Albino Prada: "Nuestras sociedades son incapaces de gestionar sabiamente la abundancia"

Albino Prada. / Mundiario
Albino Prada. / Mundiario

Para los países ricos propone mejorar el desarrollo social sin necesariamente aumentar el PIB y en los países del sur, o menos ricos, le parece imperioso paralizar la bomba demográfica: evitar pasar de 4.700 millones en 2000, a 8.200 millones en 2050. MUNDIARIO entrevista al autor de El despilfarro de las naciones.

Albino Prada: "Nuestras sociedades son incapaces de gestionar sabiamente la abundancia"

El despilfarro de las naciones es el título del nuevo libro del profesor Albino Prada. El autor argumenta por qué y cómo el despilfarro, "de personas y de riquezas", es hoy "la mayor amenaza para la especie humana". En su obra, editada por Clave intelectual, se mezclan la divulgación y el análisis social. Doctor en Ciencias Económicas por la USC en 1991, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, fue miembro del Consello Gallego de Estatística, del Consello Económico e Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Sus campos de trabajo se centran en el análisis crítico del crecimiento y desarrollo regional, así como en los aspectos ambientales y sociales del mismo. Sobre estos temas, además de libros e informes técnicos, ha publicado artículos académicos en revistas españolas y extranjeras. MUNDIARIO le ha entrevistado.

– Acaba de publicar el libro titulado El despilfarro de las naciones. ¿Qué le motivó para escribir esta obra?

– Mi motivación viene de muy atrás pues empecé a trabajar de forma intermitente en este ensayo hace no menos de treinta años. Pero quizás la última crisis que castigó a los países del mundo rico me animó a poner de manifiesto que nuestros colapsos son de sobrecapacidad (de créditos, de edificación, de stocks sin vender) a los que respondemos con un despilfarro masivo de personas (parados). Una vez más se pone de manifiesto, a mi juicio, que la definición estándar de economía –basada en la idea de escasez– no se ajusta al mundo económico real.

El despilfarro acelera un cambio climático de consecuencias desconocidas y condena a miles de millones de personas a una vida muy alejada de superar la mera condición animal

– En el libro se argumenta por qué y cómo el despilfarro, de personas y de riquezas, es hoy la mayor amenaza para la especie humana. ¿Hasta qué punto hace responsables a los Estados?

– Sostengo que es la mayor amenaza al menos en dos sentidos: porque acelera un cambio climático de consecuencias desconocidas para la vida en el planeta y porque condena a miles de millones de personas a una vida muy alejada de superar la mera condición animal. Los Estados son responsables en la medida en que o son fallidos, o son sobornados o son abducidos para someterse a la lógica de los mercados globales. Una lógica que solo podría embridarse con organismos supraestatales potentes. Pero, por ejemplo, la Unión Europea (UE), con apenas un uno por ciento del PIB europeo de presupuesto, está muy lejos de poder acometer esa tarea. 

Portada de El despilfarro de las naciones, de Albino Prada. / Mundiario

Portada del libro El despilfarro de las naciones (Clave Intelectual, Madrid, 2017), de Albino Prada.

 

– Parece evidente, como subraya el profesor Antón Costas, autor del prólogo de su libro, que hay un desorden económico en las sociedades desarrolladas. ¿A qué lo atribuye?

– En el prólogo el profesor Costas pone el acento en los problemas de distribución (ricos cada vez más ricos y destrucción de las clases medias) cosa que es muy cierta. Pero sin olvidar que hoy somos capaces de producir cada vez más (pensemos en los alimentos) con cada vez menos trabajo humano directo … y que esto en vez de abrir la posibilidad de trabajar todos menos y alimentarnos todos mejor (a escala mundial) se concreta en bulimias y anorexias en el mundo rico al tiempo que en hambrunas en el sur. Nuestras sociedades parecen ser incapaces de gestionar sabiamente la abundancia.

– ¿Qué propuestas destacaría para corregir ese desorden económico mundial?

– En el ensayo se plantean muchas para evitar el doble colapso (derroche de riquezas y demográfico) de tal desorden. Pero si tuviera que destacar dos, diría que para los países ricos se trataría de mejorar el desarrollo social sin necesariamente aumentar el PIB. Sirva de ejemplo que hoy España tiene un nivel de desarrollo social igual o superior a los Estados Unidos (según nuestros cálculos, pero también según el Índice de Desarrollo Inclusivo del Foro Económico Mundial, o el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas) con un PIB por habitante que solo es el 60% del suyo. Y en el ensayo se concreta como avanzar más y mejor en esa dirección. Y en los países del sur, o menos ricos, es imperioso paralizar la bomba demográfica (evitar pasar de 4.700 millones en 2000, a 8.200 millones en 2050) sobre la base del acceso de la mujer a la educación, la mejora de la salud pública y la no expoliación de sus recursos. También en este caso se trata de crecer menos (su población) para mejorar la calidad de vida.

Para empezar a enderezar las cosas necesitamos que los ricos dentro de la UE no sean autistas

– La crisis económica se ha traducido en algunos casos en populismo, ya sea de izquierdas o de derechas. ¿Hasta qué punto asocia la ruptura del pacto social al independentismo catalán?

– Yo prefiero hablar de la secesión, o autismo, de los ricos. Cuando las élites globales se declaran patriotas de sus paraísos fiscales, cuando EE UU se quiere desentender de los organismos supranacionales (ONU, UNESCO, etc.), cuando la rica Gran Bretaña quiere salir de una UE con cada vez más pobres, cuando Escocia o Cataluña quieren dejar de ser compatriotas de otros ciudadanos de sus respectivos Estados y cuando la UE sobrevive con apenas un uno por ciento del PIB de presupuesto … la solución para algunos parece derivar en hacer una piña con “sus” ricos y olvidarse del resto de la humanidad. Pero en un mundo de hiper capitalismo globalizado esa no es una salida, es una quimera. Para empezar a enderezar las cosas necesitamos que los ricos dentro de la UE no sean autistas y que la UE, sobre esa base, asuma sus responsabilidades en el bienestar social global.

– Si descartamos como salidas el conservadurismo radical y la revolución, ¿dónde ve usted el punto de encuentro?

– En la recuperación a escala supranacional del papel de las instituciones públicas para evitar que la economía de mercado mute en una sociedad global de mercado. Y no solo por la provisión pública, puesto que en muchas áreas de la vida social lo más valioso son aquellas cosas que ni se puede ni se deben comprar, que se pueden resolver por la cooperación sin dinero por medio. Este punto de encuentro supone alejarse de lo que, en las últimas décadas, fue una completa abducción neoliberal que ha evaporado a la socialdemocracia.

– A propósito de las reformas necesarias y de la vuelta al contrato social, Antón Costas habla del pegamento social. ¿De qué plazos podemos hablar en ese sentido para encontrar la salida del túnel?

– Ese pegamento social, como le sucede a la silicona en albañilería, se deteriora con el tiempo si no se renueva. Reitero: sin autistas y sin secesión de los ricos a escala global. Con pactos intergeneracionales dentro de cada Estado a la altura del siglo XXI: una financiación de la protección social que ya no puede basarse en los salarios. Y una redistribución a escala global que garantice salud pública, educación, vivienda y alimentación. Propuestas para esa nueva silicona fiscal global las viene haciendo Piketty con mucho fundamento.

El libro El despilfarro de las naciones está dirigido a un público general culto y con consciencia cívica 

– En su obra se mezclan la divulgación y el análisis social. ¿Hasta qué punto considera que los economistas tienen un papel relevante e influyente en la sociedad actual?

Dedico el capítulo tercero de mi ensayo de forma muy particular a mis colegas economistas. Porque debo decir que el libro El despilfarro de las naciones está dirigido a un público general culto y con consciencia cívica. En el ensayo pormenorizo como buena parte de los economistas razonan con unos presupuestos que los incapacitan para salir del atolladero al que nos conduce el mundo económico real. En muchas ocasiones ni tan siquiera consideran que el atolladero pueda llegar a producirse. Y las sorpresas son morrocotudas.

– Salvará a algunos...

– En El despilfarro de las naciones recuerdo y cito a no pocos economistas que non son así: D. Ariely, P. Bourdieu, C.M. Cipolla, H. Daly, A. Deaton, D. Edgerton, A. Fumagalli, J.K. Galbraith, I. Gough, o A. Hirschman y muchos otros. Uno de mis objetivos en este ensayo es propiciar que las nuevas generaciones tomen en sus manos un caudal intelectual, crítico y clarificador, que está no poco olvidado.

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