Algunos partidos políticos viven una ensoñación o tienen mala memoria

Entrada a la sede central de Inditex, la matriz de Zara, en Arteixo (A Coruña).
Entrada a la sede central de Inditex, la matriz de Zara, en Arteixo (A Coruña).

Para dejar de soñar deberían pensar que "lo mejor es enemigo de lo bueno" y recordar que quienes intentaron la igualación lo consiguieron con la pobreza.

Algunos partidos políticos viven una ensoñación o tienen mala memoria

Me gustan algunas de esas noticias que pasan desapercibidas en un rincón de la prensa, en los noticiarios de las emisoras de radio, o en las redes sociales. Ahora voy con una; pero antes quiero dejar constancia de una obviedad: Inditex no necesita que nadie le defienda y menos una voz como la mía, con escaso eco y predicamento.

La injusticia, la hipocresía y la envidia me incomodan; intento respetar las opiniones y puntos de vista ajenos que no comparto, pero esos ramalazos me sacan de mis casillas.

Una concejala del ayuntamiento de la ciudad de A Coruña mantiene una actitud beligerante, ácida e imprudente con este grupo textil que, desde hace cincuenta años, basa su fortaleza en el trabajo, la tenacidad, el sentido común, la sencillez y la perspicacia de sus fundadores, directivos y trabajadores.

No hace mucho, la edila propuso un boicot contra la multinacional, la calificó de imperialista y amadrinó un documental muy crítico con el grupo. La última invectiva salió de sus labios en la presentación de una carrera popular a favor de las mujeres con cáncer de mama, patrocinada  por cierto, entre otras, por una empresa del grupo – a esto se le llama agradecimiento. Como anécdota diré que la carrera estuvo a punto de suspenderse porque a la concejala la parecía machista el color rosa de la camiseta que se  entregaba a las participantes. 

No sé qué le inducirá a  sentir semejante animadversión hacia un grupo de empresas de origen ejemplar y con una trayectoria de creación de riqueza que admiraríamos si no fuera española. Obviamente, produce dónde los costes son más bajos, entre otras cosas para que esta sociedad consumista pueda cambiar de apariencia textil con más frecuencia de la necesaria –la edila dice que no compra en Zara porque no encuentra su talla. Naturalmente, podemos discrepar de determinados comportamientos, pero con realismo y respeto.

¿Quiere vivir esta señora en un mundo de ensoñación, sin ricos ni pobres, sin contaminación, guerras ni armas, en el que la justicia sea la principal norma de vida? Tal vez olvida  que ya hubo quien intentó el igualitarismo –quedan los que hipócritamente dicen seguir intentándolo- y consiguió igualar la pobreza de la mayoría.

¿Con qué recursos piensan financiar sus idílicos proyectos de igualdad, si espantan la inversión con semejantes planteamientos? Cuando despierten del sueño o recuperen la memoria –poco debe faltar- se impondrán el realismo y el posibilismo; de hecho, ya han empezado ellos mismos sus propias rebajas.

Comentarios