Mientras la amnistía fiscal extiende su mancha ominosa, algunos miran para otro lado

Oficina de la Agencia Tributaria. / RR SS
Oficina de la Agencia Tributaria.

La Agencia Tributaria, incapaz de encontrar el IRPF de Urdangarín o las cuentas secretas del depredador de Pescanova, logra localizar a Juan, parado arruinado por la crisis, para notificarle una sanción de 150€.

Mientras la amnistía fiscal extiende su mancha ominosa, algunos miran para otro lado

La Agencia Tributaria, incapaz de encontrar el IRPF de Urdangarín o las cuentas secretas del depredador de Pescanova logra localizar a Juan, parado arruinado por la crisis, para notificarle una sanción de 150€.

Detesto el insulto, instalado con derecho de pernada en el argumentario político, de modo que cuando adjunto un calificativo al nombre para designar Blesa Chorizo, Díaz Ferrán Ladrón o Pujol Estafador, me limito a una descripción objetiva. Igualmente, mencionar a la AEAT como Agencia Estúpida Tributaria es, lisa y llanamente, un sano ejercicio de llamar a las cosas por su nombre.

La Agencia Tributaria es estúpida, necia, falta de inteligencia, terca, imprudente y falta de razón. Mientras los ciudadanos nos llevamos las manos a la cabeza con los carros y carretas que se tragan los inspectores de Montoro, comulgantes con las ruedas de molino de Matas, Bankia, Pujol, Bárcenas y otros mil millonarios forrados con dinero público, a mi amigo Juan la AEAT acaba de remitirle una sanción de 150€ por un trámite tan inverosímil como vacío de contenido y necio.

Hace cuatro años la crisis se llevó por delante la minipyme de Juan: las ventas se derrumbaron, el crédito se cerró y la SL de Juan quebró, como otras treinta mil empresas, y ahí sigue, en ese limbo judicial que destruye el tejido industrial de los autónomos, enviando a toda la generación de “emprendedores” cincuentones al cubo de la basura. Una historia vulgar, pero desoladora porque este país necesitará treinta años para reconstruir los glóbulos rojos destruidos.

La empresa cerró en marzo de 2010 tras haber cumplido sus obligaciones tributarias (¡como para no hacerlo, controladitos como nos tienen, te crujen, todo el peso de la burrocracia sobre el más débil!). Su última felación (iba a escribir “mamada”, pero MUNDIARIO es un periódico serio, de modo que empleo el término técnico, felatio, del latín, dícese de la acción de chupar o mamar, que es lo que practica con el ciudadano la susodicha Agencia) fue la presentación del IVA del 1Tr. 2010 y con fecha 31 de marzo, la solicitud de baja. Desde entonces la empresa no existe, aunque teóricamente sigue en su eterno concurso judicial.

Pues bien, cuatro años después de causar baja, la Agencia Estúpida Tributaria, incapaz de encontrar el IRPF de Urdangarín o las cuentas secretas del depredador de Pescanova, Fernández Sousa, ha conseguido localizar a Juan para notificarle una sanción de 150€ “por infracción del artº. 198 de la Ley General Tributaria, por negligencia (¡literal!), al no haber presentado el modelo 390 o resumen anual del año 2010”.

El sentido común dice que en enero de 2011 no había nada que resumir de una empresa desaparecida, que llevaba un año muerta; pero la Agencia Estúpida Tributaria gasta su tiempo y nuestro dinero en siete folios para comunicar a un ciudadano arruinado la nada, el vacío, el vértigo de una burocracia como el ciprés de Silos, devanada a sí misma en loco empeño.

Mientras la amnistía fiscal a los poderosos extiende su mancha ominosa, ciertos funcionarios –supongo que cumplen órdenes– miran para otro lado, hacen como que trabajan y enredan enviando a las víctimas de la crisis miles de folios con sanciones necias, escritas con la risa de conejo de quien está al mando de esta Agencia Estúpida Tributaria. @ValentinCarrera

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