clase media lo que ha llevado a tener que recurrir al endeudamiento para poder mantener sus niveles de bienestar.

Los mayores detentadores de riqueza aumentaron sus inversiones en activos financieros más que en inversiones productivas

En sentido contario, los mayores detentadores de riqueza aumentaron sus inversiones en activos financieros más que en inversiones productivas. La conjunción de ambas situaciones sugiere un contexto en el que se registra un fuerte endeudamiento de la clase medias, un aumento desproporcionado de los activos financieros que fueron, entre otras, la causa de un desplome de los títulos hipotecarios de alto riesgo, factor decisivo en la crisis del 2008 (CEPAL, 2018). Por eso, el alto nivel de desigualdad y la incapacidad de estimular el crecimiento de los salarios deprimieron la demanda de consumo y dificultaron la recuperación de la economía global.

Corolario de este epígrafe es que el incremento de la desigualdad de la renta per capita observada en la mayoría de los países en las dos últimas décadas ha sido compatible con un descenso de la desigualdad agregada mundial, tal y como se expresa en el documento preparado por Bensidoun & Elkouby (2019). Con lo que se recalcan dos tendencias divergentes: a) la desigualdad entre países se ha reducido como consecuencia de la convergencia de las economías emergentes, especialmente las asiáticas; y b) un aumento de la desigualdad per capita dentro de una buena parte de los países avanzados y de las economías emergentes, con excepción de América Latina.

El impacto del progreso tecnológico en el mercado de trabajo abre un gran debate

La automatización

Los cambios tecnológicos (inteligencia artificial, automatización y robótica) constituyen un factor crucial para la transformación del trabajo actual y de futuro. El impacto del progreso tecnológico en el mercado de trabajo abre el debate para estudiar las repercusiones que posee la automatización en los procesos productivos. No hay duda que la automatización sustituye trabajo, pero genera complementariedades que mejoran la productividad y facilitan el incremento de rentas. Asimismo, induce nuevas formas de organización, estimula la aparición de nuevas ocupaciones asociadas a la automatización, reduce la jornada laboral  e incrementa la demanda de nuevos empleos en otras actividades. En suma, sustituye empleo pero induce otros mecanismos que pueden compensar la destrucción de empleos.

A juicio de Stewart et al (2015) existen cuatro mecanismos a través de los que el cambio tecnológico influye en los niveles de empleo:

a) la aparición de nuevas tecnologías sustituyen empleo, elevan los niveles de productividad y reducen los costes y precios. También inciden en el nivel y la composición del empleo a la vez que influye en los cambios en lo que respecta a la especialización productiva y en la división internacional del trabajo, reasignando recursos entre sectores, empresas y ocupaciones. Es lo que se denomina la creciente disociación o segmentación de las actividades que da lugar a la emergencia de un nuevo paradigma, desde la perspectiva de la globalización y de la competencia internacional tanto a nivel de empresas y sectores como en las ocupaciones. De este modo, el paradigma se sitúa a nivel de individuo y de las tareas que pueda realizar de modo satisfactorio en sus puestos de trabajo;

b)  el cambio tecnológico crea empleo en aquellas actividades económicas que constituyen el origen de las innovaciones. Se expande con rapidez y demanda una mayor ocupación. Estamos, pues, ante un reemplazo de tecnologías, por tanto ante un proceso dinámico, progresivo y no lineal;

c) emerge una dinámica de complementariedad entre el capital tecnológico y el humano, tendencia que impulsa el crecimiento y la productividad en aquellas actividades económicas que son más intensivas en empleo especializado. Este efecto es muy favorable en lo tocante a la competitividad, la mejora de la producción y la expansión de la demanda laboral especializada;

d) finalmente, el cambio tecnológico conlleva directamente un efecto potencial y colateral en el impulso de la demanda agregada de consumo. Esto es, la automatización modifica precios y costes relativos, reduciendo la jornada laboral y mejorando la capacidad adquisitiva de los salarios. Por tanto, la demanda de consumo se expande a la vez que el empleo personalizado, logrando un efecto potencial de desbordamiento en forma de mayor demanda de otras actividades económicas.

En suma la nueva era de la automatización inducirá ajustes en el mercado de trabajo. Habrá nuevas oleadas de automatización en la que los cambios tecnológicos estarán sesgados por los nuevos conocimientos y habilidades, siendo más veloces las transiciones cuanto mejor sepamos aprovechar los momentos. Dichas transiciones entrañan desafíos apremiantes. Recientemente la OIT (2019) ha mostrado un cuadro de estimaciones de las futuras transformaciones en el mercado de trabajo cuyas repercusiones amenazan socavar las reglas de una prosperidad compartida que han mantenido a las sociedades cohesionadas, erosionando la confianza en las instituciones democráticas.

Cuadro nº 3. Estimaciones de las transformaciones en el mercado de trabajo

Ámbito

Fuente

Estimaciones

Tecnología

Frey y Osborne (2013)

El 47% de los trabajadores de los EEUU corren el riesgo de verse sustituidos en sus puestos de trabajo por la automatización.

 

Chang y Phu (2016)

Para la ASEAN-5, el 56% de los puestos de trabajo corren el riesgo de automatizarse en los próximos 20 años.

 

McKinsey Global Institute (2017)

Alrededor del 60% de todos los puestos de trabajo tienen al menos un 30% de actividades que se pueden automatizar.

 

OCDE (2016)

El 9% de los puestos de trabajo de los países de la OCDE corren el riesgo de automatizarse.

 

Banco Mundial (2016)

Dos tercios de los puestos de trabajo de los países en desarrollo podrían ser automatizados.

 

Foro Económico Mundial (2018)

Casi el 50% de las empresas espera que la automatización lleve a una reducción del trabajo a tiempo completo en 2022.

Transición a un medio ambiente sostenido

OIT (2018)

Se calcula que la aplicación del Programa de Paris sobre el Clima se traducirá en la pérdida de unos 6 millones de empleos, pero que generará 24 millones de nuevos empleos,

Fuente: OIT (2019). Trabajo para un futuro más prometedor. Comisión Mundial sobre el futuro del trabajo

Tanto el aumento de la inseguridad como de la incertidumbre alimentan los movimientos de repliegue de las sociedades y con ello emerge el individualismo, el aislamiento y el populismo. Es de esperar, que la polarización del empleo no continúe indefinidamente y que las nuevas políticas a adoptar frente a la expansión de las dinámicas de la digitalización y la automatización no contribuyan a alimentar los peligros relacionados con la extensión de formas de trabajo que no son ni empleo asalariado ni autoempleo.

Conclusiones

Los desafíos descritos vienen a sumarse a los ya existentes. No cabe duda que el desempleo continúa a ser la mayor preocupación para la sociedad. Alrededor de 300 millones de trabajadores viven en condiciones de extrema pobreza; millones de hombres, mujeres y niños son víctimas de la esclavitud moderna, y el continuo estrés en el lugar de trabajo, han exacerbado los riesgos para la convivencia y la salud mental. De otra parte, el crecimiento de los salarios no sigue el mismo ritmo que el crecimiento de la productividad; la proporción que representan los salarios dentro del conjunto de la renta nacional es cada vez menor; y la brecha entre ricos y pobres se ensancha progresivamente. Quiere decir que aun cuando el crecimiento ha reducido la desigualdad entre países, muchas sociedades se están volviendo más desiguales; con lo que millones de trabajadores se encuentra privados de muchos derechos fundamentales y en algunas ocasiones no pueden hacer oír su voz.

Los peligros se centran, pues, en aquellas amenazas que pueden socavar las reglas de una prosperidad compartida; en la erosión de la confianza en las instituciones democráticas; y en el aumento de la incertidumbre. Sin embargo, las sociedades están siendo alentadas por las oportunidades que se abren y que surgen como respuesta a los mencionados desafíos. Es decir, debemos apostar por liberar nuestro potencial, estimular el crecimiento y garantizar y reforzar  nuestros derechos ciudadanos y humanos. @mundiario  

Bibliografía

Alvaredo, F., Chancel, L., Piketty, T., Sáez, E., Zucman, G. (2018). World Inequality Report 2018. Harvard University Press. htpp://wir2018.wid.world/files/dowload/wir2018-full-report-emglish.pdf.

Bensidoun, I., Elkouby, G. (2019). Un monde moins inégalitaire mais des pays plus inégaux. Panorama CEPII, 1/2019, février.

Brindusa, A., Basso, H., Bover, O., Casado, J.M., Hospido, L., Izquierdo, M., Kataryniuk, ., Lacuesta, A., Montero, J.M. Vozmediano (2018). La desigualdad de la renta, el consumo y la riqueza en España. Banco de España. Documentos Ocasionales, nº 1806. Madrid.

CEPAL (2018). La ineficiencia de la desigualdad. Síntesis (LC//SES.37/4). Santiago de Chile.

FMI (2019). Perspectivas de la economía mundial al día. Washington, 21 enero, 2019.

ILO (2019). World Employment and Social Outlook: Trends 2019. ILO. Geneve

Milanovic, B. (2016). Global inequality: a new approach for the age of Globalization. Cambridge, Massachusetts. Harvard University Press.

OECD (2018). Job Creation and Local Economic Development 2018. Preparing for the future of work. OECD Publishing .Paris

OIT (2019). Trabajo para un futuro más prometedor. Comisión Mundial sobre el futuro del trabajo. Ginebra.

Stewart, I., De, D., Cole, A.  (2015). Technology and People. The great job-creating machine. Deloitte. London.

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