Las aerolíneas rechazan bajar los asientos en los vuelos tras proyectar una bancarrota

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Aviones de American Airlines estacionados por la crisis del coronavirus / Reuters.
Los aviones no estarán abarrotados. La idea es disminuir la aglomeración de pasajeros, pero el impacto financiero de esa reforma no será fácil de amortiguar.
Las aerolíneas rechazan bajar los asientos en los vuelos tras proyectar una bancarrota

Aviones estacionados, coches parqueados y ciudadanos confinados. Esa es la nueva realidad de la economía mundial, que depende de la movilidad social y encuentra en ella un negocio tan fructífero, que es una de las industrias que más capitales como porcentaje del producto interno bruto (PIB) global mueve en todo el mundo. España es uno de los eslabones de la cadena aeronáutica mundial que más se ha visto afectado por la crisis económica derivada de la pandemia de coronavirus.

Ya no hay previsión positiva u optimista que valga. El escenario es claro; si las pérdidas totales del sector aéreo en su conjunto cerrarán el año con un saldo negativo de más de 100.000 millones de dólares, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), entonces las pérdidas en la industria del aire española podrían rondar los 20.000 millones de euros o incluso más.

Y es que frente a los escenarios distópicos de recuperación que proyectan los analistas, hay un análisis que pesa mucho más y que es mucho más realista. El factor más importante del análisis es que los vuelos tras el confinamiento serán muy similares a los de antes de la pandemia, pero con más incomodidad y muchas más esperas. ¿Por qué? Pues la distancia social, los protocolos sanitarios y el impacto financiero de la crisis en la estructura de costos de las líneas aéreas se reflejará inevitablemente en los precios de los boletos.  

Parte de las nuevas medidas se basan en que los viajeros deben acostumbrarse al uso obligatorio de mascarilla, la eliminación de servicios a bordo y medidas como los controles de temperatura o un pasaporte de inmunidad. Además, no podrán entrar acompañados de sus familiares a las terminales aéreas.

Pero las aerolíneas se niegan rotundamente a dejar asientos libres como piden algunos Gobiernos. Eso implicaría que el impacto en los costos operativos y en la boletería podría desplomar la demanda y las ventas en un nivel similar o superior al actual bajón de esos índices provocado por la crisis sanitaria.

El sector advierte de que la medida supondría la quiebra de la mayor parte de las compañías o subir los billetes un 50%. La Unión Europea intentará pactar este próximo miércoles una norma común. La reforma administrativa y logística del sector aéreo es inevitable y podría entrar con fuerza en el debate tras la bancarrota de la aerolínea colombiana Avianca, la compañía aérea bandera e ese país y la más antigua de América Latina debido a los efectos de la pandemia en esa región.

A la espera de que los Gobiernos y los reguladores pacten esa norma común europea, compañías como Iberia (España), American Airlines (Estados Unidos), Air France (Francia) o Lufthansa (Alemania) –las más grandes del mundo– ya han bosquejado un protocolo de seguridad en los primeros vuelos de esta era pospandemia. Por lo tanto, esos gigantes del sector deberán invertir más fondos y presupuesto en la instauración de sistemas de control, vigilancia, monitoreo y supervisión sanitaria, así como el cálculo de nuevas estructuras de costo que les generen rentabilidad si optan por la exigencia de los Gobiernos a dejar asientos vacíos para garantizar la distancia social.

De acuerdo a ese modelo, los viajeros tienen que acostumbrarse al uso obligatorio de mascarilla, la eliminación de la mayor parte de los servicios a bordo y la demora para cualquier trámite, tanto en el aeropuerto como en el avión, por la aplicación de medidas extra de higiene y distanciamiento social.

Antes de embarcar, también se implantarán controles de temperatura o incluso se baraja la introducción del pasaporte sanitario de inmunidad para certificar que los pasajeros son inmunes a la enfermedad o que ya la superaron. Esta batería de medidas podría provocar no solo una cuantiosa inversión de tiempo, sino también de dinero con el objetivo de comprar material sanitario, pruebas de detección de Covid-19 y más equipos de primeros auxilios en caso que algún pasajero presente los síntomas del virus en el aeropuerto, en el vuelo o en su llegada a destino.

Estas medidas están lejos de que los vuelos comerciales se conviertan en un claustrofóbico vuelo espacial como apuntan varios expertos. Todo lo contrario, los aviones no estarán abarrotados. La idea es disminuir la aglomeración de pasajeros, pero el impacto financiero de esa reforma no será fácil de amortiguar ni de sobrellevar para las compañías aéreas que llevaban la batuta en el mercado global antes de la pandemia, como American Airlines y Lufthansa.

No habrá filas de asientos vacíos, ni capsulas de metacrilato para los pasajeros de primera clase ni mamparas separadoras entre filas de la clase turista, ni menos aún los diseños futuristas de los que se ha hablado como la disposición de las butacas mirando alternativamente enfrente y a atrás.

Todo esto forma parte de la nueva normalidad a la que deberán acostumbrarse la economía y la sociedad española, pues la cultura sanitaria es ahora la excepción y no la regla en esta nueva dinámica global que ha modificado para siempre la historia y el sistema de vida de la humanidad.  @mundiario

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